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A los 41 años, su vida transcurre entre partidos de fútbol y el trabajo en una empresa familiar dedicada a la distribución de bebidas alcohólicas en bares y restaurantes. Vive con Natalia, la mujer que lo acompaña hace más de diez años y con la que se casó en 2017, y sus hijos Leandro, de ocho años, y Josefina, de cinco. Agustina, su hija mayor de otro de matrimonio, tiene 18 años y vive en Argentina.
Ser familiar de un árbitro no siempre es sencillo, dice, aunque aclara que sus parientes no han tenido grandes dificultades. Sus hijos chicos están a resguardo porque son muy pequeños, y la mayor porque vive en Buenos Aires. El año pasado, Cunha participó en un arbitraje polémico en un partido por Copa Libertadores entre Lanús y River donde se utilizó el VAR, pero solo los más allegados a su hija asociaron su nombre con el del juez. Su señora es educadora social y está vinculada a clubes, así que algún que otro comentario escuchó. Su madre decidió no acompañarlo más a las canchas después de haber oído insultos de todo tipo en un clásico de tercera división.
Cunha dice que perdió la pasión del hincha de un cuadro y que por eso no tiene equipo. Asegura que, como el resto de sus colegas, mira el fútbol de otra manera, porque la mayoría de su vida adulta la pasó arbitrando. En Uruguay ha participado en fallos polémicos, muchos vinculados a Peñarol, que determinaron que estuviera varios meses sin arbitrar a ese equipo. Aclara, sin embargo, que nunca tuvo grandes problemas con fanáticos, más allá de amenazas puntuales como algún mail que llegó a la AUF o unas pintadas en la fachada de la gremial de los árbitros. La única vez que tuvo custodia fue cuando viajó al Aeropuerto de Carrasco para asistir a la Copa América Centenario, a mediados de 2016.
FUTUROS MUNDIALISTAS
El proceso que llevará a Cunha a subirse a un avión rumbo a Rusia comenzó poco después que finalizó el Mundial de Brasil, un campeonato que no contó con jueces uruguayos (ver recuadro). En octubre de 2014 viajó a Chile con su compatriota Daniel Fedorczuk, seleccionados por FIFA para participar en un curso destinado a posibles futuros árbitros mundialistas.
A partir de ese momento comenzaron cursos y evaluaciones de su actuación en partidos de competiciones internacionales, hasta que en marzo recibió un mail de la FIFA con la esperada confirmación de que había sido elegido.
Cunha se alojará con sus pares en un hotel de Moscú. Él no tiene experiencia en copas del mundo, pero sí en mundiales juveniles. La mecánica es la misma: unos días antes se le notifica al juez qué partido le tocará arbitrar y viaja a esa ciudad. Al regreso a la capital rusa se hacen las devoluciones grupales de las actuaciones en los partidos.
Su madre decidió no acompañarlo más a las canchas después de haber oído insultos de todo tipo en un clásico de tercera división. Cunha perdió la pasión del hincha de un cuadro y por eso no tiene equipo. Como el resto de sus colegas, mira el fútbol de otra manera. En Uruguay ha participado en fallos polémicos, muchos vinculados a Peñarol, que determinaron que estuviera varios meses sin arbitrar a ese equipo.
El entrenamiento físico de un juez durante el Mundial no es muy intenso porque son muy pocos días y tienen que evitar lesiones. Lo importante, explicó Cunha, es llegar en buen estado atlético y mientras dura la competencia hacer un mantenimiento constante.
La preparación de los jueces uruguayos parecería ser bastante amateur si se tiene en cuenta que están enfrentados a un ritmo de trabajo profesional e intenso dentro y fuera de fronteras. Martes y jueves entrenan todos juntos de forma obligatoria, y los miércoles de forma opcional. A eso, Cunha suma un entrenamiento propio en un gimnasio con profesores. Una nutricionista se ocupa de su alimentación; ese asesoramiento lo paga de su bolsillo, al igual que los complementos alimenticios que consume.
Esa rutina es para una semana en la que no hay mucho trabajo. Por ejemplo, cuando conversó con galería venía de arbitrar el partido con el que Nacional ganó el Torneo Apertura frente a Danubio, y pocos días antes había estado en Quito en un encuentro entre Delfín SC y Colo Colo por la Libertadores. Ante un ritmo tan intenso de partidos, el trabajo físico consiste en un trote suave para recuperar, evitando cargas y rutinas fuertes. Según explicó Cunha, en los partidos los jueces corren entre once y doce kilómetros, lo mismo que un volante, un poco más que un defensa y un atacante.
En Uruguay, la preparación física de los jueces tiene que combinarse con sus trabajos particulares, porque es “imposible” vivir del arbitraje, dijo Cunha. Por eso no siempre puede cumplirse con las prácticas de musculación, resistencia, velocidad, y cambios de ritmos como ellos quisieran.
A Cunha le llama la atención el entrenamiento que tienen los árbitros a escala internacional. Cuando viaja a cursos de FIFA, las prácticas incluyen trabajos con pelota en la cancha, en los que participan futbolistas con diferentes jugadas, algo que en Uruguay nunca se hace.
En las charlas en el exterior y en los partidos internacionales, el idioma que se usa es el inglés. Eso, dijo Cunha, no garantiza que los jugadores lo hablen en los partidos, pero también es cierto que hay un lenguaje del fútbol que es universal y trasciende idiomas y fronteras.
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Hay equipos y jugadores que viajarán a Rusia a los que conoce, porque los arbitró en alguna ocasión o porque los ve seguido por televisión. De todas maneras, antes de cada partido, un técnico de FIFA proporciona a los jueces información sobre las selecciones que les tocará arbitrar, con videos y características de sus integrantes.
A lo largo de su carrera le tocó trabajar con estrellas de las mejores ligas del mundo. Según su experiencia, algunos son “muy humildes” y tienen “un diálogo totalmente normal”. Otros ni le dirigen la palabra. Lo que importa, dijo, es no dejarse deslumbrar por ellos y tener el mismo trato con todos.
MUNDO VAR
El de Rusia será el primer Mundial en el que se utilizará VAR, el sistema de videoarbitraje que ya se viene usando en algunas competiciones internacionales, que permite revisar jugadas —y por lo tanto definir fallos arbitrales— en cuatro casos: validación o no de un gol, sanción de un penal, amonestación con tarjeta roja, o corrección para identificar a un jugador.
El VAR tiene seguidores y detractores. Están los que consideran que otorga más justicia a la competición; otros entienden que rompe parte de la gracia de los imprevistos del fútbol, y que con ese sistema no podría haberse validado, entre otros, el gol de Diego Maradona a los ingleses.
Hace pocos días, en una columna en Búsqueda, Amadeo Otatti escribió que con el VAR no existirían “fallos groseramente erróneos”, y que eso ayudaría a “mejorar la misma conducta de los futbolistas, que se cuidarán de no cometer acciones violentas contra sus rivales, pues —si fueran advertidas por las cámaras— pueden costarles la expulsión”.
Cunha piensa bastante parecido. Ya utilizó el VAR en competencias internacionales y los últimos cursos de la FIFA en los que participó fueron enfocados en ese sistema. Él se considera un defensor de esa tecnología, y cree justo que gracias a ella se pueda evitar una eliminación injusta de un equipo por un error arbitral.
El VAR y la forma en la que trabajan los árbitros en el exterior parecen bastante alejados de la realidad del fútbol local, donde hay que enfrentar imprevistos como un apagón o que un hincha le preste la camiseta para que pueda jugar. A Cunha, sin embargo, eso le “encanta”.
Al entrenamiento en grupo, él suma uno propio en un gimnasio. Una nutricionista se ocupa de su alimentación; ese asesoramiento lo paga de su bolsillo, al igual que los complementos alimenticios que consume. En los partidos los jueces corren entre once y doce kilómetros, lo mismo que un volante, un poco más que un defensa y un atacante.
Al entrenamiento en grupo, él suma uno propio en un gimnasio. Una nutricionista se ocupa de su alimentación; ese asesoramiento lo paga de su bolsillo, al igual que los complementos alimenticios que consume.
En los partidos los jueces corren entre once y doce kilómetros, lo mismo que un volante, un poco más que un defensa y un atacante.
De acuerdo con su experiencia, y a lo que le dicen sus colegas, arbitrar en esta zona del mundo tiene sus particularidades. Las Libertadores tienen más intensidad que muchos partidos de la Champions, y el clima de canchas sudamericanas es más vibrante que el de las europeas. “Es un fútbol diferente, más pasional. Te enfrentás a otros desafíos, nosotros nos criamos con esta realidad y estamos acostumbrados”, explicó Cunha.
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En cierta medida, la falta de preparación deportiva que tienen los jueces locales podría compensarse con la pintoresca realidad que les toca enfrentar en los partidos locales. “Los colegas de Sudamérica que han venido a arbitrar acá nos dicen que es muy duro”, dijo el árbitro. A su modo de ver, la preparación, los partidos de Primera, los clásicos y otros encuentros difíciles del Campeonato Uruguayo preparan a los jueces locales para enfrentar distintos desafíos.
Cunha dice que hay “muchos” jueces uruguayos buenos, pero cuando se le pide algún nombre no da ninguno en concreto. “Creo que tenemos un buen nivel”, asegura. ¿Qué se entiende por un buen árbitro? A su modo de ver, es alguien que “controla” el partido y tiene “ascendencia” en los jugadores. “Errores puede haber siempre y va a haber toda la vida. Creo que la gestión y control del partido es lo que hace a un buen árbitro”, aseguró.
Si un juez se equivoca en un jugada y favorece a un equipo, “nunca” debería emparejar y cobrar algo que beneficie al contrario. “Si nos equivocamos, y posiblemente le erremos, hay que seguir adelante lo mejor posible. Si me equivoqué, me equivoqué, de aquí en adelante no me equivoco más”, dijo.
Dice ser muy autocrítico; una vez terminados los partidos los mira por televisión para ver cómo actuó. Cuando se le pregunta cuáles serían los errores más graves que cometió, dice que “los más grandes” fueron por “no ver jugadas”. “A veces se te cruza un jugador, y todo el estadio ve algo que vos no. Los errores más grandes fueron por eso, porque quedé tapado”, dijo Cunha, que no mencionó ningún ejemplo en concreto.
En las próximas semanas, Cunha aguardará a que le confirmen qué partido del Campeonato Intermedio le tocará arbitrar en Uruguay, y también si tiene que viajar a algún encuentro por la Libertadores o la Sudamericana. Todo eso quedará atrás en los primeros días de junio, cuando parta rumbo a Rusia, a donde viaja sin saber con qué se encontrará.
El primer partido es el que les permite mostrarse y ver si hay posibilidades de seguir adelante. Sin embargo, dijo Cunha, hay otros elementos a tener en cuenta más allá de si el arbitraje fue correcto o no. “A veces dependés de los cruces y de un montón de cosas, porque hay muchos partidos. No es solo el tema de Uruguay, a veces juega un sudamericano contra otro y no quieren poner un sudamericano. A veces no es solo que andes bien o mal. El primer partido siempre te lo dan, hay que ganarse el segundo”, concluyó.
“Noto mucha resistencia al VAR en Uruguay. Es el cambio más revolucionario que hubo en el fútbol”
“Ser árbitro no es fácil. Hay que tener ciertas cualidades, paciencia. Mucha gente me dice ‘no sé cómo aguantás’. Hay trabajos mucho más sacrificados, obviamente, pero no es fácil ser árbitro. Cuando le das a un niño o a un adolescente la opción de ser árbitro o futbolista es claro para dónde agarra. Los árbitros creo que somos generalmente gente que no pudo jugar al fútbol, que le gusta el deporte y se apasionó con esta carrera”.
“Lo fundamental es entender cómo piensa un futbolista. Eso a veces te da un plus para entender si quiere cometer una falta, si cae accidentalmente, si se tira”.
“Cuando el VAR se masifique y se use en todas las ligas, como creo que va a pasar en un futuro, el futbolista va a cambiar su manera de actuar, el agarrón a escondidas, el codazo. Nosotros cuando arbitramos con VAR les decimos a los jugadores: ‘Mirá que si no te veo yo, alguien te va a ver’. Hay 20 cámaras y alguna te va a filmar. Mucha gente habla del folclore, pero creo que tenemos que apostar al deporte, a que se gane el que mejor juegue y tratar de encontrar tácticas para legalmente frenar a rival. Es divino el deporte sin trampa”.
“Me ha tocado arbitrar a jugadores muy famosos, de las mejores ligas del mundo, que son muy humildes y tienen un diálogo totalmente normal. Otros ni te hablan. Con los jugadores desconocidos pasa lo mismo: algunos son muy bien, otros no. Lo que no tenemos que hacer nosotros es tener un trato diferente con uno u otro porque somos la justicia. Si uno trata diferente no estamos siendo justos”.
“Noto mucha resistencia (al VAR) aquí en Uruguay, como con toda cosa nueva. Creo que es el cambio más revolucionario que hubo en el fútbol, desde que yo tengo conocimiento al menos”.
“Soy consciente de errores que he tenido en lo local e internacional con diferentes equipos. Más que un árbitro nadie sabe cuándo se equivoca. Hay que buscar formas para tratar de no equivocarse más, ver por qué me equivoqué, dónde estaba, por qué no la pude ver”.
“Salí de acá, me encanta el fútbol uruguayo y arbitrar en las canchas chicas. Lo otro es Primer Mundo, donde no tenés que ocuparte de nada, llegás a la cancha y hacés tu trabajo. Pero yo no reniego de nuestra realidad”.
Las actuaciones de Larrionda y el línea Mauricio Espinosa
La última vez que jueces uruguayos participaron en un Mundial fue en Sudáfrica 2010 y la imagen que dejaron no fue la mejor. En un partido por octavos de final entre Alemania e Inglaterra, el árbitro Jorge Larrionda y el línea Mauricio Espinosa no reconocieron un gol válido del inglés Frank Lampard. El partido iba 2 a 1 en favor de los alemanes y ese tanto hubiera significado el empate. El encuentro terminó 4 a 1, los ingleses fueron eliminados, y el tanto invalidado se convirtió en una de las polémicas arbitrales más comentadas del campeonato. Larrionda también había sido el juez de la semifinal entre Francia y Portugal del Mundial de Alemania de 2006.
Andrés Cunha no siente que esos antecedentes sean un peso extra para él cuando le toque arbitrar en Rusia. “Errores arbitrales ha habido muchísimos y en todo el mundo. Este lo vivimos de una manera especial porque es uruguayo, pero hubo errores y seguirá habiendo. Yo he cometido errores y los seguiré cometiendo”, dijo a galería.
Cunha también fue consultado sobre la presencia de Espinosa en la terna arbitral de Rusia luego del error de Sudáfrica. “Son temas que uno sabe que pueden suceder. Uno trata de superarlos, Mauricio también. Le costó muchísimo ese error, pero lo bueno es que el fútbol siempre tiene revancha y va a vivir su segundo Mundial”, dijo.
La participación de jueces uruguayos ha sido una constante en distintos campeonatos del mundo: Francisco Mateucci en el de 1930; Ramón Barreto en 1970, 1974 y 1978; Juan Daniel Cardelino en 1982; Esteban Marino en varios campeonatos del mundo, y el uruguayo nacionalizado mexicano Edgardo Codesal en 1990, entre otros.