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    “No está bien visto que el objetivo en tu vida sea hacer plata. Es una barrera en muchas mujeres latinas”

    Entrevista con la economista uruguaya Amparo Mercader, residente radicada en Washington DC y socia de Pricewaterhouse Coopers

    Amparo Mercader considera que es un error que las mujeres no conozcan la situación financiera de sus hogares. Todas las mujeres —incluso las que no trabajan fuera del hogar— y, ya desde niñas, deberían estar al tanto del dinero que hay en la cuenta bancaria de la familia y conocer las decisiones que se toman.

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    Mercader es una economista uruguaya de 44 años que vive en Washington, donde es socia de Pricewaterhouse Cooopers (PwC). A los 19 años trabajó en la sección de Economía de Búsqueda y después se graduó de economista. En 1996, cuando su padre, el exministro de Educación y Cultura Antonio Mercader, fue designado embajador ante la OEA, se mudó a la capital de Estados Unidos, donde realizó una maestría en Negocios en la Universidad de Georgetown. Del rol de la mujer y su carrera conversó con galería

     

    ¿Cómo se dio su llegada a PwC?

    Mi sueño era ir a Wall Street, quería trabajar en el mercado de valores. Pero mi marido ya estaba trabajando en el BID, así que entré a Price en un área fiscal, algo que nunca hubiera pensado. Trabajo en precios de transferencias. Es un poco complejo, pero básicamente cuando una empresa hace transacciones comerciales, los precios de compra y venta determinan la renta en cada país.

    ¿Cuánto tiempo demoró en llegar a socia y cómo se abrió camino en un sector tan competitivo?

    Fue una experiencia divertidísima, cada etapa me fue dando diferentes cosas. Fueron unos diez, once años hasta que llegué a socia. Hoy trabajo con un equipo de unas 50 personas y también con algunas responsabilidades nacionales y globales. Es muy diferente trabajar en una empresa donde hay un CEO que decide todo a trabajar en una sociedad. Yo decido un poco qué tipo de cliente y negocios quiero tener. En la firma americana hay unos cuatro mil socios en diferentes áreas. En el área de impuestos, en la que yo estoy, son unos mil socios. Mujeres latinas no hay muchas.

    En sectores empresariales y de finanzas se habla mucho del techo de cristal para las mujeres. De acuerdo a su experiencia, ¿las europeas o estadounidenses tienen más posibilidades de romperlo que las latinas?

    La cultura americana es muy puritana y es un estilo particular. El sistema con base en méritos es una cosa que ayuda a las mujeres. Dentro de Europa hay grandes diferencias en lo que puede ser Alemania o Inglaterra, donde hay más diversidad de inmigrantes, que en Italia o España, donde se ven menos mujeres. Las latinas tenemos algunas de esas características. Entre otras cosas, no está bien visto a veces ser empresaria, no está bien visto que tu carrera sea hacer negocios, tener poder, hacer plata. Cargamos un poco el bagaje de la cultura cristiana; en algunos sectores de la sociedad está un poco mal visto que el objetivo de tu vida sea hacer plata y ser comercial. Esa es una barrera que veo en muchas mujeres latinas.

    ¿Se topó con esa barrera?

    Es una barrera que te autoimponés. Estudié pensando en que iba a resolver los problemas del mundo, no que me iba a dedicar a temas comerciales. Tuve muchísimas oportunidades de hacer otras cosas; estoy en el lugar que me tocó. Pero todavía tengo que defender mi decisión y a veces siento la crítica implícita de que estás ayudando a multinacionales. En Uruguay, en algunos grupos sociales hay gente que no quiere que sus hijos sean exitosos desde el punto de vista material. A las mujeres desde chiquitas se les dice “qué linda que es” o “qué artística”, pero no “qué inteligente es para los números”. Se espera que tenga un trabajo lindo como extensión de su belleza física y espiritual. Para muchas mujeres está muy bien, las conecta con su parte artística y tienen la oportunidad de desarrollar esa área, pero también vemos que no acceden a los círculos de poder y al poder económico. Estos prejuicios afectan a los hombres y a las mujeres.

    También hay quienes piensan que si la mujer es exitosa y tiene un puesto destacado, para el hombre es complicado estar a su lado. Sobre todo si la mujer gana más.

    La dinámica de la pareja es clave. Si sos una mujer con ciertas ambiciones, tenés que casarte con un hombre que no tenga ningún complejo y hagan un buen equipo. He tenido la suerte de tener esa clase de marido. En Washington hay muchas mujeres en posiciones muy importantes. Veo en mis grupos de amigos a cantidad de mujeres en cargos altísimos y cantidad de hombres que han decidido quedarse a cuidar a los hijos.

    Recientemente, The New York Times publicó un artículo en el que especialistas recomendaban a las familias que enseñaran Matemáticas a sus hijas. Existe la idea de que las mujeres son mejores en otras disciplinas, pero en realidad son buenas en las dos cosas, y no se las estimula porque se veían las Matemáticas como algo relacionado a los hombres. ¿Le tocó lidiar con ese preconcepto?

    No lo vi en casa porque vengo de una familia especial. Mi mamá (la contadora Rosario Medero) sabe mucho de números y ocupó cargos importantes (como en Antel o el Banco Central). Pero en determinado momento de la carrera me topé con gente que me preguntaba si realmente me gustaba. Las mujeres son muy buenas en Matemáticas, incluso a veces mejores que los varones. Y en el ámbito familiar son excelentes, por ejemplo, jugando a las cartas, retienen números, tienen mucha memoria. Pero cuando van a elegir una carrera de repente se espera que una mujer esté más conectada a su lado maternal y creativo.

    Muchas veces, para acceder a puestos destacados, las mujeres relegan la maternidad. ¿Cómo fue su experiencia?

    No me gustaba cuando en el colegio había chicas a las que les iba bien en Matemáticas o en carreras competitivas que decían “quiero tener familia antes de entrar al mercado laboral”. Cuando trabajo con gente joven les digo que esperen a ver cómo se van dando las cosas. Con la maternidad sin dudas las prioridades cambian. En las carreras hay períodos en los que hay que flotar y períodos en los que hay que empujar. Si estás embarazada de seis meses no te vas a proponer los mayores desafíos, aunque he visto mujeres que han cambiado de trabajo y hecho cosas increíbles muy avanzadas en el embarazo. Pero creo que hay momentos para tomártelo más tranquilo. Hay momentos para estar tranquila, de ser más estratégicas en el trabajo, y al volver de la maternidad ver dónde priorizar las cosas.

    ¿Qué siente que resignó por la maternidad?

    No siento que resigné nada por la maternidad ni el trabajo. Siempre fui un bicho raro, porque había pocas mujeres y no había latinas. Me encantó la maternidad y la disfruté muchísimo. La lactancia era un placer, llegaba a casa y el bebé tenía solo ojos para mí. Me organicé como mejor pude y con la máquina de extraer leche tuve las situaciones más inverosímiles, por ejemplo en los aeropuertos. En las reuniones salía a sacarme leche y lo hice en los lugares más insólitos. Incluso cuando el bebé era bastante grande.

    Hay países donde las cosas están cambiando. Por ejemplo, el año pasado la revista Expansión publicó que en México el aumento de la participación femenina en el entorno empresarial derribó barreras. ¿Qué cambios ve?

    Es tal cual lo de México, lo estoy viendo cambiar. Hace unos años llegué a una reunión en Monterrey y eran 20 hombres y yo. Ahora voy al DF y veo mujeres, socias con empuje, y también clientas de diferentes empresas que cada vez están en cargos más importantes. Es genial tener mujeres que apoyan a otras mujeres. Si son capaces de lograr diferentes cosas, en un mercado que funcione eficientemente, te lo van a remunerar y dar el siguiente cargo. En un ambiente de empresas más familiares o más cerrado de repente no está tan claro.

    En las empresas familiares muchas veces las mujeres quedan relegadas. Aunque son dueñas no van al directorio, por ejemplo. En ocasiones porque no les dan espacio, otras porque ellas no se interesan. ¿Es más difícil abrirse camino en esas empresas?

    No necesariamente, pero cuando hay una empresa más grande, con un proceso de evaluación más objetivo, las mujeres tienen mucho para ganar. 

    Hay ocasiones en que las mujeres ni siquiera tienen idea de cuánto hay en la cuenta bancaria de la familia. ¿Qué opina de eso?

    La idea de “de eso no me ocupo” es un disparate. Conozco muchas economistas espectaculares que cuando llegan a las finanzas domésticas no tienen conocimiento. Hay mujeres que se han catapultado a nivel económico con una crisis familiar o un divorcio, porque tenían capacidad para hacerlo y recién en esas circunstancias salieron adelante. Veo en otros países que chicas jóvenes deciden tener su independencia económica, que las madres les transmiten a las niñas la importancia de entender de plata, de cómo manejar la tarjeta de crédito, las hipotecas. No sabes qué te va a deparar la vida. De repente en una pareja se organizan que la mamá no trabaje y el papá sí. ¿Pero si el papá se enferma o pasa algo? Me parece una locura. Las personas pueden tomar ciertas decisiones circunstanciales, pero tienen que estar preparadas y entender la parte económica. Muchas veces las familias no hablan de cuánta plata hay en el banco y las dificultades y es importante transmitirlo dentro de las familias.

    En general ,las mujeres que llegaron a puestos destacados hablan de la importancia de promover a otras. Pero también existe en algunos ámbitos la idea de que las mujeres son competitivas y que es difícil trabajar con ellas. ¿Cómo se rompe esa barrera?

    Las mujeres somos complejas, lo veo en las niñas. Es distinto un niño a una niña jugando. Lo que podemos hacer es no juzgar. Las mujeres juzgamos muy duramente a otras mujer exitosas. “Ah, pero no es suficientemente linda”, “ah, pero está gordita”, “ah, pero descuida a la familia”. La primera reacción que otras mujeres tienen frente a otra mujer exitosa es todo lo que no tiene en lugar de todo lo que tiene. Cuando en política una mujer se presenta en un debate las críticas le llueven. Acá también lo veo. Una cosa a destacar de este gobierno son las mejoras a nivel de género. Ahora creo que hay que conseguir las mejores. Pero me canso de ver caricaturas y ridiculizaciones desde el punto de vista de la apariencia de las mujeres. Las mujeres antes de criticar y juzgar a otra mujer deben ver el lado positivo. No hay nada más lindo que ver mujeres trabajando juntas. A nivel público no se puede permitir, sea del partido político que sea, que se rebaje a una mujer que tiene ideas y temas a que se hable de cosas de ella que no se hablarían si fuera hombre.