Los hostales son una alternativa cada vez más tenida en cuenta al momento de elegir alojamiento para las vacaciones. Ya no son solo los más jóvenes los interesados en vivir unos días de intercambio cultural, cenas con guitarreadas y música en vivo. El sentido del hostel radica en los espacios comunes donde huéspedes se reúnen para generar vínculos y estas experiencias se valoran cada vez más. El costo por noche gira en torno a los 20 dólares por persona, en los que están en la zona de influencia de Punta del Este. galería recorrió algunos de ellos: Hostalito en Manantiales, La Negrita en La Barra, F&F en Punta y Mansa Beach.
En Manantiales, a unas cuadras de la ruta hacia la zona de bosques, está Hostalito, una cabaña de madera de estilo rústico, con toques románticos y clásicos. Una de las particularidades de este hostel es que cuenta con un jardín con árboles y una parrilla techada donde se organizan asados en comunidad junto con los huéspedes. Comenzó con 3 cuartos y 8 camas. Ahora tienen 28 camas en total. Su fundadora, Maia Nuñez, contó: “Lo hicimos de a poco, y fue creciendo. Vivo acá porque me encanta la tranquilidad y Punta del Este da muchas oportunidades como balneario”. La noche de hospedaje en temporada alta tiene un costo de 50 dólares, y baja a 20 en otros momentos.
Según Maia, en los últimos días de diciembre y los primeros de enero el hostal recibe gran cantidad de argentinos, brasileros, chilenos y hasta japoneses. Además, llegan músicos de todas partes del mundo y se brinda el espacio para que se desempeñen allí como otra forma de entretenimiento. Según ella, la gente llega a través de la web, y “les llama la atención vivir de manera simple, conocer la cultura y gastar poco”.
La Negrita La Barra
Al lado de la Iglesia de La Barra, y a pocas cuadras de la ruta 10, está La Negrita, un hostel con paredes coloridas y cuyos creadores son tres jóvenes hermanos. Uno de ellos, Guzmán Rousserie, contó cómo empezaron: “Nuestra bisabuela tenía una casita de verano acá y cuando falleció, mi madre nos dio la idea de reformarla y hacerla hostel”.
Es la sexta temporada del emprendimiento, y su fuerte va desde año nuevo hasta los primeros días de enero, aunque varía cada año. Su principalcanal de venta es Internet, y principalmente por booking.com. Desde allí llegan argentinos, brasileros, chilenos y europeos, estadounidenses e israelitas. Gabriel Rousserie, cofundador, explicó que tienen habitaciones privadas y otras compartidas, además de espacios comunes con hamacas y piscina donde la gente se reúne a cantar o charlar. El hostel permanece abierto todo el año y la cantidad de personas por habitación varía de 4 a 12. Se puede pagar de cualquier manera con cualquier moneda. “Se le busca la vuelta”, dijeron. En cuanto a las tarifas, en temporada alta va de 20 a 25 dólares la noche, si no baja a 15 dólares.
“Los turistas buscan fiesta en esta época del verano, además de ir a la playa a ver famosos. Más adelante la gente llega en busca de tranquilidad”, dijo Gabriel Rousserie.
F & F HostelPlaya Brava
La piscina de aguas azules y el concurrido restobar contiguo llaman la atención de los viajeros que se relajan, comen o toman algo en el patio interno de F&F Hostel. Este coqueto hostal ubicando en Punta del Este, en la parada 6 de la Playa Brava, celebrará en octubre de este año una década de funcionamiento. Durante este tiempo han ido ampliando su propuesta, que hoy tiene una capacidad de alojar hasta 80 personas en 17 habitaciones, algunas mixtas, otras exclusivamente femeninas pero también dobles privadas o hasta cuádruples con baño propio.
“La música y la comida siempre unen a la gente”, explica Federico Rodríguez, propietario del emprendimiento. Por eso en F&F se le brinda un espacio a la música de artistas independientes, a la gastronomía típicamente uruguaya y también a la cocina internacional. El alojamiento se transforma así en un espacio de encuentros multiculturales, donde se motiva la interacción, el intercambio de música y costumbres e incluso el aprendizaje de diversos idiomas.
Entre los huéspedes, mayormente jóvenes extranjeros de entre 25 y 35 años, hay muchos argentinos, pero también europeos, norteamericanos y de distintos rincones del mundo. Una amplia biblioteca de libros en distintas lenguas a disposición ayudan a seguir uniendo fronteras.
F&F es “un lugar de descanso y entretenimiento para el viajero, una excelente opción para que el turista que busca una alternativa más económica pueda viajar, conocer gente y divertirse”, explica Rodríguez. La diferencia entre un hostel y un hotel es que el primero es un espacio de intercambio mientras que el segundo es un lugar de relax, dice su propietario, quien aprecia claramente las distinciones, ya que recientemente inauguró también en Punta del Este el Hotel F&F, que está experimentando su primer verano a puertas abiertas. En el hotel reciben principalmente a parejas o familias y se hace énfasis en la atención personalizada y el cuidado de la privacidad.
Mansa Beach HostelPlaya Mansa
Sobre la rambla de Punta del Este, en la parada 26 de la Playa Mansa, está Mansa Beach Hostel. Los atardeceres con vista al mar desde su terraza son un espectáculo inolvidable para los pasajeros de este hostel que inauguró en noviembre de 2016 y tiene capacidad para 90 personas.
Al caer el sol comienza la música y se abre una barra de tragos y pizzas, que funciona en la terraza y ayuda a que el grupo de gente que se suele congregar en esa zona al atardecer no se disipe y siga disfrutado al caer la noche.
Como en F&F, en Mansa beach también hay 17 habitaciones. Estas son mixtas y van desde una habitación para dos personas con una cama matrimonial hasta una compartida para 13 personas. En este hostel los cumpleaños de los pasajeros se transforman en día de fiesta y muchas veces se organizan asados, hechos al estilo uruguayo, para que los pasajeros puedan aprovechar la ocasión y conocerse mejor.
La mayoría de los huéspedes son jóvenes pero también hay familias que se hospedan con sus hijos y disfrutan mucho de las áreas abiertas, la parrilla y la ubicación, tan cercana a la playa. Además de los uruguayos y argentinos, que muchas veces viajan en bicicleta, es usual encontrarse con brasileños, que encuentran en Mansa Beach un lugar seguro para dejar sus motos.
El desayuno, incluido en la tarifa, es también un momento popular de la jornada. Cualquiera sea la hora de retorno de los más jóvenes tras las salidas nocturnas “no se lo pierden aunque luego se vuelvan a acostar”, explica Erica Nachumow, la gerenta del hostal.
Para que los pasajeros se sientan más cómodos y seguros, la recepción está abierta las 24 horas. En ese ambiente relajado comienzan a conocerse, hacen planes para ir juntos a la playa o para salir de noche a pasear. “Quedan conectados por la redes, se visitan en distintos países y muchas veces surge el amor”, concluye Nachumow.