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    El silencio

    N° 2007 - 07 al 13 de Febrero de 2019

    , regenerado3

    Una marca finlandesa de relojes, para comunicar perfección, elegancia y credibilidad, basó su estrategia en lo que se cree es una característica distintiva finlandesa: el silencio. Para un finlandés, se dice, el silencio significa tiempo para el pensamiento. El arte y la innovación nacen en silencio. El concepto, el embalaje y el diseño de identidad de la marca Rönkkö se armaron a partir de esa idea. De ahí su eslogan: “Handmade in finnish silence”. El silencio es un privilegio.

    Como el cerebro humano tiene la capacidad para regenerarse de manera constante, las investigaciones buscan comprender los secretos para promover y estimular de manera eficaz la creación de nuevas células cerebrales y evitar ese declive progresivo y que, hasta no hace mucho tiempo, parecía inexorable. La neurogénesis de los adultos es crucial para las adaptaciones flexibles a los cambios ambientales y, por lo tanto, una ventaja evolutiva. 

    En esa línea de investigación, tiempo atrás, en el Research Center for Regenerative Therapies, en Dresden, Alemania, descubrieron una suerte de estimulante natural que está en todas partes, aunque usualmente velado o camuflado. El silencio. En este experimento, ratones sometidos a dos horas diarias de silencio creaban células nuevas en el hipocampo, que trabaja con la memoria y el aprendizaje. Las células de estos ratones, además, lograban integrarse al sistema nervioso central y cumplir otras funciones complementarias. De estos resultados se desprende que la experiencia diaria de estar un rato en silencio puede ser buena, incluso terapéutica, en casos como trastornos depresivos o Alzheimer.

    Existe una frase atribuida a Florence Nightingale, enfermera y escritora británica precursora de la enfermería profesional moderna, que se replica en varios lugares y que dice, básicamente, que “el ruido innecesario es la falta de atención más cruel que se le puede infligir a una persona, ya esté sana o enferma”. El silencio es un antídoto contra el estrés. Las ondas sonoras a las que las personas están expuestas a diario provocan vibraciones en los huesos del oído, lo que dispara la producción de adrenalina y cortisol, que incrementan el nivel de estrés. Abundan investigaciones sobre el tema. Existe una, de la Universidad de Cornell, que describe a niños que viven en zonas cercanas a aeropuertos y que presentan presión arterial más alta y niveles más elevados de cortisol que aquellos que viven en zonas más tranquilas. El silencio permite pensar mejor. 

    Cambios cardiovasculares, cerebrovasculares y respiratorios inducidos por diferentes tipos de música en músicos y no músicos: la importancia del silencio se desprende de una investigación que se hizo en la Universidad de Pavía, en Italia. Se midieron las variables cardiovasculares y respiratorias a un grupo de pacientes mientras escuchaban seis tipos de música diferente y con una pausa de silencio de dos minutos insertada al azar, en cualquier secuencia. La pausa redujo la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la ventilación. Si bien la música induce un efecto de excitación y la lenta o meditativa puede inducir un efecto relajante, la verdadera relajación se dio y se hizo evidente durante las pausas, es decir, durante el silencio.

    En prácticas como la del mindfulness se incluye el silencio para conectar y mantener atención plena al momento presente, de manera que se pueda observar, sin juzgar, el flujo de emociones, sensaciones y pensamientos que se suceden a veces de manera frenética durante un breve lapso. En las tradiciones budistas, taoístas e hinduistas se hacen retiros en los que las personas pasan días sin hablar, o al menos sin hablar de manera innecesaria o superflua, como cuando se hacen observaciones o comentarios o bromas ligeras porque sí, solo para evitar el contacto con el silencio, como si fuera la peste. Pero es exactamente al revés. El silencio es medicina. Por el momento es un recurso al que se tiene un acceso relativamente fácil. Quizá se vuelva un bien cada vez más escaso y delicado —y por lo tanto valioso— y se promocione y se venda como se promocionan y se venden destinos turísticos exóticos y experiencias espirituales extraordinarias.