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A medida que se acercaba la fecha de las elecciones del 25 de noviembre, la campaña política ingresó en una sucesión interminable de polémicas a partir de cuestionamientos y reproches por actitudes recientes o por cuestiones del pasado. Ya perdido casi todo el temor a los controles militares, los diferentes sectores políticos marcaban sus diferencias y sobre finales de octubre de 1984 se advertía un aumento en el grado de virulencia de los enfrentamientos retóricos.
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El candidato a diputado por la Lista 85 de Libertad y Cambio y redactor responsable del semanario “Opinar”, Luis Hierro López, sorprendió a la opinión pública el 18 de octubre al comentar en radio Carve que sabía de fuentes fidedignas que “un comando tupamaro en el exilio, concretamente en Estocolmo, anunció que si ganaba el Frente en las próximas elecciones habría una tregua en la violencia en el país por un año a partir del 1º de marzo; si ganaba el Partido Nacional, la tregua sería de seis meses y si triunfaban los colorados no habría tregua y volvería la violencia al Uruguay”.
También se refirió al regreso del ex diputado y secretario general del Partido Comunista, Rodney Arismendi, quien estuvo asilado durante nueve años en la Unión Soviética, y en especial a las curiosas circunstancias que habían rodeado su apresamiento. “Yo preguntaría: ¿Cómo es ese asunto de que ahora viene Arismendi? Me gustaría que la Dinarp, que le gusta hacer esos comunicados tan increíbles contra el comunismo internacional, explique cómo después de estar 8 meses preso lo dejaron ir (en enero del 75), lo llevaron en un avión que salió de una base militar y que ahora no haya ninguna requisitoria en su contra”.
Las respuestas fueron inmediatas. Al día siguiente el ex diputado e integrante del Comité Central del Partido Comunista, Jaime Pérez, liberado semanas antes tras 10 años de cárcel, aseguró que “las expresiones de Hierro López constituyen un esfuerzo desesperado de los continuistas del Partido Colorado” y preguntó “si Hierro era un agente de la CIA o un sirviente de los servicios represivos de la dictadura y pretendía que Arismendi, que está por regresar, fuera detenido”.
Desde la cárcel de Libertad y a través de su hermano Victoriano, se supo que el fundador e ideólogo del MLN-Tupamaros Raúl Sendic lanzó un llamado de paz a los posibles grupos de violencia a los que había hecho referencia Hierro. “No es lo mismo ahora que hace 12 años y hay que integrarse plenamente a la lucha política”, afirmó Raúl Sendic a su hermano. El dirigente tupamaro dijo también estar plenamente identificado con el proceso democrático que vivía el Uruguay. Estas declaraciones se conocieron el 19 de octubre a través de un despacho de la agencia de noticias alemana dpa.
Dos altos jefes militares, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea teniente general (Av) Manuel Buadas y el ministro del Interior general (R) Julio César Rapela, confirmaron lo dicho por Hierro López. Seis días después de las declaraciones de Hierro, Buadas declaró: “Es evidente que los tupamaros están planificando una acción violenta, una acción armada en el futuro en nuestro país”. El lunes 29 de octubre, Rapela fue aún más explícito: “Antes que el señor Hierro lo señalara públicamente nosotros teníamos la información de muy buena fuente. Lo han manifestado elementos pertenecientes a las organizaciones subversivas que viven en Suecia”.
El periodista del semanario democristiano “Aquí”, Tomás Linn, quien semanas antes había regresado de una gira por países europeos, ratificó la existencia en la ciudad sueca de Malmö, de un grupo de exiliados uruguayos calificados como “seispuntistas”, que seguían ratificando la vigencia de la lucha armada. Este sector, según Linn, editaba sus propias publicaciones (“Liberación” y “Cuestionario”) y manejaba fondos de origen no muy claro probablemente provenientes de países socialistas y aun del régimen de Gadafi. El Movimiento Seispuntista había establecido en algunas de sus precisiones: 1) Considerar a la URRS como vanguardia revolucionaria internacional, 2) Considerar a Cuba como la vanguardia revolucionaria latinoamericana, 4) “Afirmar el criterio de lucha armada como método revolucionario”.