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    Honrar la naturaleza

    Más allá del manejo del agua, el viento y el sol, el paisajismo implica también intercambiar ideas con el cliente; de ese ida y vuelta surge el diseño del espacio y la forma de vivirlo

    El diseño del jardín de una casa debe conjugar las características naturales de la zona con los requerimientos de la familia o quien allí habita. Lo que antes era una tarea casi amateur, hoy se ha profesionalizado. A los uruguayos todavía nos cuesta planificar el jardín —o la terraza, patio o balcón— e invertir en ello.  Los paisajistas interpretan pedidos y necesidades, estudian el suelo, tienen en cuenta el sol, la lluvia y el viento, para crear un espacio disfrutable, digno de ser contemplado y vivido. Si la dueña o dueño de casa tiene el gusto por el trabajo en el jardín, para la paisajista el placer es doble: ambas partes ganan. galería buscó  “parejas”, tándems, dúos en los que cliente y profesional intercambian y comparten tiempo juntos, con las manos en la tierra en los casos más perfectos. 

    Jardín toscano

    Victoria Díaz Solsona y Agustina Beyhaut de Herbón. Los Olivos

    “El jardín más lindo que vi en mi vida es el de Victoria Díaz, así que al año de mudarnos con mi marido decidimos llamarla para que nos asesorara”, recordó Agustina Beyhaut-. “La casa tiene pila de personalidad entonces pensé en un jardín tipo toscano pero que también sea disfrutable para mis tres hijos”, contó.

    Cuando Victoria, que trabaja en conjunto con Cecilia Soler, llegó hasta la casa de Beyhaut, en Los Olivos, se encontró con un espacio que ya tenía pasto y riego, y que en un futuro tendrá una piscina. Agustina soñaba con un paisaje toscano en blanco y azul, por lo que Victoria decidió incorporar lavandas, rosas, salvias azules, dietes blanco y agapantos blancos.

    Más allá de la sensibilidad para interpretar los gustos y necesidades de los clientes, en sus jardines Victoria siempre trata de destacar el perfume. En este caso se plantaron jazmín del cabo y jazmín trepador. Para disfrutar aún más del lugar a la caída del sol eligió la dama de la noche, una especie que al atardecer desprende una intensa fragancia. Como enamorada de los árboles que es, seleccionó cipreses piramidales, olivos, fresnos y ciruelos de jardín para enmarcar la zona.

    Lo que empezó como un hobby heredado de su madre, Victoria lo convirtió en una profesión sustentada en sus estudios en la Escuela de Jardinería del Botánico y los 30 años como socia de The Garden Clubs of Uruguay. Pero su pasión trasciende y entusiasma a los dueños de casa, con quienes termina siendo amiga. Conviene regar de mañana o de tardecita, se necesita cuidar a los niños de las espinas de las rosas, hay que evitar colocar las lavandas cerca de la piscina porque atraen abejas, son solo algunos de los consejos que suele compartir.

     

    La horticultora y diseñadora de jardines inglesa Gertrude Jekyll decía: “El amor por la jardinería es una semilla que una vez sembrada nunca muere”. Este concepto fue adoptado por Victoria y lo comparte con los nuevos apasionados por la jardinería.

    Rincones para descubrir

    Cuqui Fernández y Loly Paullier. Parque Mirama

    Loly Paullier quería acceder fácilmente al bungalow situado en el fondo de su casa en Parque Miramar sin tener que atravesar todo el jardín. Allí es donde guarda algunos de sus más queridos tesoros como coleccionista. La paisajista y técnica en jardinería Cuqui Fernández se enfrentó al desafío de un espacio en tres niveles descendentes que van desde la casa pasando por la piscina hasta el refugio de la dueña de casa. “En mis jardines hay una base estructural de plantas que no cambian en el año y luego otro sector que va transmutando; en este caso usé rosas rojas y salvias violetas”, explicó Fernández, quien además de haberse formado en Uruguay, estudió en la Escuela de Diseño de Jardines de John Brookes en Argentina (Pampa Infinita). 

    En esta casa de Parque Miramar, Fernández creó un sendero desde el garaje hasta la cocina para pasar directo y se aprovechó la colección de crasas de Loly para generar mayor privacidad. El camino de pequeñas piedras está limitado por vegetación tupida y varios Acanthus mollis (que están siempre florecidos excepto en verano). Se construyeron varios bebederos para recibir a los pájaros en la mañana, se colocó un espejo frente a la entrada del bungalow que amplía la visual y una mesa con dos sillas que señala una zona de descanso. El sector más íntimo del jardín está resguardado por rosas blancas Tchaikovsky, el único pedido especial de la dueña de casa.

    La piscina está guarecida por varios árboles y en sus ramas Loly colgó campanas traídas de Vietnam y de Camboya que componen melodías con el paso de las ráfagas de viento. “Realmente fue un placer trabajar con Loly porque siendo decoradora podría haber intervenido y sin embargo me dejó crear”, contó Cuqui.

    El frente de la casa se destaca claramente por la rosas rojas sobre el intenso verde que contornea la construcción.

    Después de meses de planificación y solo dos semanas de ejecución, resultó un jardín que invita a quedarse, con diferentes espacios y rincones para disfrutar en compañía o en soledad, en distintos momentos del día. En el interior de la casa, el paisaje también resulta un placer: cada ventana ofrece una visión única y permite contemplar un escenario diferente.

    Rústico y moderno

    Lorena Ponce de León y Carolina Yoffe de Calacha. Viñedos de La Tahona

    Cuando hace casi un año Carolina Yoffe convocó a la paisajista Lorena Ponce de León, su casa de Viñedos de La Tahona estaba en construcción. Con un hijo pequeño y embarazada del segundo, Carolina buscaba un jardín funcional, para que los niños pudieran jugar sin que la piscina representara un peligro, y disfrutable para las reuniones teniendo en cuenta que su marido es un gran asador. Después de su primera entrevista en Jacksonville, Lorena comenzó a trabajar. “Los jardines son como el gran marco de un cuadro en el que hay que diseñar los espacios en ese entorno”, explicó Ponce de León a galería. La salida inmediata de la casa da hacia el parrillero y un área con césped separada de la piscina por un vidrio. Como no tienen perro, no hay cerco perimetral y los límites se fijaron con mucha vegetación dejando vistas abiertas, como por ejemplo, hacia una pequeña cañada. Las fronteras con el vecino se hicieron con madera, que además tiene la función de protección constructiva del viento del SE, que en esa zona alta de Canelones suele ser bastante intenso. El jardín, entre rústico y moderno, está pensado con canteros rectangulares buscando líneas rectas paralelas a la casa y al mismo tiempo se jugó con las curvas. En el sector opuesto a la piscina se generó un fogón de piedra con una amplia zona de reunión rodeada por ciruelos de jardín, gauras, salvias azules y arces blancos. El fogón está conformado por una secuencia de aros concéntricos de distintas texturas (piedra, césped) con un murito de contención en hormigón. Esas curvas se replicaron en el sector opuesto, con un semicírculo acotado por un fleje de hierro que dejaron oxidar para simular tierra y que funciona como límite entre el pasto y el cantero.

    Al mismo tiempo se dejó un espacio libre para colocar juegos cuando los niños sean más grandes.

    Otra característica de la zona es el suelo arcilloso. “En mis jardines no quedan charcos, no se inundan. Soy obsesiva con ese tema”, dijo la paisajista. Con su equipo trabajan para generar buenas pendientes, cámaras de drenaje y nivelación para evitar que el agua se empoce.

    Teniendo en cuenta la orientación del sol se determinó la cantidad de sombra que da hacia el jardín y hacia la construcción. El tipo de floración se eligió pensando en que la familia disfrute del jardín en primavera, otoño e invierno, cuando están más tiempo en la casa. Además, se quiso generar una sensación de campo, algo más silvestre en conjunción con el color. Para esto, la paisajista con 17 años de trayectoria utilizó lavandas, rosas blancas, dietes y jazmín de leche, entre otras.

    El jardín rodea toda la casa. En el frente se jugó con líneas perpendiculares a la construcción para generar canales de entrada. El estacionamiento quedó acompañado por cuatro árboles que crean una media sombra para los autos. Un muro-banco genera otro lugar de estar para poder ver a los chicos mientras andan en bicicleta, por ejemplo.

    La construcción del jardín llevó dos meses, en diciembre se cumple un año y será la segunda Navidad. Según recuerda Carolina, el 24 de diciembre del año pasado, Loly pasó por la mañana a colocar la iluminación en los árboles y realmente marcó la diferencia. “Estoy tan contenta, porque el pasto es como una alfombra, no pincha y los nenes pueden andar descalzos”, aseguró Carolina. “Ahora estoy copada con mi jardín. Corto las rosas, saco los yuyos. Lo disfruto mucho, es terapéutico. Un placer total”, concluyó la dueña de casa.

    Buenas plantas y macetas, con bajo mantenimiento

    Mientras estudiaba en Francia, Stefanía Vejo Damiani notó que muchas viviendas tenían balcones pequeños pero bien decorados, sin importar el espacio reducido. A su regresó, le contó sobre ello a su hermana Priscila y juntas decidieron armar un emprendimiento e incentivar a que las personas valoren y den importancia al espacio exterior. Las claves que identificaron fueron: la practicidad y el bajo mantenimiento. “Había falta de conocimiento, muchos pensaban que sus plantas no iban a sobrevivir y que requerían muchos cuidados y tiempo. Sin embargo, podés elegir un buen macetón con un lindo diseño, una planta verde de poco cuidado y ya estás”, explicó Priscila. “Antes no se le daba importancia al contenedor de la planta, nosotras quisimos reivindicar el papel de la maceta, que sea la protagonista”, agregó Stefanía.

    La empresa creada por las hermanas se llama Balcony Shop. Cada año proponen una colección de macetas de cerámica vidriada y los nombres que identifican cada modelo son de la realeza británica. Algunas son lisas, otras con texturas, hay de distintos tamaños y colores. Los clientes más tradicionales pueden optar por el blanco o el negro, mientras que los más jugados pueden elegir verde, azul o  bronce, entre otros. 

    Además de ser tendencia, las hermanas sugieren algunas plantas que nunca fallan, por ser lindas, resistentes y de fácil mantenimiento: las suculentas, los cáctus, el boj y el pittosporum, por ejemplo, permanecen siempre verdes. Para quienes piden flores, recomiendan las azaleas y las alegrías de Guinea, y para quienes prefieren el estilo palmerita una buena opción la Phoenix roebelenii y las cycas. Para los interiores sugieren la areca y la Ficus lyrata.