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    La televisión digital “no puede ser excusa” para multiplicar la cantidad de operadores, porque el mercado “no crece”

    Multiplicar el número de canales de la noche a la mañana es una “torpeza”, afirmó Eladio Gutiérrez Montes, presidente de Impulsa TDT, la asociación de radiofusores españoles que trabajó junto al gobierno para promover y desarrollar la implementación de la televisión digital en ese país europeo.

    Ex director de Radio Televisión Española Digital (RTVE) y actualmente consultor en telecomunicaciones y medios audiovisuales, Gutiérrez Montes se ha dedicado a recomendar a otros países en el despliegue de la red, y recientemente fue contratado por el Poder Ejecutivo uruguayo para asesorar a la Dirección Nacional de Telecomunicaciones (Dinatel). El mes pasado visitó Uruguay para presentar a las autoridades las conclusiones del informe que elaboró a pedido del gobierno sobre la experiencia de los países de la región en la adopción de la televisión digital.

    Gutiérrez Montes advierte que “la entrada en el escenario de nuevos actores no ha funcionado”, porque “como la torta publicitaria no crece”, los nuevos canales no son viables y son absorbidos por los tradicionales.

    “No se puede ignorar que es un mercado. Y como mercado las empresas van a pelear a muerte por defender sus intereses. Así que el cambio tecnológico no puede ser excusa para un cambio rotundo y radical del escenario de medios”, sostuvo en una entrevista con Búsqueda.

    Gutiérrez Montes recomienda al gobierno uruguayo realizar junto a los canales una campaña de comunicación “hasta asustar” a los espectadores de que dejarán de ver televisión si no cambian sus televisores por equipos digitales.

    —¿Cuán extendida está la televisión digital en el mundo?

    —La televisión digital ya es una realidad, en todo el mundo se está introduciendo y es absolutamente imparable. Estados Unidos ya apagó las señales analógicas en 2009, y han concluido buena parte de los países europeos, que ya están en un escenario absolutamente digital.

    —¿Cuál es el avance en América Latina?

    —La penetración de la televisión digital en América Latina es dispersa, el continente es un mosaico. No hay ningún país en América —excepto Estados Unidos— que haya concluido.

    Nominalmente el país más avanzado podría ser Argentina, pero existe una contradicción notable, y es que habiendo un despliegue de transmisores muy importante, el interés de la ciudadanía es muy escaso. El 75% de los ciudadanos podrían ver la televisión digital, pero el consumo es muy reducido. Esto ocurre porque no meten en la transmisión los canales que más ve la gente. Entonces, la penetración efectiva de la TV digital no se corresponde con el despliegue de la red.

    —En Uruguay el apagón analógico está previsto para el 21 de noviembre de 2015. ¿Piensa que se podrá cumplir esa meta?

    —Una vez que se adjudiquen los canales a los comerciales, será el punto de arranque de un proceso que puede ser muy rápido, porque como es un país pequeño, el despliegue de la red de difusión puede hacerse muy rápidamente. He encontrado la voluntad del gobierno de acelerar ese proceso. Pero evidentemente primero pasa por definir quiénes son los actores que van a participar en el despliegue.

    —¿En qué otros aspectos debe avanzar el país para acelerar el despliegue?

    —Uno de los temas que está pendiente es normalizar los receptores y que lo que se venda en el mercado sea apropiado para recibir las señales de televisión digital. Todavía se venden televisores que no tienen sintonizador digital, lo cual puede ser una queja del ciudadano que se ha comprado uno creyendo que es digital y resulta que no le sirve. Debería sacarse una norma que regule la venta de los receptores en el país.

    En cuatro años va a haber dos oportunidades muy buenas para el recambio de televisores: el Mundial de fútbol y las olimpíadas.

    Después, un elemento que en mi experiencia ha sido clave para la introducción de lo digital es que desde la propia televisión se anuncie que ese canal va a ser sustituido. La publicidad en el canal diciéndole al ciudadano: ‘este canal desaparecerá el día 15 de julio’, periódicamente y por todos los canales de forma simultánea, motiva a que la gente se empiece a mover.

    Hay que hacer una campaña clarísima de comunicación, primero informando de las ventajas, segundo del despliegue, tercero de la fecha de apagado y cuarto, hasta asustar: — “Oiga, si usted no se cambia, deja de ver la televisión”.

    —Los actuales operadores de televisión cuestionan que el gobierno aproveche el cambio tecnológico para modificar las condiciones de las licencias. ¿Cómo ha sido la transición en otros países?

    —Normalmente los operadores actuales han recibido nuevas licencias, y se ha aprovechado para dar entrada a nuevos actores. Ninguno de los operadores tradicionales ha desaparecido por el cambio tecnológico. Las condiciones sí han sido distintas, pero puedo afirmar que el cambio tecnológico no ha excluido a ninguno de los actores tradicionales, e imagino que aquí va a ser igual. Que les fijen otras reglas de juego, con una duración de la licencia distinta, es parte de la capacidad normativa que tiene el gobierno de turno. No es preocupante si te garantizan una perspectiva de trabajo a largo plazo y que no vas a ser excluido del negocio salvo que cometas una tropelía.

    —Los canales también han criticado la entrada de nuevos operadores, porque sostienen que saturarían el mercado. ¿Cómo fue la experiencia en España?

    —Nuestra experiencia no es precisamente la mejor. En España había dos grupos hegemónicos. Ingenuamente se planteó multiplicar por dos el numero de actores: si había dos privados en televisión abierta viviendo de la torta publicitaria, planteamos que podía haber cuatro.

    La experiencia es que los dos antiguos se han comido a los dos nuevos, con lo cual hoy estamos en un duopolio exactamente igual al que había. Pasaron ocho años y hemos vuelto al punto de partida. Encima con un agravante: tienen el 90% del mercado publicitario, cuando antes tenían el 60%, con lo que se ha aumentado el duopolio notabilísimamente. Es decir que la entrada en el escenario de nuevos actores, como la torta publicitaria no crece por dos, no ha funcionado.

    ¿Por qué? Porque el mercado no crece por cambiar de tecnología. De hecho el mercado esta reduciéndose dado que una parte de la facturación publicitaria se orienta hacia Internet y demás. Así que el cambio tecnológico no puede ser excusa para un cambio rotundo y radical del escenario de medios. Esa es mi opinión a la vista de lo que ha sucedido en otros países.

    —¿Cómo se puede entonces ampliar la oferta de canales y dar cabida a nuevos operadores sin condenarlos al fracaso?

    —Multiplicar por dos el numero de canales de la noche a la mañana es una torpeza. No se puede ignorar que es un mercado. Y como mercado las empresas van a pelear a muerte por defender sus intereses. Entrar en el mercado cuesta mucho trabajo. Arrebatar la audiencia es una tarea a largo plazo.

    Lo razonable a mi juicio es ir ensayando hasta dónde el mercado puede ser elástico. Si tratas de romper el mercado de la noche a la mañana creando un escenario de fuerte competitividad, los costos de producción se van a disparar enormemente, porque el talento es caro. Pero si al talento lo quieren comprar seis, el precio sube mucho más. Los contenidos importantes valen dinero, y si hay muchos peleando por ellos el precio sube: es una subasta. La operación de multiplicar de la noche a la mañana hace que ninguno de los nuevos canales sea viable.

    —Operadores y analistas plantean que la multiplicación de canales atenta contra la calidad de los contenidos, porque las empresas deben producir más programación con los mismos recursos. ¿Qué opina?

    —Ciertamente, al aumentar el número de canales y no aumentar la cifra de negocio, el beneficio para cada uno de los productores ha disminuido. Eso sí. Hay que decirlo. Están trabajando en un escenario mucho mas competitivo, con reducción de costos, porque tienen que hacer más con el mismo dinero.

    Pero en contra de lo que algunos analistas dicen de que la televisión abierta española ha perdido calidad, ahora hay una parrilla enorme de contenidos. Casi 30 canales nacionales en el aire. Algunos no son de interés general para el público, sin duda, pero todos tienen algo de positivo. Por ejemplo, antes en la televisión abierta no había ninguna oferta de canales de televisión para niños. ahora hay tres. Entonces globalmente la oferta es mucho más rica.

    —El gobierno uruguayo está impulsando el desarrollo de la interactividad de la televisión digital. ¿Es una buena herramienta?

    —No. Ha habido muchísimas experiencias, de todo tipo, y el resultado final es que no le ha interesado nada al público, absolutamente nada. En ningún país del mundo —y lo repito fuertemente— se ha encontrado una interactividad en televisión que haya motivado mínimamente a la audiencia. Nada. Ni de servicios públicos, ni de participación en los programas, ni de divertimento, absolutamente nada. No le importa a la gente. Lo que quiere es tragarse lo que le echan en televisión, pero ser partícipe de la televisión no le interesa a nadie.

    —Aquí también se planteó que la interactividad podía servir para acortar la brecha digital, al permitir el acceso de la población a ciertos servicios y aplicaciones.

    —Esa idea, que tuvimos también en Europa, en Japón y en EEUU, de que el televisor podía ser una herramienta de acortamiento de la brecha digital y demás, está demostrado que no sirve. Hoy estamos en un mundo distinto, un mundo donde los televisores son conectables. Y hacia ahí vamos.

    Y un país como Uruguay, con una de las penetraciones de Internet mas importante de América del Sur, no debe olvidar esa potencialidad.

    —¿La televisión digital abierta podría quedar rezagada por la expansión de los televisores con Internet, que permiten a la gente comprar on line o descargar la programación que desee?

    —No. La televisión es el centro del ocio del hogar y seguirá siéndolo. La televisión on line no va a sustituir de ninguna forma a la televisión organizada, lineal, jerarquizada y distribuida en función de unas pautas y de un análisis del programador que sabe lo que hay que dar en cada momento y demás. Sin perjuicio de que consumas determinadas películas que antes comprabas en el Blockbuster.