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    Pongámoslo así

    Editorial

    Cumplimos 16 años y, lejos de estar cómodos y satisfechos, sentimos la exigencia de los tiempos más urgida que nunca.

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    El mundo ha cambiado de forma bastante dramática (o llamémosla espectacular, por si se entiende mal el sentido) desde el 28 de setiembre de 2000, cuando, por audaz decisión de nuestro entonces director (hoy columnista de Búsqueda y crítico estrella de las páginas de gastronomía de esta revista) Danilo Arbilla, salíamos con aquellas modestas 48 páginas en colores. Escandalizamos a un montón de gente: Búsqueda, el semanario de la seriedad por excelencia, sacando una revistita de colores con fotos de moda y de sociales. No era para menos.

    Estuvimos un tiempo explicando para afuera que se podía ofrecer (o aspirar a ofrecer) buen periodismo de entretenimiento, que la moda se podía tomar en serio, que el diseño de interiores —además de ser una industria— era motivo de interés precisamente para lectores cultos e informados y, por sobre todas las cosas, que los uruguayos estábamos necesitando vernos en actividades sociales, culturales, empresariales, que no podían reflejarse desde un soporte en blanco y negro.

    Para adentro tuvimos que explicar que todo aquel gastadero de dinero en unos días de ya preclara crisis para el país (que llegaría, y con una fuerza poco prevista 22 meses después) iba a dar sus réditos en el futuro (bah, eso lo explicaba Arbilla ante el susto y el escepticismo de casi todos nosotros), pero que había que esperar. Que estas cosas no se imponen de un día para otro, y que si se quiere hacer más que sobrevivir, las inversiones son necesarias, aunque al principio duelan un poco.

    Mientras ese proceso, efectivamente, se fue dando y galería fue pasando a formar parte de un dúo exitoso con su publicación madre (o padre, más bien) Búsqueda, el mundo vio el horror de las Torres, la llegada del primer presidente negro de Estados Unidos, el ascenso, apogeo y caída/trastabilleo de los populismos en América del Sur, los tres gobiernos del Frente Amplio en Uruguay con el estrellato internacional de José Mujica, el éxito de la Celeste en Sudáfrica y la Copa América al año siguiente, pero también el nacimiento y multiplicación por cientos de millones de usuarios de las redes sociales y la universalización digital de nuestra vida.

    La comunicación, nuestra área profesional, por tanto, tuvo un cambio de códigos, una democratización como no se había visto nunca, a tal punto que transformó el planeta entero (o casi) en una especie de ágora griega o mesa de boliche, porque hay de todo, como sucede cuando la libertad es prácticamente irrestricta (y está muy bien, al menos para los que creemos en la libertad aun a sus costos) y conlleva —y contrae— los contratiempos de la libertad irrestricta. Esos cambios, además, han implicado fuertes giros en las economías del mundo, creando millonarios que tuvieron ideas o vieron determinados negocios que nunca existieron en un rubro muy nuevo y en permanente renacimiento, obligando a casi todos a reciclarse para no morir, y a otros quejándose de unos cambios que ya no tendrán vuelta atrás o tratando de sobrevivir aferrados a unos mástiles que, tarde o temprano, entrarán al agua con toda la embarcación.

    Los medios tradicionales profesionales nos hemos dedicado más que nunca a reivindicar nuestra preparación y entrenamiento para ordenar y dar respaldo y credibilidad a la enorme masa de información que circula en todas direcciones y, a la vez, intentando que en nuevos soportes esto resulte en ecuaciones económicas válidas para las empresas (y para los periodistas, para que no tengan, por ejemplo, que regalar su trabajo calificado en unos blogs que a veces restan audiencia a los mismos medios de los que sacan su sustento). Los desafíos no son fáciles, pero quizás esto es lo que los hace más apasionantes. La Humanidad —cuyos avances científicos y tecnológicos siempre significaron una vida mejor para un mayor número de personas— va a encontrar la síntesis y el punto medio. Todos tendremos que responder a nuestros propios Uber con creatividad, talento y respuestas que, si no estuviéramos ante estos desafíos, nunca nos pondríamos ni a buscar.

    Haremos lo posible para que esta revista que nació de un acto de audacia y de una idea meditada y acertada pueda estar a la altura de esos desafíos en lo que viene.Gracias a nuestros lectores de siempre, a los avisadores de antes y de ahora, y a los miles de personas que nos entregaron su confianza dándonos entrevistas, información, o posando para trabajos fotográficos en estos 16 años.

    Y gracias, personalmente, a nuestro director, Claudio Paolillo, por su confianza absoluta en cualquiera de mis embarques desde que tomamos solos esta posta, en 2010, y sobre todo por su amistad, que ya pasó las tres décadas.