El proyecto se echó a andar con una fecha límite: julio de 2017. En noviembre del año pasado, cuando empezó el rodaje que duraría 36 días —algo más de lo usual por tener un reparto en el que predominarían los niños, y por lo que se dividió en más jornadas, con menos horas de trabajo—, la fecha no se veía tan lejana, había mucho por hacer en muy poco tiempo. El día llegó, y el equipo de Mi mundial alcanzó la meta con su película lista para estrenarse en plenas vacaciones de julio, cuando los niños suelen llenar las salas de cine en busca de entretenimiento calefaccionado.
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La película está basada en la novela homónima de Daniel Baldi —publicada en 2010 y ganadora del Libro de Oro ese año y el siguiente–, el séptimo del autor y exfutbolista, y es, según su director Carlos Morelli, un coming of age; un género que se caracteriza por registrar un momento de transformación para el personaje.
“El proyecto me encantaba desde el día que leí el libro, y ahora que estoy viendo lo que está proponiendo Carlos como director y lo que está sucediendo con los actores estoy más feliz todavía; me da la sensación de que estamos haciendo una muy linda película”, contó Lucía Gaviglio, la productora, que solía acompañar a su hermano menor y a su padre a las canchas de fútbol infantil.
Facundo Campelo protagoniza Mi mundial, filme sobre un niño con un gran don para el fútbol que, al ser reclutado por un contratista, abandona la escuela, descuida a sus amigos y se convierte en un jugador “comilón” de la pelota. Volverse la principal fuente de ingresos de su familia le resta autoridad a su padre, que no sabe muy bien cómo manejar la situación, mientras el niño avanza en una carrera que parece llevarlo a la consagración hasta que algo tira abajo todas sus ilusiones y lo obliga a reconciliarse con el que solía ser antes del éxito. Candelaria Rienzi como su gran amiga Flor, Néstor Guzzini y Verónica Perrota como sus padres, César Troncoso como el papá de Flor, y el brasileño Roney Vilella como el contratista, completan el elenco de esta apuesta uruguaya por el cine infantil, en la que se invirtieron unos 800.000 dólares.
Del libro a la película. “Había visto el tráiler, pero me había negado a ver la película porque quería que me sorprendiera el día de la función”, dijo a galería Daniel Baldi. El autor vio por primera vez la producción basada en su obra poco antes de su estreno comercial, y encontró reflejado el “espíritu” de su libro. “Tiene cosas muy distintas, pero el mensaje y la sensibilidad con que estuvo escrito el libro creo que se refleja en la película, y eso está muy bueno”, contó el exfutbolista; “en definitiva, la historia, el camino del protagonista, es lo mismo”.
Carlos Morelli, director de la película, fue también el responsable de escribir el guion. El uruguayo afincado en Berlín se desempeña fundamentalmente como guionista, escribiendo y asesorando para mejorar algunos proyectos en desarrollo. Mi mundial es su primer largometraje como director, y una de las bases de su trabajo fue respetar al que sería el público de su película: los niños. “Es un público que tiene los códigos cinematográficos muy aprehendidos, que entienden de subtexto; hay que hacerla lo mejor posible. Sería un error pensar que una película requiere un código menos elaborado por ser para niños”, dijo el realizador.
Tito. Desde el comienzo, Morelli tuvo claro que Mi mundial sería una película “de personaje”. “Muchas películas deportivas tienen muchas escenas de fútbol, o de deporte descontextualizadas, y acá todo tiene que ver con la historia, porque entramos a ver la final para ver cómo él no pasa la pelota, y no la pasa porque lo que quiere es conseguir un pase a Brasil y porque el hombre que lo representa le dice: ‘No pases la pelota, tenés que meter el gol vos porque si no, no sirve’. Son todos los vicios del fútbol, de alguna manera”, explicó.
Por eso, la elección del protagonista era un tema prioritario. Facundo Campelo, jugador de séptima de Wanderers de 14 años, debutó como actor en la película. Quedó elegido después de una búsqueda que llevó a Bruno Aldecosea e Inés Lage, de Stage Casting, a visitar todas las formativas de equipos de fútbol en lugar de escuelas de teatro. “Vimos como a 200 niños porque tenían que poder jugar a la pelota y tener expresividad, forma de comportarse, de verse, y ciertas cualidades a la hora de transmitir cosas a través de la mirada y la expresión”, explicó Morelli, que siguió parte del proceso de casting desde Berlín. “Cuando vine probé una lista reducida, los entrevisté e hicimos muchos ejercicios para ver cuál era la creatividad emocional que tenían para interpretar. Y hay una parte intuitiva también, y me parece que elegimos bien, porque nos ayuda muchísimo a contar la historia con sus expresiones y sus miradas”.
Para Baldi, creador de Tito en la novela, el personaje “está muy bien logrado, y el de Flor (Rienzi) también”. “Cuando escribí a Tito me lo imaginaba muy similar a como está en la película, así que fue un acierto”, opinó.
En la película no se mencionan cuadros tradicionales de Uruguay: un equipo se llama Unión de América y el otro San Antonio. Tiene que ver con la proyección de la realización, que no solo excede a Uruguay, sino también a sus países coproductores —Brasil (con Panda Filmes) y Argentina (con Pensa & Rocca)—, y que hace más viable una película ambiciosa. “Como vimos que el fenómeno es continental, esta historia funciona perfectamente en Colombia, en Brasil, en Chile, en Argentina, en Ecuador. Pasa esto constantemente con los chicos que juegan al fútbol, porque es la misma pasión por el fútbol en todos estos países”, dijo Morelli.
La película se proyectará además en una versión de accesibilidad audiovisual, es decir, con audiodescripción, traducción a lengua de señas y subtítulos, en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño, desde este jueves 29 al domingo 2 de julio, a las 17.30 horas.
Primeras impresiones
Antes de su estreno en cines, algunas personas vinculadas al fútbol accedieron a ver Mi mundial en calidad de preestreno. Uno de ellos fue Andrés Scotti, exjugador de la selección uruguaya, que pese a no haber pasado por las peripecias que atraviesa Tito, el protagonista de la película, dijo sentirse muy emocionado por la historia. “(…) Me tocó personalmente porque hay muchas cosas que viví con relación a todo el proceso que me derivó hacia mi profesión durante muchos años”, contó, y agregó que al no pasar por las inferiores nunca sintió la presión del éxito en la infancia, sí la vio “en padres o en amigos que en la preadolescencia se volcaron a equipos de fútbol”. “El problema del baby fútbol son las presiones que les meten los adultos a los niños”, dijo, por lo que le “encantó” el “mensaje para niños, adolescentes y principalmente para los adultos” que da la película.
Según Óscar Washington Tabárez, el director técnico de la selección, Mi mundial “tiene el mérito de recoger muchas historias y muestra una realidad de nuestro país, del fútbol infantil y juvenil”; “tiene muchas vertientes: primero la dimensión social, (…) habla de las penurias, de las dificultades, de cómo el niño, sin quererlo ni él ni su familia, se transforma en la posibilidad de futuro de su familia y esto es una carga pesadísima. Habla también de cómo es este tránsito del fútbol infantil y juvenil (…), que trae cierta fama y en nuestro país eso es una señal de ascenso social, que los niños y jóvenes lo ven y, como no saben manejarlo, también es una carga dura”, comentó. Tabárez también hizo referencia al desarraigo que sufren los niños que llegan a Montevideo para apostar por una carrera en el fútbol, y a la importancia de la historia para hacer reflexionar sobre un asunto que hoy está muy presente: “Es un problema que necesita que mucha gente del deporte, de la cultura en general, de la política, del cine, se ocupe de él y lo divulgue, para que los chicos estén más protegidos frente a todas las cosas que todavía no están bien”, concluyó.