Un “luchador nato” por la libertad de expresión que hizo escuela en muchos; así era Claudio Paolillo para director ejecutivo de la SIP

Exdirector de Búsqueda, Paolillo también ocupó cargos destacados dentro de la SIP: fue vicepresidente regional para Uruguay de la SIP (2004-2009), miembro de su Junta de Directores (2008-2017), integrante del Comité Ejecutivo (2009-2017), presidente de la Junta de Gobernadores del Instituto de la Prensa de la SIP (2011-2017) y presidente de la comisión de Libertad de Prensa e Información de la organización (2012-2017).

—¿Cómo y cuándo conoció a Claudio Paolillo?

—Lo conocí hace muchos años dentro del contexto de nuestras asambleas, cuando Claudio empezó a participar en conjunto con Danilo Arbilla. Rápido se dio a conocer porque participaba en todos los debates y ya se le veía un periodista con cohesión en sus pensamientos sobre libertad de prensa, mucho conocimiento, práctica y muy apasionado.

—¿Qué representaba Claudio en la SIP?

—Era un luchador nato, un líder con argumentación lógica sobre cada principio de libertad de prensa que defendía. Todo lo fundamentaba y defendía. Era muy detallista. Le gustaba que se agotasen todos los puntos de vista sobre un tema y una denuncia y ponía un broche con una conclusión categórica —y por supuesto subiendo el tono de voz. Era su estilo. En muchos de nosotros, Claudio hizo escuela, era didáctico y le gustaba enfrascarse tanto en los temas más simples como en los más complejos; estos últimos eran los que más disfrutaba. Leía mucho, incluidas las letras chiquitas o escondidas o disfrazadas que tenía cada tema. Además era intuitivo, gozaba de un carácter cuasi político y le fascinaba debatir.

—¿Qué anécdotas recuerda que ejemplifiquen esa personalidad?

—Recuerdo muchas discusiones mano a mano con algunos presidentes y hasta zarpazos que les tiró a varios fiscales en Colombia que daban muchas vueltas para no contestar porque un caso de un asesinato seguía impune. Tenía buena memoria y asociaba lo que le decían en otras entrevistas y contextos con la discusión del momento. Le fastidiaba mucho la hipocresía y la respondía con sarcasmo, no claudicaba fácil cuando lo querían engatusar. Cuando algún tema nuevo lo desbordaba, como el derecho al olvido en sus orígenes, creaba una comisión de expertos para que investigaran y le ayudaran a entender el asunto. Siempre, ante cada conflicto sobre libertad de prensa o ética en que se enfrascaba como contra Evo Morales, Cristina Kirchner o Hugo Chávez, o en la redacción de un medio discutiendo con los periodistas, siempre me decía contento que ya tenía otro caso para sus alumnos.

Era muy futbolero. Por ser yo argentino, de River, simpaticé siempre con Nacional, pero Claudio se cercioró de hacerme “violeta”, lo que logró después de cumplir con su promesa de traerme la camiseta de Defensor.

—¿Qué importancia le otorga a Paolillo en la defensa de la libertad de expresión en las Américas?

—Claudio dejó un buen legado y una forma de defender la libertad de prensa y de enseñar por qué es importante en la vida y para la sociedad. Y que cada caso, ya sea el dilema que tiene que vivir un periodista de un pequeño diario del Uruguay, es tan importante como el periodista de mayor reputación del The New York Times. Todo era importante, serio y que valía la pena meterle ganas porque todas las situaciones ayudaban a fortalecer la libertad. Se sentía muy cómodo en la SIP porque compartía la misión y la visión de la organización, y defendía esos principios con garras.

—¿Qué enseñanzas deja para la SIP y para el periodismo?

—Veía y sentía la profesión de periodista como la fuerza que podía cambiar el mundo o modificar una pequeña comunidad. Se disfrutaba a sí mismo como periodista. Creo que para muchos, Claudio era el sinónimo del buen periodista, le gustaba hablar mucho de los hitos del periodismo que cambiaron la historia, que pusieron a muchos a raya y le encantaba la mística periodística, hablar de periodismo.

—¿Cómo ve el futuro del periodismo y de la libertad de expresión en el continente? ¿Cómo se sigue hacia adelante?

—El periodismo es una profesión cada vez más necesaria y trascendente, más en épocas de caos y saturación informativa como la actual. El solo hecho de iluminar lo que muchos buscan esconder y fiscalizar la gestión pública es una tarea que siempre requerirá de periodistas. Y la libertad de expresión es como la felicidad, siempre inal­canzable, siempre un ideal por el que habrá que seguir luchando hasta en las sociedades más organizadas y desarrolladas.