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    Un recinto portuario al lado de la vía y la frontera puede convertir a Rivera en un hub de mercancías y “no solo” un centro de free shops

    AFE correrá dos trenes semanales de Rivera a Montevideo para integrarse como “solución logística” con miras al “puerto seco”

    En las calles de Rivera conversaciones en portugués y español se mezclan todo el tiempo. Incluso los dos idiomas suelen cruzarse en la voz de una misma persona y dentro de una misma oración. Pero al caminar por Sarandí, la calle principal, se puede distinguir muy fácil a brasileños de uruguayos. Los que caminan por la avenida, plagada de comercios, cargando varias bolsas en sus manos y entrando a una tienda tras otra, esos son los que vienen del otro lado de la frontera.

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    Muchas de esas tiendas son free shops, donde los brasileños pueden comprar sin impuestos. Como si un rumor se fuera corriendo, cuando pasa el mediodía la gente se empieza a multiplicar en el centro, hasta que cae el sol y los comercios empiezan a bajar las cortinas.

    Los riverenses, en teoría, no tienen la suerte de los free shops, pero la trampa ya está hecha. Cuando quieren hacerlo, solo tienen que recurrir a brasileños que alquilan sus documentos.

    Los free shops fueron claves para el crecimiento que experimentó el departamento en los últimos años. Así lo evalúa el viceprefecto de Santana do Livramento, Edu Olivera, que sostuvo, durante una charla en la Intendencia de Rivera el jueves 16, que la ciudad “se movió” cuando implementó una política diferenciada de impuestos y mercaderías.

    “Los free shops trajeron un escenario totalmente diferente. Transformaron la frontera y transformaron a Rivera”, opinó.

    La charla en la Intendencia de Rivera, organizada por la empresa CCM, tenía como tema central otro emprendimiento para el departamento: el “Puerto Seco de Rivera”. La idea es instalar un recinto bajo el régimen de puerto libre que permita captar cargas —sobre todo brasileñas— que luego sigan viaje hacia su destino por distintos medios de transporte.

    El proyecto entusiasma a Olivera, que ve en él “una nueva oportunidad” para los gobiernos de Rivera y Santana do Livramento. La posibilidad de un “puerto seco” en la zona lo hace “soñar” con que la frontera se desarrolle también como “centro de distribución de mercancías” y “no solo de free shops”. Por eso al cerrar su intervención le dijo al ministro de Transporte, Enrique Pintado —que también estaba en el evento—, que “cuente con el apoyo político” de su ciudad.

    El intendente de Rivera, Marne Osorio, resumió en la conferencia las características del departamento que a su entender le dan potencial para alojar el emprendimiento. Entre ellas destacó su ubicación, pegada a la economía más grande de la región y “cercana al corredor bioceánico”, la “matriz productiva diversificada”, un “nivel de servicios que día a día gana en calidad y profesionalismo”, industrias madereras, cárnicas y mineras “con muy buena tecnología”, infraestructura “importante en carreteras” y “fuertes inversiones” que comienzan a hacerse en el ferrocarril.

    Pero por sobre todas destacó una que “emana de la propia comunidad” de la zona: la integración. “En esta frontera resulta natural la integración. No se tiene que trabajar para poder implementarla”, dijo.

    En el mismo sentido, Olivera valoró que mientras desde “todas las fronteras llegan noticias de guerra y de muertes” allí se sientan juntos y discuten “qué puede hacer uno por el otro y cómo gobernar las dos ciudades de la mejor manera”.

    “Malucos” y “sueños”.

    A Pintado no le convence la denominación de “puerto seco” porque —bromeó— agrega “una perla más de cosas sin sentido que tiene Uruguay”, como la cárcel en Libertad y el cerro Chato. “Esto es un área logística portuaria externa, eso es un puerto seco. Es un área logística facilitadora de la conexión, en primer lugar, de Brasil con el puerto de Montevideo. Y pongámosle un poco de marketing al nombre”, añadió.

    Para el vicepresidente de la Administración Nacional de Puertos (ANP), Juan José Domínguez, el régimen de puerto libre —que deja a la mercadería exenta de tributos mientras permanece en el puerto— será el “punto de partida” para comenzar a “atraer” la carga y “viabilizar el proyecto”.

    Luego de que se descartara semanas atrás la posibilidad de instalarlo en Paso Ataque, una localidad situada a 30 kilómetros de Rivera, el jerarca nombró algunas condiciones que tendrá el nuevo predio que comprará la ANP. Será un predio de “no más de 25 hectáreas, pegado a las vías del ferrocarril y lo más cercano a la frontera con Brasil que sea posible”.

    Fuentes del gobierno informaron que la zona donde se va a instalar está cerca de la zona franca de Rivera y estiman que el predio puede costar entre U$S 300.000 y 400.000.

    Una consultoría contratada por ANP en 2011 para estudiar la viabilidad del “puerto seco”, a la que accedió Búsqueda, encontró una “importante potencialidad al proyecto”. El informe de la Asociación Internacional de Profesionales de Puertos y Costas sostiene que se pueden captar 1,84 millones de toneladas de cargas regionales en un escenario pesimista y 2,14 millones en una hipótesis optimista. El estudio divide al proyecto en tres etapas, una para consolidar tráficos entre Brasil y Uruguay, otra para cargas entre Brasil y Argentina y la última para tráficos internacionales y regionales.

    La empresa de logística Lobraus, que hoy trabaja desde el puerto de Montevideo, ya planea plegarse al proyecto de puerto seco. De hecho, tiene planificada una inversión superior a U$S 40 millones para instalar un depósito de 6.000 metros cuadrados donde montar “un centro de distribución para los países del Mercosur”. Para el presidente de la compañía, el brasileño Renato Ferreira, Rivera es “la solución natural para el mercado congestionado brasileño, una alternativa para el tránsito a la Argentina y una ruta competitiva para Paraguay y Bolivia”.

    Cuando estaba por cerrar su intervención en la conferencia, Ferreira anunció que quería antes “hablar de sueños”. Preguntó al auditorio cuántos soñaban de niños tener una bicicleta. “¿A cuántos se les cumplió? A todos, ¿no?”, inquirió.

    Después recordó a Thomas Edison, a quien, según dijo, muchos trataron de loco en su época. “Gracias a ese maluco hoy tenemos todo esto”, agregó, señalando la iluminación de la sala.

    “¿Por qué no pensar en Rivera como una plataforma de distribución? Es un sueño, una idea”, concluyó.

    “Bastante lejos”.

    Más alejado de los sueños, el presidente de AFE, Jorge Setelich, cree que las cargas que pueda captar el emprendimiento en Rivera son por ahora solo “oportunidades” para su empresa. Es que, según reconoció el jerarca en la conferencia, la ferroviaria estatal está hoy “bastante lejos de colmar las expectativas y llegar a los resultados que se esperan”.

    Sobre la situación actual de AFE en Rivera, Setelich recordó que está “quedó terminada” la interconexión ferroviaria con Brasil. Para salvar la diferencia de trocha —ancho— de las vías uruguayas y las brasileñas se colocó un tercer riel que permite transitar los trenes de las dos empresas en el tramo de la estación Rivera a la de Livramento.

    Eso permite que trenes de AFE avancen hasta Livramento y hagan allí trasbordo de la mercadería y viceversa. Pero para que la interconexión sea fluida, dijo Setelich, el proceso será “gradual porque ALL —compañía ferroviaria brasileña— tiene asimetrías bastante importantes con AFE”.

    Como medida para “ir integrando al ferrocarril a la demanda y al flujo de mercancías de la región”, Setelich anunció que a partir de junio correrán “dos trenes semanales” de Rivera al Puerto de Montevideo. Los servicios serán exclusivos para contenedores y correrán aunque no haya suficiente demanda. La idea es que los empresarios comiencen a ver a AFE como una alternativa de transporte.

    “Va a llevar un plazo importante que AFE pueda convertirse en un actor logístico importante. No obstante, creo que este tipo de iniciativas, como la de generar conexiones regulares de Rivera con Montevideo, es un puntapié que puede ayudar a que el ferrocarril se vaya integrando en las soluciones logísticas”, evaluó.

    19 horas.

    La estación Rivera se mantiene ajena al vértigo de las compras del centro de la ciudad. En el mediodía del viernes 17 una mujer le habla en un “portuñol” aceleradísimo a un guardia de la empresa Securitas, y cada tanto mira por el rabillo del ojo para controlar a su niño, que juega enérgico, tirado en el piso. Dos perros, echados al sol en el andén, también lo vigilan con los ojos fijos y desganados.

    Sobre las vías esperan unos veinte contenedores, que a las 23 horas partirán rumbo a Montevideo.

    La noche es helada y los contenedores siguen esperando en las vías totalmente oscuras, mientras en la remesa surten de aceite y gas oil a la locomotora que los empujará. En una oficina cuatro funcionarios de AFE se resguardan del frío.

    En total trabajan allí cerca de 20 funcionarios. En la década del 80, cuando entraron a la empresa los cuatro que ahora charlan en la oficina, había en la estación 32 funcionarios sólo para el cargo de peón. Hoy apenas hay seis peones.

    El encargado de turno, Ruben Sosa, llena, con movimientos suaves y letra prolija, formularios con información del viaje que partirá en breve. En poco tiempo los formularios se cambiarán por un monitor y su lapicera por un teclado; un profesor vendrá a enseñarle cómo usar la computadora. “Ya vino Antel a hacer la conexión de Internet”, comenta minutos después de enviar un fax.

    Faltan sólo dos contenedores para completar los 25 que viajarán. Cuando llega el camión, que los traslada de a uno, se detiene frente a un vagón vacío, despliega unos enormes brazos y comienza a acercarlo hasta apoyarlo a la perfección. Entre el viaje hasta la estación y las maniobras lleva una hora cargar cada contenedor.

    “Hace tres días que están cargando este servicio. Menos mal que va a correr dos veces por semana nomás”, bromea uno de los peones de AFE, que viste un mameluco anaranjado. Se trepa con dificultad a un vagón para poner el precinto en el contenedor; a pocos metros sus compañeros se ríen y le dicen que tiene que adelgazar.

    Recién a la una de la mañana el tren abandona la estación haciendo sonar el silbato. El maquinista y el acompañante —al que llaman piloto— viajan en silencio. La refacción de las vías permite ahora avanzar a 40 kilómetros por hora en el tramo que antes se transitaba a entre 15 y 25 kilómetros por hora. Aún con la mejoría, recorrer los 556 kilómetros que separan Rivera de Montevideo lleva 19 horas de viaje.

    Sobre las cinco de la mañana el tren llega a la estación de Tacuarembó. El maquinista cierra la puerta y le comenta al guardia de la estación que “el diablo nunca descansa”, antes de perderse en la oscuridad. Por la cabina, ahora vacía, pasarán tres parejas más de maquinista y piloto antes de que, en algo más de quince horas, la hilera de contenedores que carga se asome al puerto de Montevideo.