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Adrián Suar y Diego Peretti son una dupla imbatible en Inmaduros

Después de 26 años, los actores volvieron a compartir escenario con el estreno de Inmaduros, la obra que sacudió la taquilla en Argentina y llega a Uruguay este viernes 23 de junio
Editora de Sociales de Galería

Uno más uno es dos. Fuera de la aritmética, sin embargo, las sumas abren otro mundo de posibilidades. Un león más una gacela que luego termina en su estómago, o una pareja que no es compatible o la mezcla de componentes como vinagre más bicarbonato de sodio (no probar en casa) son sumas que más bien restan. Y después están aquellas que fuera de la matemática dan mayores resultados que dentro de ella. 

Adrián Suar y Diego Peretti podrían ser solo dos actores que comparten escenario, pero juntos están produciendo resultados de esos que parecen estar muy por fuera del campo de la lógica.

En 2022 estrenaron la obra Inmaduros y las más de 230.000 personas que fueron a verla se encargaron de convertirla en el espectáculo más visto de Argentina ese año. “Cuando las experiencias son lindas tenés ganas de que se prolonguen”, dice Suar, productor y actor de reconocidos títulos como Un novio para mi mujer, Dos más dos y Me casé con un boludo. Cuarenta y dos años después de su primer casting televisivo y numerosos éxitos, Suar se anima a reconocer que nunca vivió un fenómeno como el del espectáculo creado por Juan Vera y Daniel Cúparo, dirigido por Mauricio Dayub. Efectivamente, la experiencia era demasiado buena como para convertirla tan pronto en un recuerdo. En 2023, entonces, volvieron a la carga con la gira que un miércoles a la noche los lleva a conceder entrevistas a una decena de medios uruguayos y argentinos en el hotel Enjoy de Punta del Este, donde estrenarán la obra el viernes 23 de junio.

En Inmaduros Suar interpreta a Alfie, un publicista separado, con un hijo al que apenas ve y pánico a cualquier tipo de compromiso afectivo. Por su parte, Peretti es Fideo, un psiquiatra muy conservador que afronta la separación de un matrimonio de 25 años con su primera novia. A priori, el argumento no parece ser un componente que baste para explicar semejante suceso teatral. 

<em> Foto: Adrián Echeverriaga</em>Foto: Adrián Echeverriaga

Suar y Peretti hablan del boca a boca, del público predispuesto a la comedia, del “buen gusto” para tratar las diversas temáticas y del elenco que los acompaña, formado por Pata Etchegoyen, Carla Pandolfi, Jessica Abouchain y Ariadna Asturzzi. Y se limitan a decir con cierto automatismo que son “una buena dupla de comedia”, omitiendo los puntos de fuerte conexión y a la vez diferenciación que existe hace décadas entre ambos. 

Pasaron 26 años desde la última vez que compartieron escenario. Poliladron fue la serie —y posterior obra de teatro— con la que Peretti dio sus primeros pasos como actor profesional tras dejar la psiquiatría. Cuenta que era “un burrete” cuando Suar lo vio en una obra de teatro y lo llevó a la televisión a interpretar al Tarta en aquella serie policial. “A partir de ahí yo establecí nuevas coordenadas en mi vida”, relata a Galería el actor que sostuvo el auge que alcanzó con Los simuladores (2002) en otras series y películas como El reino; No sos vos, soy yo; Tiempo de valientes; Wakolda; El robo del siglo, y La ira de Dios, entre otras. Además de descubrir a Peretti, con Poliladron Suar concretaba su primera producción de Pol-ka, empresa que fundó en 1994. 

Veintiséis años después, el escenario los reencuentra una vez más dando nuevos pasos. Entre el boom de Inmaduros, Suar debutó como director con 30 noches con mi ex, mientras que Peretti está preparando su ópera prima en la dirección con La muerte de un comediante, una película financiada a través de crowdfunding (financiamiento colectivo). A sus fieles seguidores, tranquilidad: ni se les cruza por la mente abandonar la actuación. 

¿Cómo se definen como dupla?

Diego Peretti: Creo que somos una dupla de comedia buena buena, con un buen material como este. Somos graciosos como personas, creo, y lo sabemos explotar como un buen material de comedia. 

<em>  Con 230.000 espectadores, la obra se convirtió en el espectáculo más visto de Argentina en 2022. </em> Con 230.000 espectadores, la obra se convirtió en el espectáculo más visto de Argentina en 2022. 

¿Cómo fue reencontrarse en el escenario después de tantos años? Diego, ¿se reencontró con otra versión de Adrián? Adrián, ¿se reencontró con otra versión de Diego?

D. P.: Más o menos. Yo me encontré con el Adrián de siempre. 

Adrián Suar: Lo mismo, con el paso del tiempo, la vida, las experiencias, avances y retrocesos de cualquier individuo, con lo que trae en esta vida y lo que vas haciendo con esa masa que es tu propio cuerpo, pero más o menos la esencia es la misma. 

¿Proyectan algún nuevo trabajo en conjunto?

A. S.: Sí, seguramente. Si nos da el tiempo… Porque cuando son experiencias buenas —hay de las que te marcan a favor y en contra—, tenés ganas de que se prolonguen. Él seguramente hará otra cosa, yo otra cosa, y vamos a juntarnos para volver a repetir esa experiencia que fue buena, nos divertimos, nos queremos, la pasamos bien, podemos estar abajo del escenario y no aburrirnos. 

¿Qué aprenden el uno del otro?

D. P.: De él, además de que es un comediante bárbaro, aprendo comportamiento, si querés; relaciones, formas de tratar bien (a la gente) en tensión, en el nerviosismo del trabajo. Él mantiene una línea de tranquilidad y de paz con problemas que a mí no me dejarían dormir durante un mes; él los maneja muy bien. No pícaramente, sino bien. Yo aprendo de eso. 

A. S.: De Diego, el enfoque. Este fue un proceso muy lindo, creativo, él le metió mucha mano al espectáculo, supo visualizar rápidamente las zonas que había que trabajar más. Y eso le hizo muy bien al espectáculo, porque todos podemos dar un diagnóstico de un material, y es válido, pero no siempre es bueno el diagnóstico. Hay médicos que son buenos y hacen un mal diagnóstico. Pasa en nuestro oficio, gente que habla y da un pésimo diagnóstico de nuestro material. Cuando das un buen diagnóstico, como fue el caso de Diego en Inmaduros, todo se hace mejor.

Ambos están además debutando como directores. ¿Eso los lleva inevitablemente a “meter mano”?

D. P.: “Algo entiendo de estructura teatral, o de estructura dramática. Entonces cuando estoy con producciones en las que se me escucha, me puedo expresar bien, y generalmente sirve alguna de las cosas que puedo decir. Ahora, como director (de cine), por ejemplo, trabajo en un guion escrito por mí pero también por Hernán Casciari y Christian Basilis, que son autores que entienden mis aportes. La experiencia hace que yo también conozca más, entienda más. Es algo que no me pasa desapercibido. Me gusta el armado dramático de la historia que voy a contar. Me gusta, tengo mi forma de verlo, y me meto en los guiones a los que considero que les hace falta. Y en general, acierto en algunas cosas. 

¿Se ven rumbeados cada vez más hacia el lado de la dirección?

D. P.: Yo no. Yo, actor. 

A. S.: No, yo tampoco. Voy a dirigir, pero sin perder la actuación. 

¿No proyectan que la dirección vaya a ocupar algún día un mayor peso que la actuación?

D. P.: No, me agota mucho la dirección. Es la profesión más agotadora del mundo del arte, y la más completa también. Creo que el director de cine tiene que tener una cantidad de aristas para ser un buen director que no veo en otra profesión artística. 

A. S.: La dirección es muy difícil, pero a mí me gusta mucho. Seguramente coquetearé con la dirección, haré un par de películas más, si puedo.

¿Se reconocen Inmaduros en algún punto? ¿se identifican con el título de la obra?

D. P.: La inmadurez tiene que ver con la diferencia entre lo que desea ser alguien y lo que parece, y cuando unís esas dos cosas te transformás en un hombre, o en una mujer, en alguien maduro. Yo, más allá de los estándares de madurez externos, creo que mi deseo, lo que soy y lo que parezco, más o menos están juntos, entonces me considero una persona madura, desarrollada, o que estoy desarrollándome. Eso me lleva a pensar que la madurez no es algo estático, de “soy o no soy inmaduro”, sino que la voy construyendo. En ese sentido me siento bien conmigo mismo. 

A. S.: También, lo mismo. 

<em> Inmaduros se presenta este 23 de junio en Uruguay, en </em><em>Enjoy de Punta del Este. </em>Inmaduros se presenta este 23 de junio en Uruguay, en Enjoy de Punta del Este. 

En la obra, el grupo de mujeres los interpela constantemente con temas como el feminismo y machismo, nuevas formas de vincularse. ¿Cómo la obra los interpela a ustedes? Si es que lo hace.

A. S.: Obviamente, sobre todo al entrar desde la comedia, lo pensamos, nos interpeló. Pero tampoco nos censuramos por la mirada externa y contemporánea de todo lo nuevo que fue pasando y los cambios; (no sentimos) la imposibilidad de hacer comedia. Alfie, mi personaje, tiene un pensamiento un poco entre machista, anticuado y antiguo respecto al personaje que hace Ariadna, y la pelea que se produce en el escenario me gustó jugarla a fondo; sin la capa de lo políticamente correcto de cómo me gustaría que vean al personaje de Alfie, sino tirándome a la pileta y que la voz de ella se ilumine más en contraposición de las barbaridades que dice el personaje.

¿Es más difícil hacer comedia hoy que hace unos años, cuando arrancaron?

D. P.: La buena comedia es buena comedia. Yo no veo que sea…

A. S.: Yo tampoco

¿Y qué pasa con la predominancia de la corrección política?

D. P.: Lo que pasa es que una cosa es el machismo femicida y otra cosa es el machismo del resabio cultural de personas que quedan con un discurso, pero que no son malas personas. Con eso se puede hacer humor, con ese offside. Perá, perá, ¿pero si yo hasta ahora podía meter goles acá? Es un collage de culturas que va pasando de generación en generación. Y se puede hacer humor, claro que se puede hacer humor. Y tiene buen gusto esta obra para hacer humor. Ahí hay un acierto; tiene buen gusto para tratar estos temas. No se descentra. Y son dos personajes deconstruidos hacia el afuera. Ninguno es un ganador. Los ves que están tratando de comunicarse con lo que tienen y con lo que pueden, entonces cuando aparentan ser lo que no son, te causa gracia. 

El acierto es indiscutible: batió récord de espectadores. ¿Cómo explican el fenómeno?

D. P.: Por esto que te acabo de decir. ¿Estoy hablando mucho? (le pregunta a Suar) Avisame.

A. S.: No, perfecto, me encanta

D. P.: El espectáculo no es pretenciosamente ideológico, de decir “las cosas son así”. Navega en que puede ocurrir una cosa absurda como esta, ¿y qué pasa? Es la vida, los cambios generacionales, y eso tiene mucha tela para la comedia. Lo exprimimos y eso hace que el contenido actual y tratado con buen gusto sea bien recibido, porque el boca a boca fue indiscutible. No es nada más por nosotros dos que viene la gente; viene por nosotros dos, Mauricio (Dayub, el director), las chicas, pero viene por un boca a boca que dice que es un buen espectáculo.

<em> Foto: Adrián Echeverriaga</em>Foto: Adrián Echeverriaga

Adrián, en algún momento dijo que nunca había vivido un éxito como este. Más allá de la dupla y del fenómeno de la obra en sí, ¿consideran que encontraron a un público más predispuesto a la comedia?

A. S.: Sí, yo creo que sí. Con muchas ganas de reírse, y dio en la tecla con un espectáculo que cumplía las expectativas de lo que la gente venía a ver.

D. P.: Salida de la pandemia, la gente estaba voraz por reírse. Por pasarla bien. Con barbijo, sin barbijo. Agarramos también eso. Pero esto siguió. Tiene un valor extra.

Algo que tienen en común es que sus hijos también son actores. ¿Cómo compararían el hacerse un lugar en la industria hoy versus cuando ustedes lo hicieron?

A. S.: Todos los momentos son difíciles para cualquiera. Ellos tienen muchos recursos.

D. P.: Yo soy un caso particular, porque era médico. Hice cosas, él me vio (refiriéndose a Suar) en una obra de teatro siendo un burrete, con 25 años; después hice Poliladron (producida por Suar) y a partir de ahí establecí nuevas coordenadas en mi vida. En el caso de Mora, mi hija, va en una búsqueda mucho más temprana que yo porque tiene 21 años y hace como ocho que está con el asunto del teatro. Siento que lo que se mantiene es: si vos tenés perseverancia y te gusta lo que hacés y no te rendís, al final, tenés grandes posibilidades de lograrlo. Lograrlo en términos de vivir de la profesión, poder desarrollarte artísticamente con la actuación o con otra área artística. Eso se repite. Espero que con mi hija pase.