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Cinco series que narran la experiencia millennial en primera persona
Las plataformas de streaming han abierto las puertas a una nueva generación de realizadores millennials que producen, guionan y protagonizan sus propias series
imagen de Cinco series que narran la experiencia millennial en primera persona
En una escena de Girls los padres de Hannah Horvath (Lena Dunham) le comunican que, después de años manteniéndola, es hora de que ella se independice. Dicho de otra manera, ya no van a darle más dinero. Como consecuencia, tiene que renunciar a su pasantía en una editorial, porque ya no puede darse el lujo de “trabajar gratis” —como le dice a su jefe, que sostiene que si de verdad quiere llegar a algún lado debería quedarse aunque no sea remunerada.
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Sus fondos solo le alcanzan para durar tres días y medio en Nueva York, pero cree que, como universitaria, son pocos empleos los que están a su altura y se niega a mandar su currículum a McDonald's. “Creo que puedo ser la voz de mi generación. O al menos una voz”, le dice convencida Horvath a sus padres, rogándoles que la vuelvan a mantener.
Todo esto sucede en el primer episodio de la serie, estrenada en 2012 por HBO, escrita, producida y protagonizada por Lena Dunham. Paradójicamente, tal como aspiraba su protagonista, Dunham logró ser una de las voces de su generación gracias a ese show. Girls logró capturar el zeitgeist millennial —o al menos el estadounidense, blanca, de clase media a alta—. Es un retrato de seis temporadas sobre el pasaje a la adultez, que sigue tan vigente hoy como hace casi 10 años.
De todas maneras, la trascendencia de Girls no se limita a la serie en sí —que tiene varios méritos, como mostrar el sexo de una manera más real, además de ser protagonizada por una chica no hegemónica que se quita la ropa sin problema— sino en abrir las puertas a otros realizadores. Las cadenas de televisión se dieron cuenta de que las nuevas generaciones buscaban verse reflejadas de forma más cruda: no conectan con Carrie Bradshaw viviendo una vida fabulosa de brunch en brunch, con ropa de diseñador, sino con Hannah Horvath comiendo aceitunas de un tarro en el piso de su apartamento porque no tiene más plata.
Este quiebre se dio casi al mismo tiempo que Netflix comenzó a volverse un competidor importante de la televisión por cable, con series originales y taquilleras como House of Cards, la más vista en su año de estreno, en 2013. Así comienza la era del streaming y con ella la demanda de contenido crece de forma exponencial a medida que se van incorporando plataformas a la ecuación. Hoy Netflix compite con Prime Video, Hulu, Apple TV, Disney Plus, HBO Plus y más.
Pero hay que reconocer que Dunham viene de una familia privilegiada: sus padres, Laurie Simmons y Carroll Dunham, son artistas reconocidos de la escena neoyorkina y eso sin dudas allanó el camino para que su idea de una serie que retrata la vida de cuatro millennials llegue a tener luz verde en HBO. Luego, el mérito de convertirla en un fenómeno cultural es solo de ella.
Lo que es cierto es que instaló una nueva forma de hacer las cosas: proyectos casi autobiográficos, personales, con amigos delante y detrás de cámara, que les dan voz a minorías y a quienes hasta ahora no habían llegado a tener representación en la televisión.
“Voy a escribir un artículo que exponga todas mis vulnerabilidades a la Internet”, dice entusiasmada Hannah Horvath en Girls y, en cierta manera, refleja a estos nuevos realizadores, criados en la era de los blogs y las redes sociales. Son jóvenes a la deriva, intentando encontrar un rumbo. Y, al mostrarse de forma cruda, honesta y sin filtro conectan con una audiencia que está separada por una brecha generacional de series como Friends, Gilmore Girls y La Niñera (aunque como crecieron con ellas, siguen teniendo nostalgia).
Y sí, a veces caen en el estereotipo de privilegiados, hipervulnerables e inmaduros, pero son conscientes de ello.
Please Like Me (2013)
Creada y protagonizada por
Josh Thomas. Netflix.
Casi al mismo tiempo que Girls, se estrenó la australiana Please Like Me, de Josh Thomas. En la serie actúan todos sus amigos, lo que le da un toque casero y genuino —de hecho evitaron guionar los chistes para que las reacciones sean espontáneas—. Sin embargo, para la dirección y producción se alió con Matthew Saville y Todd Abbott, reconocidos en la escena audiovisual local. En el primer episodio Josh deja a su novia, Claire, tras confesarle que es homosexual (ella le dice que básicamente siempre lo supo y se mantienen amigos). A partir de ese momento, él debe aprender las reglas no escritas de cómo entablar relaciones con hombres de una manera tragicómica.
Originalmente la serie iba a ser transmitida en la televisión pública australiana, sin embargo, a último momento el canal decidió pasarlo a su plataforma web. Esta decisión fue bastante criticada por considerar que se estaba relegando a un segundo plano por tratarse de un protagonista homosexual. Finalmente, Please Like Me llegó a la televisión abierta a finales de 2013.
La serie, única en su estilo, dejó la vara muy alta por su capacidad de tratar con gran sensibilidad y honestidad temas duros como trastornos de ansiedad, depresión, bipolaridad y abuso sexual, al mismo tiempo que era tremendamente entretenida. Cuando Netflix y Hulu la estrenaron en sus plataformas ganó popularidad a escala global, acompañada de críticas favorables en medios como The Guardian y The New Yorker.
Master of None (2015)
Cocreada y protagonizada por
Aziz Ansari. Netflix.
Master of None comienza con una escena de sexo. En ella Dev (Aziz Ansari) está en la cama con una chica que conoció a través de una app y el condón se rompe. Discuten a ver si, siendo tan pronto en el coito, ella puede quedar embarazada. El ambiente se caldea y googlean a ver quién tiene razón para zanjar el tema. Luego, piden un Uber para ir a la farmacia a comprar una pastilla de emergencia y se da un tira y afloje sobre a quién le corresponde pagar qué. Esta escena, tan típicamente millennial, fue algo refrescante de ver en 2015, cuando el sexo en la televisión seguía siendo una cuestión altamente glamorizada.
La serie hace un gran trabajo retratando la experiencia de Dev como hijo de inmigrantes, estadounidense de primera generación, con toda las presiones y expectativas que eso implica. Cuando ellos quieren que se dedique a un empleo tradicional, él sigue soñando con ser actor.
Después de acusaciones de conducta indebida con mujeres, Ansari pasó a tener un rol menos protagónico en el show y la tercera temporada es liderada por su mejor amiga, Lena Waithe, una mujer afro y lesbiana.
Insecure (2016)
Cocreada y protagonizada por
Issa Rae. HBO Max.
Cuando estaba en la universidad, Issa Rae creó la serie web Awkward Black Girl, en donde buscaba reflejar su experiencia personal como mujer afro a la que las interacciones sociales no se le dan fácilmente. Es que, según ella, las mujeres negras suelen ser representadas siempre de la misma manera, como seguras de sí mismas, hipersexualizadas y ruidosas. A diferencia de sus contrapartes blancas, no son personajes complejos o multidimensionales, sino un cliché que sirve para impulsar la trama o el arco de transformación de otros personajes.
En Insecure se da todo lo contrario. La inmensa mayoría del casting está conformado por personas afro y la historia refleja la experiencia de esta minoría en Los ángeles. Se habla de gentrificación, brutalidad policial y desigualdad de oportunidades. Pero tal vez lo más importante es que muestra cómo no hay una sola manera de ser negro. “Siempre dejé en claro que mis personajes son personas negras muy específicas. No estoy tratando de representar a toda mi raza con mi trabajo porque no puedo hacerlo y porque no me corresponde”, explicó a Vogue.
Shrill (2019)
Cocreada y protagonizada por
Aidy Bryant. HBO + y Hulu.
Suele haber un estereotipo sobre cómo tiene que ser una chica con sobrepeso: debe ser graciosa, para compensar sus aparentes “carencias físicas”, insegura, recatada y estudiosa. Shrill, de Aidy Bryant, echa por tierra todos esos prejuicios.
Annie comienza la serie con el autoestima por el piso, dispuesta a ser humillada por un hombre con tal de conservar la relación. “Creía que tal vez si era lo suficientemente dulce, simpática y buena con un hombre eso alcanzaría para que alguien se fije en mí”, le dice entre lágrimas a su mejor amiga, Fran, después de que le rompieran el corazón. Fran, por otra parte, tiene sobrepeso, es afro, lesbiana y está orgullosa de todo eso.
A medida que van avanzando los episodios y las temporadas, la protagonista va reconciliándose con su cuerpo, en parte gracias al ejemplo de otras mujeres que sí se sienten cómodas con su talle. Es un proceso de aprendizaje y, como tal, es imperfecto. Progresa y retrocede, se equivoca y peca de egoísta, pero al final del camino resulta en un crecimiento personal del que termina haciendo parte a toda la audiencia.
“Cada revista, cada anuncio de Internet me dicen que soy una gorda que no se esfuerza lo suficiente, que tengo que congelar mi grasa o tomar un té para adelgazar. A este punto podría recibirme de nutricionista: desde la escuela controlo mis porciones porque mi madre me decía que si no, no le iba a gustar a ningún chico. Es una prisión mental”, explica en uno de los monólogos más potentes de toda la serie.
Si bien Shrill está basada en el libro homónimo escrito por Lindy West, es un proyecto muy personal para Bryant, que sorprende en un rol dramático, habiéndose enfocado hasta ese momento principalmente en la comedia gracias a sus papeles en Saturday Night Live. Es evidente que la actriz ha pasado por las mismas experiencias que Annie, sabe lo que es ser juzgada por su apariencia en una consulta médica o que su jefe asuma que es vaga, solo porque es “gorda” —palabra de la que ella se apropia, sacándole la connotación despectiva.
I May Destroy You (2020)
Creada y protagonizada por
Michaela Coel. HBO Max.
El proceso de escritura de Michaela Coel es duro, agotador y solitario. Para su segunda serie, I May Destroy You, escribió 191 borradores. No lo hizo acompañada de un grupo de guionistas ni productores, sino que se aisló con su computadora para crear una ficción a partir de la agresión sexual que vivió años atrás.
Cuando le propuso el show a Netflix, ellos le ofrecieron un millón de dólares a cambio de la idea, pero debía relegar el control creativo y renunciar a las ganancias de copyright. Coel los rechazó y decidió desarrollar la serie bajo sus propios términos —y por mucho menos dinero— para HBO y BBC.
Arabella, la protagonista de I May Destroy You, al igual que Michaela, es drogada y violada en un bar. Procesar este hecho tan traumático la lleva por diferentes etapas, desde la negación (se repite que “hay chicos muriendo de hambre” para quitarle importancia a lo que pasó), a conductas autodestructivas. Todo ese dolor lo logra sublimar en arte y transformarlo en un libro, al igual que Michaela lo convierte en guion.
Coel escribió parte de ese libro ficticio y compartió un párrafo con el periodista Alex Jung, de Vulture, que resume a la perfección la esencia de esta nueva ola de realizadores. “Nos convertimos en una generación interesada en nosotros mismos. No tenemos problema con parecer egoístas. Nos llaman superficiales; nosotros decimos que de algún lado lo habremos sacado, así que técnicamente no tenemos la culpa. Somos monstruosos y desvergonzados. Miranos cuando te hablamos. Somos la generación que decidió que somos dignos de ser mirados. No más documentales de mundos inexplorados o investigaciones encubiertas de personas indocumentadas. Somos la generación que decidió que, si no van a mirarnos, nos vamos a mirar a nosotros mismos”.