Shakira dice que ahora las mujeres facturan y de ello la empresaria alemana y examante del rey emérito Juan Carlos I de España Corinna Larsen es un ejemplo, quizás éticamente cuestionable pero también bastante espectacular.
Shakira dice que ahora las mujeres facturan y de ello la empresaria alemana y examante del rey emérito Juan Carlos I de España Corinna Larsen es un ejemplo, quizás éticamente cuestionable pero también bastante espectacular.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa señora, que hoy tiene 59 años y que se volvió pública por su fructífera relación sentimental con el rey, acaba de poner a la venta una de sus propiedades más millonarias, Chyknell Hall, la casa de campo en Yorkshire, Inglaterra, que había comprado en 2015 por unos 9 millones de euros y por la que ahora pide casi 17. El palacete con canchas de tenis, 11 dormitorios, amplios jardines y numerosos baños también está siendo investigado por la Fiscalía suiza. De hecho, toda la fortuna de Corinna está siendo investigada por la Justicia y los 65 millones de dólares que recibió bajo el rótulo de “donativo”, del rey Juan Carlos en 2012, no están siendo sencillos de manejar, así como tampoco la imagen de destructora de la monarquía española y de mujer inescrupulosa en general, que viene dejando a su paso.
En realidad, Corinna no es más que un síntoma y una pieza más en el entramado de excesos y desórdenes cometidos por el rey desde hace tiempo. A partir del golpe de Estado fallido perpetrado por los militares en Madrid y Valencia en 1981 (el 23 de febrero y que quedó como 23F), Juan Carlos pasó a la posteridad por haber defendido al pueblo español de una dictadura. Poco a poco ayudó a traer la reforma democrática a España, neutralizó simpatizantes de Franco y reemplazó al primer ministro. Los españoles votaron elecciones democráticas libres y Juan Carlos eliminó palancas de poder de Franco. Una vez fallecido el general, los historiadores coinciden en que la gente empezó a cantar en la calle, los cines ahora tenían libertad para mostrar temas tabú; el catalán, el vasco y el gallego, antes prohibidos, ahora se escuchaban en las calles, las mujeres podían trabajar. A partir de ahí hubo un pueblo agradecido. A sus 43 años Juan Carlos había rescatado la democracia española.
En ese contexto, entre la prensa y la gente corrió un acuerdo tácito, una suerte de pacto de silencio sobre el comportamiento del rey, quien comenzó a excederse en las tres áreas que a él más le gustaron siempre: el dinero (y sus asuntos oscuros con los árabes), las mujeres y la caza.
Fue así como durante toda la década de los 80, 90 y hasta el 2012, el rey hizo prácticamente lo que quiso en cuanto a negocios, comisiones y favores se refiere, así como también en temas de amantes y farras, que muchas veces tenían la caza deportiva como centro de atracción. Y lo más importante: a pedido del rey, la Constitución española estableció la inviolabilidad legal de sí mismo.
En 2012 ocurrió el mentado episodio de Botsuana, cuando el pueblo español, sumido en una profunda crisis económica y de desempleo, se enteró de que su rey se había roto las caderas en el país africano al salir de su carpa de glamping, de madrugada, tambaleándose, para hacer pipí, ebrio. Había tropezado con la raíz de un árbol y cayó mal. Su equipo de seguridad lo tuvo que levantar y acostar. Ese día había estado cazando elefantes con su novia, Corinna, y el hijo de ella, Alexander de 10 años.
Tras esa desventura se rompió el pacto de silencio y la prensa, por primera vez, empezó a hablar. Aparecieron los titulares y surgió el nombre de Corinna zu Sayn-Wittgenstein —como ella se hace llamar, aunque se haya divorciado del hombre que portaba ese apellido rancio?. “Durante muchos años se había rumoreado que el rey tenía una novia en El Pardo pero eso sonaba inverosímil”, contó la novelista uruguaya radicada en Madrid Carmen Posadas a Galería.
Es que hasta ese entonces Corinne había intentado mantener un perfil bajo en relación con la prensa. Pero entre los años 2008 y 2012 la alemana había efectivamente habitado en un coto de caza restaurado especialmente para ella por el rey Juan Carlos, dentro de El Pardo, ubicado a 20 kilómetros del palacio de la Zarzuela, donde vivía la reina Sofía. En esa suerte de hogar paralelo llamado La Angorrilla, Corinna vivía intermitentemente con su hijo Alexander. Allí, según palabras de ella, el rey se permitía vivir una vida normal que disfrutaba mucho. Incluso en un momento circularon unas fotos que lo mostraban ataviado con una bermuda color amarillo flúo, pinchando hamburguesas en una barbecue y con una sonrisa de oreja a oreja. El niño Alexander estaba siempre presente y el rey se encariñó con él. La propia Corinna, en el podcast Corinna y el rey (que salió en noviembre pasado, producido por Project Brazen, y se encuentra disponible en Spotify), se explaya generosamente en detalles sobre el amor del rey, sus largas cartas, sus llamadas por teléfono a toda hora. Entre ellos, cuenta que le preparaba al rey su comida favorita: risotto. “En mi corazón él era mi esposo”, dice. En esos tiempos ella tenía 45 años y él 71. El podcast es bastante ágil y resulta igual de entretenido que un folletín de Corín Tellado.
En Corinna y el rey la protagonista se dibuja a sí misma como una mujer enamorada e incluso algo naif. “Una impostura”, según Posadas. Allí también narra que la relación sentimental con el rey se terminó luego de que se fuera unos cuantos meses a cuidar a su padre enfermo de cáncer. Según ella, cuando volvió, el rey le dijo que se había ausentado por mucho tiempo y que había estado viendo a otra mujer. “Fue devastador”, dijo. Corinna dio por terminado el vínculo amoroso, pero se preocupó por mantener una amistad.
Cómo negociar. Corina nació en Alemania, de padre danés y madre alemana. “Creció en un tipo de hogar donde una niña se podía sentar con adultos, absorbiendo por osmosis el vocabulario de magnates”, dicen en el podcast. Le interesaba especialmente espiar cómo negocia la gente. En los años 90 empezó a tomar clases de tiro en Londres y a partir de ahí se empezó a interesar por las armas, al punto que trabajó para la compañía Boss & Company, fabricante de armamentos para la aristocracia. Para ese entonces ya había estado casada brevemente con el empresario Philip Atkins, con quien tuvo una hija, Anastasia. Luego conoció a su segundo marido, Casimir zu Sayn-Wittgenstein, un aristócrata alemán de quien mantuvo siempre su apellido, aunque el matrimonio hubiera terminado. Con él tuvo a su segundo hijo, Alexander. Mientras tanto Corinna creó su compañía, Apollonia Associates, una consultora que asesoraba a diplomáticos y empresarios en armas.
Fue precisamente en un evento relacionado con el tiro que Corinna llamó la atención del rey. No es una mujer especialmente bonita ni voluptuosa. Pero como ella misma explica, al rey “le gustan las mujeres de alta sociedad, de la realeza. También le gustan las celebridades, actrices. Accesory women, objetos de fantasía”. Juan Carlos tuvo muchas mujeres, entre ellas Marta Galla, conocida como su gran y largo amor. También Queca Ampillo, fotógrafa de prensa, gracias a la que además podía utilizar los medios de comunicación a gusto. Y muchos recuerdan a Sandra Mozarovsky, quien en un episodio oscuro cayó de un balcón estando embarazada.
Cuando conoció a Corinna, el rey le pidió que le ayudara a renovar sus armas y entre eso e invitarla a almorzar hubo flores y llamados. Según contó en entrevistas: “Él era un hombre jovial, bromista, risueño”. Pasado un tiempo, la experta en armas empezó a presentarse como colaboradora de la Corte y lo acompañaba en sus viajes, especialmente en las visitas a Arabia Saudita.
En la década de los 90 Juan Carlos había empezado a tener contacto fluido con los gobernantes de los países árabes, que eran espectacularmente poderosos por su riqueza petrolera y lo trataban como a un presidente. En realidad, el rey había heredado estos contactos de Franco. En líneas generales, las visitas del rey se originaban en varias empresas españolas que querían presentar licitaciones para proyectos de infraestructuras millonarias. En un viaje muy especial para la firma de un contrato de tren a La Meca, y al que fue Corinna, se unió la reina Sofía de improviso. La reina ya estaba hasta las narices de las infidelidades y faltas de respeto de la alemana y del rey. En palabras de la periodista experta en casa real Pilar Eyre, Sofía era “la cornuda nacional”, así que en ese viaje se encargó de que la comitiva ignorara a Corinna y la alojaran en habitaciones con los hombres.
Ese acuerdo comercial no se adjudicó como se esperaba, pero en esos años el rey se cansó de hacer negocios suculentos y de vivir una vida de lujos, con tantas personas queriendo llamar su atención y lograr favores. “Venía de los viajes lleno de bolsas de dinero. Si le hacía alguna pregunta, él decía que yo era muy dramática. Era como una Navidad permanente. Si él mencionaba, por ejemplo, que le gustaba tal vino, al día siguiente le llegaban cajones y cajas de ese vino. Al principio era divertido y luego vi que era acumulación. Estos excesos me parecen vulgares”, dice Larsen en el podcast.
No le molestó tanto la vulgaridad cuando un par de meses después del episodio de Botsuana el rey le puso en su cuenta bancaria, a modo de donativo, la suma de 65 millones de dólares. La atención se transfirió desde una cuenta secreta en Suiza que pertenece a una fundación en Panamá, de manera que no se puede rastrear ni relacionar con el rey. Parece que esta es una práctica habitual entre los ultrarricos, guardar su dinero en paraísos fiscales. Pronto la inviolabilidad del rey iba a cesar y la Justicia empezaría a investigar sus dineros y, en consecuencia, también los de Corinna, quien a la postre fue acusada de lavar activos.
“¿De dónde viene este dinero?”, pregunta ella en el podcast. El abogado del rey dice que es solo un regalo sin ningún compromiso. Sin embargo, cuando el rey se ve obligado a abdicar e irse a vivir a Abu Dabi, la empieza a llamar para pedirle que le remodele un apartamento en Londres y que le organice viajes, esperando que ella le devuelva parte del dinero. “Él lo puso a nombre de Corinna pensando que estaba a buen recaudo”, comentó Posadas. En varias oportunidades, Corinna es llamada por el rey de maneras poco convencionales y que ella describe como acoso sórdido y amenazante, como cuando encontró misteriosamente en su apartamento un libro sobre la muerte de Lady Di en el túnel de París. “No soy una cazafortunas, nunca salí con él esperando una recompensa económica y él no pagó nunca por nuestros gastos”, dijo en el podcast. Pero lo cierto es que Corinna no quiso devolver el dinero ni compartirlo con su exenamorado, argumentando que él había tenido varias vidas amorosas paralelas.
Los exmaridos de Corinna tampoco hablan bien de ella. Philip dijo que todo lo que dice es mentira y Casimir no quiso responder a las preguntas que le hizo la producción del podcast. Todos afirman que todo lo que tiene en la vida lo ha robado, incluso su apellido y título, de linaje real.
No obstante, después de ser acusada de lavado de dinero su vida naturalmente cambió. Según contó en el podcast, dejó de ir a restaurantes, de comprarse cosas para ella, de ir de vacaciones; sus tarjetas no funcionan, todo lo que lleva su nombre está marcado como sospechoso, las facturas de luz y agua, todo está congelado. Hasta tuvo que encontrar agujeros legales para mantener su negocio.
Probablemente, lo que más le dolió fueron las críticas de su hijo Alexander, quien se puso en contra de ella. También le afectaron los rumores que se corrieron sobre su hija Anastasia, de 23 años, con quien, según dicen, no tiene una buena relación.
El tiempo dirá qué pasará con la vejez de Corinna y sus millones. Por lo pronto, está tratando de convertir en monedas sonantes una de sus mejores propiedades, pero no le está siendo sencillo.
Exilio dorado
Luego del episodio de Botsuana, el rey no tuvo más remedio que abdicar en 2014. En agosto de 2020 anunció que se iba a vivir a Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes. A partir de ahí, su inviolabilidad quedó anulada, pero esa exoneración no significó que ahora no tuviera que legalizar las fortunas a su nombre. Muchos creen que el rey pensaba divorciarse de Sofía e irse con Corinna y por eso le transfirió el dinero.
Tras la marcha del rey emérito a Abu Dabi, donde tiene varios amigos, el presidente Pedro Sánchez dijo en una rueda de prensa que la casa real se quiere distanciar de conductas reprobables de Juan Carlos. Pasó de ser un héroe a ser un paria.
Al principio se hospedó en hoteles lujosos. Luego se asentó en la isla de Nurai, a 15 minutos de Abu Dabi, a la que solo se accede en barco. Ve películas en su cine privado y recibe visitas de jeques locales y traficantes de armas. Los Emiratos Árabes tienen una reputación de ser un buen destino para los criminales de guerra. “Está teniendo un exilio dorado”, dice Pilar Eyre. “Lleva la vida de un jeque árabe. La gran vida incluso en el exilio”, dice.