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Una versión del Zorro amigable para el mundo pos Me Too

En Prime Video están disponibles los 10 capítulos de la primera temporada de la nueva y actualizada serie

Rusos. Chinos. Indios. Una máscara en disputa. Un protagonista más blanco caucásico que lo quizá admitible. Una historia de colonialismo entre Los Ángeles y Nueva York. Una historia de amor. Una historia de intrigas. Una adaptación muy inserta en el zeitgeist. Una aventura clásica de un héroe más que centenario bajo el filtro de los tiempos actuales. Así es el nuevo Zorro.

Evitando desde ya más spoilers que los aceptables, y sin entrar en terrenos críticos que por lo general solo sirven para demostrar pretendidas erudiciones, Zorro, de Prime Amazon, ya totalmente disponible en la plataforma Prime Video, es una buena y entretenida forma de pasar el rato a lo largo de los 10 capítulos de su primer y hasta ahora única temporada, sin que se descarte que haya una segunda. Y evitando desde ya sorpresas que para algunos pueden ser bienvenidas, para otros irritantes, pero que están marcando una nueva tendencia en Hollywood y similares­, esta versión es, como dijo uno de sus productores, David Cotarelo, citado por El País de Madrid, un Zorro después del Me Too. Nada puede ser igual.

Miguel Bernarderau (el de Élite) es Diego de la Vega y el Zorro, o al menos uno de ellos. Es un actor español que a los 28 años se pone en la piel de uno de los primeros héroes de ficción de la época moderna, creado por el periodista Arthur Johnston McCulley en 1919. Su acento original inocultable, en un héroe surgido durante la dominación mexicana de California (la historia se desarrolla ahí, en 1830), es aceptable, ya que don Diego vuelve a Los Ángeles­ desde España, donde recibió instrucción militar. Su aspecto provocó un poco más de controversia: es un tipo rubio y de ojos azules, cuando el arquetipo del personaje respondía a fisonomías más latinas, como las de Douglas Fairbanks­ (responsable del Zorro hoy presente en el imaginario colectivo), Tyrone Power, Guy Williams o Antonio Banderas.

La multiculturalidad de la serie, mucho más notoria que en adaptaciones precedentes­, es respaldada por lo que era la California de esa época, antes de su anexión a Estados Unidos en 1850.

El éxito del personaje del Zorro, que precedió a la inmensa mayoría de los superhéroes, se basó en su rol de justiciero. De la Vega es un tipo rico, que aparenta no tener más pretensiones que las de ser un bon vivant, pero que está atormentado por la muerte de su padre, Alejandro (acá interpretado por Luis Tosar). Buscando justicia o venganza, lo que consiga primero, se convierte en un defensor enmascarado de los pobres y los oprimidos, básicamente indios y campesinos, por las malvadas y codiciosas autoridades mexicanas. Esto puede tener dos reflexiones: que los héroes sin trasfondo ideológico son los padres y que Batman no fue original en nada.

Mujeres fuertes. Claro que acá se perciben algunas diferencias de este Batman tan aceptable para el espíritu contemporáneo. Son otros espíritus, los indígenas, los que terminan designando a De la Vega como el Zorro. Ha habido distintos Zorros a lo largo de la historia, algo que ya se había visto en recreaciones anteriores, pero aquí no cualquiera puede serlo; debe ser “el” elegido. De hecho, el Zorro inmediato anterior es un indio (Cristo­ Fernández­), referente de la población más hostigada por las autoridades locales. Estos son el gobernador, Pedro Victoria (Rodolfo Sancho), quien fue el ideólogo de su ejecución, y el capitán Enrique Sánchez Monasterio (Emiliano­ Zurita), que al final resulta ser más digno y honesto que en adaptaciones anteriores. Y quien cree no tener más derecho que nadie para ser el nuevo Zorro es la hermana del asesinado, Nah-Lin (Dalia Xiuhcoatl).

<em> Lolita (Renata Notni) no está solo para dejarse seducir por De la Vega. </em>Lolita (Renata Notni) no está solo para dejarse seducir por De la Vega.

Acá empieza la parte novedosa. Nah-Lin no solo está muy lejos de ser una aliada del nuevo Zorro, más allá de estar del lado de los oprimidos, sino que es un personaje de una enorme fortaleza. “Yo soy una guerrera como Nah-Lin porque a las dos nos mueven los temas sociales y la justicia, venimos de comunidades no blancas y sobre todo tenemos un sentido de amor por la comunidad”, le dijo la mexicana iztapalense Xiuhcoatl a la revista Vogue. El suyo es un rol que exigió gran esfuerzo físico, que incluyó dominar esgrima, el uso del látigo y la cabalgada. Esta adaptación dice homenajear al cómic, luego del boom de las películas de superhéroes, y realmente cumple.

Y como se ha dicho y se dirá, el paso del Me Too y los cuestionamientos a las hegemonías no pasaron en vano. “Existen otras realidades y las luchas de los oprimidos no son las luchas de la clase privilegiada ni de la blanquitud. Me parece que (en) Zorro se cuestiona la idea del héroe como un símbolo, porque cuestiona los diferentes tipos de luchas y mi personaje cuestiona al hombre blanco privilegiado”, agregó en ese medio. En la serie, una de sus líneas más fuertes es más breve y concisa: “Un rico no puede defender a los pobres”.

<em> Nah Lin (Dalia Xiuhcoatl) reclama para ella el rol de justiciera enmascarada en Zorro. </em>Nah Lin (Dalia Xiuhcoatl) reclama para ella el rol de justiciera enmascarada en Zorro.

No es el único personaje femenino fuerte. El interés romántico de De la Vega es Lolita Márquez (Renata Notni), una californiana a la que cortejó antes de viajar a España y a la que pretende volver tras su regreso. El retorno es doblemente agrio para el protagonista: su padre está muerto y su pretendida novia no solo ya no quiere saber nada con él sino que está comprometida con Monasterio. Hay una marcada diferencia con versiones fílmicas y televisivas anteriores, donde las mujeres eran básicamente seres a seducir, proteger y rescatar; esta Lolita es capaz de tomar sola con su conciencia las decisiones más drásticas y asumir las consecuencias.

Por supuesto, está el mudo Bernardo, el fiel sirviente de De la Vega. A veces arquetípicamente servil, a veces volando con sus propias alas, no pocas veces aportando el costado cómico a una serie que definitivamente no bucea en la comedia, la actuación del andaluz Paco Tous fue merecidamente objeto de una multitud de críticas elogiosas. Esto también refleja una característica de esta nueva versión, cuyos capítulos están disponibles en América Latina desde fines de enero: más allá del protagónico de Bernarderau, es un elenco coral donde todos tienen su destaque, especialmente Xiuhcoatl, Notni y Zurita.

Evoluciones, o no. El empoderamiento femenino en primer lugar y el debate sobre el colonialismo en segundo son, entonces, dos características resaltables de Zorro. También podría decirse que el héroe encarnado por Bernarderau, más allá de su máscara, sombrero, capa y la Z, resulta más inexperto, falible y dubitativo e inseguro que sus predecesores. Más humano, en resumen.

Como todos los superhéroes que han pululado en el cine en la gran pantalla en estos últimos años, el Zorro nació en una revista. Mucho antes que Marvel o DC coparan el mundo estaba All Story Weekly, la primera revista pulp que se vendió en Estados Unidos. Este personaje se dio a conocer en el mundo en la aventura La maldición de Capistrano, publicada serialmente en cinco entregas semanales entre agosto y setiembre de 1919. Ahí aparecieron por primera vez Diego Vega (sin el “de la”), Bernardo, Lolita, el capitán Ramón y el sargento García.

<em> Tyrone Power protagoniza El signo del Zorro (The Mark of Zorro, 1940)</em>Tyrone Power protagoniza El signo del Zorro (The Mark of Zorro, 1940)

Esta novela por entregas tuvo el suficiente éxito como para que el enmascarado llegara al cine. Douglas Fairbanks, que ya tenía un buen nombre como actor de comedia, produjo, guionó y protagonizó La máscara del Zorro (1920), una película muda que tuvo el gran mérito de introducir al mundo la vestimenta negra con que el personaje quedó identificado desde entonces. Los tres mandobles donde dejaba su Z marcada también nacieron acá. Además dejó de una vez y para siempre los rasgos más característicos de los personajes: De la Vega es un amanerado y afectado aristócrata que una vez ataviado se transformaba en un as de la espada y el combate con un sentimiento justiciero casi impoluto; Lolita es una fémina cuya principal función es ser salvada y quedar perdidamente enamorada del héroe; Bernardo es la fidelidad absoluta, y los gobernantes y sus fuerzas militares (en este caso, el gobernador Alvarado, el capitán Juan Ramón y el sargento Pedro Gonzáles) son corruptos y torpes al extremo.

Tanto éxito tuvo esta película que retroalimentó a su vez a Johnston McCulley, quien debió escribir a partir de 1922 otras decenas de historias del Zorro, que dejó atrás toda mención a Capistrano (un pueblo de la California mexicana) y adaptó la vestimenta de la película de Fairbanks.

<em> Guy Williams en la serie televisiva El Zorro, emitida entre 1957 y 1959.</em>Guy Williams en la serie televisiva El Zorro, emitida entre 1957 y 1959.

Las décadas siguientes demostrarían que la leyenda del Zorro daba para todo, películas norteamericanas, mexicanas, europeas, cómics, folletines, teleseries y nada que le fuera ajeno al ser humano. La marca del Zorro (“máscara” y “marca” son muy repetidos en los títulos) tuvo en 1940 a Tyrone Power como protagonista. Era uno de los galanes más cotizados de la época y lo hizo notar: Diego de la Vega no solo es un justiciero sino que es un mujeriego al parecer irresistible, ya que no solo tiene un amorío con Lolita Quintero, sobrina del cruel gobernador Quintero, sino con la esposa de este último, Inez.

Quizá la serie televisiva más famosa fue la que produjo Walt Disney entre 1957 y 1959 con Guy Williams en el rol central. Zorro (El Zorro en hispanoamérica) consistió en 82 capítulos de 30 minutos de duración. Williams en realidad se llamaba Armand Catalano y era de ascendencia­ italiana. El toque latino, que ya había sido respetado con los morochos Fairbanks­ y Power, acá se profundizaba, ayudado por un fino bigotito muy de moda entonces por estas latitudes. Tuvo un gran éxito en todo el continente, extendiendo los rasgos típicos de De la Vega/Zorro: esnob y pusilánime durante el día, para disgusto de su idealista padre, Alejandro de la Vega, y dechado de todas las virtudes detrás de una máscara. Particularmente recordados en estas entregas fueron Bernardo (Gene Shelton) y el sargento García (Henry Calvin, un obeso cantante lírico que le daba los toques de humor a la serie).

<em> Guy Williams en la serie televisiva El Zorro, emitida entre 1957 y 1959.</em>Guy Williams en la serie televisiva El Zorro, emitida entre 1957 y 1959.

Posterior a Las aventuras eróticas de El Zorro­ (1972, con Douglas Frey) se grabó la comedia La última locura de El Zorro (1981), con George Hamilton interpretando un Zorro gay con todos los clichés que permitían esos años. Como testimonio de época vale, más allá de la vergüenza ajena que puede provocar la óptica actual; la pena es que eclipsó a un muy buen Frank Langella en la película para televisión La marca del Zorro (1974), que tenía como villano a Ricardo Montalbán, y a un no tan convincente Alain Delon (sí, ese) en un Zorro con mucho de spaghetti western de 1975.

Mucho más acá en el tiempo, en 2007, la comunidad hispana en EE.UU. produjo El Zorro: la espada y la rosa, con el peruano Christian Meier; fue una telenovela, lo que hace que muchos prefieran haberla olvidado.

<em> Antonio Banderas fue protagonista en La máscara del Zorro (1998) y La leyenda del Zorro (2005).</em>Antonio Banderas fue protagonista en La máscara del Zorro (1998) y La leyenda del Zorro (2005).

Por supuesto, no se puede pasar por alto a Antonio Banderas en La máscara del Zorro­ (1998) y La leyenda del Zorro (2005). De la primera, puede decirse que fue un éxito descomunal, que el malagueño (quizá el último macho latino, que encajaba como anillo al dedo a la idea de este héroe) hace de Alejandro Murrieta (un apellido muy caro para los mexicanos), que se resaltó con la presencia de Anthony Hopkins como Diego de la Vega (el Zorro en retirada) y la bella Catherine Zeta­ Jones­ como Elena Montero, bastante más digna que anteriores damiselas de esta historia, pero todavía muy poco empoderada según los cánones actuales. De la segunda, hay muy poco rescatable para contar.