Hay muy pocos maquetistas profesionales en Uruguay, pueden contarse con los dedos de una mano, aunque es probable que haya algunos haciendo sus primeras armas en uno de los pocos oficios que, por sus características, difícilmente pueda ser reemplazado por la inteligencia artificial.
Foto: Adrián Echeverriaga
¿Cómo llegó a ser maquetista?
Estudié Arquitectura y me recibí, pero en la facultad no hay una materia que sea específicamente de maquetas. Vas aprendiendo, mirando y preguntando. Lo que tenés son talleres donde hacés los anteproyectos, diseñás los proyectos y ahí te piden las presentaciones en gráficos y en maquetas, pero las hacés como podés. Capaz que algún profesor en algún taller te orienta, pero más bien es ver cómo hacen los otros e ir haciendo. En esos dos primeros años de facultad veía que había gente que usaba resina y materiales que no sabía ni lo que eran; tallaban en jabón. A mí siempre me gustó hacer manualidades, desde chico, con mi madre, y jugar con el Mecano. Tenía un perfil orientado hacia ahí. Así que en el 2000 empecé, en paralelo a la facultad, a buscar un curso y encontré uno que daba Horacio Dardanelli, que toda la vida hizo maquetas. Ese curso era de un año, una vez por semana, en la casa de él, que tenía como un laboratorio. Ahora trabajo con Horacio, es como un padre para mí, es mi mentor.
Después, en 2006, hubo un llamado en lo que en ese momento se llamaba Escuela de Diseño Industrial para dar clase, porque en Diseño Industrial sí hay una materia que es Modelos y Maquetas, que está en primer año y se da para todos los diseñadores industriales, tanto los textiles como los que hacen producto. Me presenté al llamado y quedé como grado uno. Di clase con Dardanelli, que es el profesor grado 3; en 2007 hice el viaje de Arquitectura y en 2008 me presenté de vuelta, y desde ahí hasta ahora doy clases de eso, ya soy grado dos de Modelos y Maquetas de FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo).
Foto: Adrián Echeverriaga
¿Cuál fue la primera maqueta que hizo?
Con 20 años, me junté con un par de amigos de facultad y armamos un grupo que se llamaba Concreto: una chica, Daniela Carolina, hacía dibujo técnico en Autocad; otro amigo, Daniel Mosquera, hacía croquis a mano, y yo hacía las maquetas. Ahí arranqué a laburar en esto. Era todo muy de entre casa. Hicimos unos folletos y los llevamos a la intendencia y lugares donde nos parecía que podía haber arquitectos, como en casas de ploteo. En una de ellas trabajaba un amigo y un día fue un arquitecto, vio el folleto, él le dijo: “Son amigos míos”, y esa fue la primera maqueta profesional que nos encargaron.
¿Para qué proyecto era?
Para Tiendas Montevideo de Avenida Italia. El arquitecto era Manuel Herrera Lussich, con él después trabajé pila, era un crac. El edificio todavía está, ahora es una pinturería; está en una proa, es como un triángulo y tiene techo blanco. Es muy característico.
¿Y quedó conforme ese primer cliente?
Sí, aparte él era divino. La mayoría de la gente cuando le llevás la maqueta te hace un poco de bulla, y a mí me gusta (risas). Es la parte más linda del trabajo. Y a él se la llevabas y decía: “Divina”, quedaba recopado. Te daban ganas de trabajarle bien. Seguimos haciendo un montón de cosas que nos fue encargando: otra de Tiendas Montevideo, un club deportivo; estábamos haciendo nuestras primeras armas. En ese momento yo vivía en la casa de mis padres, así que a veces trabajaba en el garaje, y otras veces en la mesa del living con mis padres ahí, mirando la tele. Después seguí.
Se diversificaron un poco los clientes. En 2009 me recibí y en 2013 otro amigo (Ignacio de Souza), que también se había dedicado a las maquetas pero nunca se había largado solo, apareció con que tenía un conocido que trabajaba en Altius (empresa desarrolladora de proyectos arquitectónicos). Le habían pedido que hiciera un paquete de tres maquetas de edificios, maquetas lindas, importantes, y me pidió que las hiciera con él. Hicimos juntos esas tres maquetas y después hicimos para Altius un montón de cosas; de hecho en su showroom del World Trade Center la mayoría de las maquetas que están en exposición las hicimos nosotros.
¿Cuál es el principal objetivo de una maqueta?
Yo diría que el 90 por ciento de las maquetas son para la industria inmobiliaria, porque quieren tener una maqueta de venta. El arquitecto que hizo el proyecto entiende todo, lo diseñó él, pero la gente que no es arquitecta muchas veces, aunque vea los planos, no termina de entender del todo cómo es el asunto. La primera cosa buena que tiene una maqueta es que es facilísima de entender. Cuando la gente va a un showroom, los vendedores te dicen que la maqueta les facilita la vida, se acuerdan de todo lo que tienen que decir, la gente lo entiende al toque y queda además fascinada porque la maqueta despierta esta cosa del juguete de cuando eras chico, te retrotrae un poco a la infancia. Por eso para mí le compite fuerte al render. Con el render tenés una representación gráfica hiperrealista que puede ser más barata, más rápida, más fácil de cambiar en la computadora; 4.000 metros cuadrados de muro rojo decís “quiero que sea verde” y le cambiás el color y ya está, trabaja la computadora. Si en la maqueta me pedís que te cambie el color, tengo que hacer todo de vuelta.
¿Cuál es el punto de partida de la tarea del maquetista? ¿Los planos del proyecto?
En general, para presupuestar nos mandan un PDF. Después en general pedimos que nos manden el dibujo en Autocad y a partir de ese archivo trabajamos. El dibujo en Autocad es paramétrico, o sea que no es por pixeles, no es como una foto que si la agrandás se pierde la definición; en el dibujo paramétrico una línea es una línea, un concepto, no pierde calidad.
¿Cuáles son sus principales herramientas de trabajo?
Una base de corte, que absorbe el filo de la trincheta, trincheta, pinzas para colocar las cosas. En general son pinzas de odontología, tengo muchas (de diferentes tamaños) para llegar a lugares recónditos. También se usan reglas metálicas para cortar, alguna herramienta para biselar, que es, por ejemplo, cuando querés que dos cartones se encuentren en un ángulo: podés hacerlo a canto, que sería poner uno arriba del otro, o hacer un inglete a 45 grados y que los dos se toquen. Uso también una sierra de mesa de carpintería para cortar madera, cartón. Nos ayudamos mucho con corte láser computarizado: generás un archivo en la computadora con el dibujo que se te ocurra y podés cortar cartón, acrílico, papel, con una precisión impresionante. Y después, para pintar, un compresor, porque pintamos con soplete.
¿Y qué materiales usa para los edificios y todo lo que se ve en la maqueta?
Por lo general uso cartón, acrílico, PVC, que viene en láminas, y otras cosas. Básicamente las maquetas son las fachadas del exterior y hay que traducir eso a materiales: cartones de 2 mm de espesor, PVC de 3 mm. El agua de esa maqueta (señala la del puerto) está hecha con una placa que es de poliestireno rígido, como de mampara de ducha, las que se usaban antes, texturadas, de plástico. Se usa también poliestireno expandido (espuma plast), poliuretano rígido, PET, plásticos en láminas.
En general para las ventanas se usa acrílico, o PET, que también es transparente y tiene diferentes grosores. Se usa mucho el vinilo, que es un pegotín gigante que se puede cortar a mano. Por ejemplo, las casas que hice para el Plan Juntos (del Ministerio de Vivienda) eran amarillas, entonces las forré con vinilo amarillo. Es como que pintaras la superficie.
Algunos clientes me piden que les pase una idea de escala, y yo les paso el presupuesto con una sugerencia. También les sugiero el detalle de los materiales que usaría para esa determinada escala, porque para una escala vas a tener un material que se ajuste al espesor, para que te quede un muro coherente, y para otra escala vas a tener que usar otra cosa.
¿Usa impresoras 3D?
Todos los edificios grises del entorno (del proyecto del puerto) están hechos con impresora 3D, pero yo no la uso mucho, la compré para esta maqueta. El otro día escuchaba a un maquetista de San Pablo, que tiene una empresa gigante, que decía: “No hay una máquina para hacer maquetas”. Lo que hay son máquinas que podés usar, si tenés un poco de ingenio, para hacer partes.
¿Qué tanto pulso y motricidad fina hay que tener?
Y… mucha. Hay que tener obviamente manualidad. Mucha gente ve los trabajos y dice: “Qué paciencia”. A mí me gusta. Para otras cosas no tengo paciencia. Pero sobre todo lo importante, más que la paciencia y la manualidad, es la metodología, porque no podés hacer la maqueta como si fueras un artesano. Esos bloques de contenedores tienen que ser todos iguales y estar colocados todos exactamente a la misma distancia, y tenés que ver cómo lo hacés. La metodología con que hayas pensado lo que vas a hacer es fundamental para que la cosa después funcione, te lleve menos tiempo, y para sistematizar los procesos y que no dependa tanto de tu habilidad artística para así poder tener la ayuda de alguien sin tanta experiencia.
¿Cómo se aplica la creatividad en el oficio del maquetista?
Los diseños vienen definidos, pero podés aplicar la creatividad en el cómo hacer. Qué materiales vas a usar, cómo vas a representar tal cosa. Ahora estoy haciendo una maqueta que tiene una piscina con olas; también tiene playa. ¿Cómo hago el agua? ¿Cómo hago las olas? Y en la escala te varía mucho cómo lo vas a hacer. Esa maqueta es escala 1:670, entonces lo que se puede representar es poco. En esa escala no puede haber gente porque tendrían dos milímetros de altura. La creatividad va en eso. Siempre me gustó ver cómo se hacen las cosas, desde chico hasta hoy. Esos programas de Discovery que se llaman Cómo lo hacen me encantan (risas).
¿Cuánto tiempo lleva una maqueta como la que hizo para el puerto?
Mucho (risas). A veces hay varios proyectos a la vez, pero este llevó como tres veces y éramos tres personas trabajando.
¿Y una maqueta más sencilla?
Un edificio, un mes y medio. Todo depende del plazo que maneje el cliente, si tienen una fecha límite de dos semanas de repente se puede hacer, pero hay que meterle un montón de horas, llamar ayuda externa, capaz que derivás alguna parte. Es un trabajo que, por más que maquinitas como esta (impresora 3D) te ayuden a hacer cosas, lleva muchas horas hombre, que es lo más caro dentro del presupuesto de maqueta. El gasto de materiales es muy chico comparado con eso.
¿Incluyen luces, mecanismos como de ascensores que suben y bajan?
Lo que hemos hecho hasta ahora es iluminación, mecanismos no nos ha tocado todavía hacer, pero aceptamos el desafío, me encantaría. Luces, sí. Hay una maqueta con muchas luces que está expuesta en Punta del Este, de un edificio que está en construcción: Walmer Lagoon. Ellos están haciendo un edificio en la Laguna del Diario. En general las maquetas llevan una iluminación interior para que veas todas las ventanitas con luces. Le hicimos eso, pero quería también unos puntitos de luz que bañaran la fachada, que es lo que se va a ver después en el edificio real, que tiene una fachada de madera con lucecitas. Para eso hicimos unas losas de hormigón, digamos, que eran de 3 mm y tenían por dentro un cableado, dio un trabajo bárbaro.
¿Nunca le interesó ejercer la arquitectura en tamaño real?
Es un punto difícil (risas). Cuando me recibí me gustaba, pero cuando salí de facultad era bastante difícil conseguir trabajo en estudios; ahora es más fácil porque se ha movilizado mucho (el sector). En esa época, con los coletazos del 2002, yo laburaba independiente y me manejaba con eso. En algún momento tuve ganas de trabajar en un estudio. Y lo hice, casi todos los locales de Lemon que hay ahora, yo hice la dirección de obra. También pusimos en 2015 un estudio chico con un socio e hicimos proyectos, reformas, ampliaciones, pero siempre asociados a las maquetas.
También he hecho cosas de carpintería; los muebles de mi casa, otros para amigos. Y en la pandemia, que la maqueta estaba medio chaucha, una amiga me propuso diseñar los muebles para el cuarto de una adolescente, y me encantó. La arquitectura se fue apagando y la carpintería ganó. Al principio tenía cierta reticencia por eso de que estudié no sé cuantos años para ser arquitecto, ¿qué hago acá cortando maderas? Pero en un momento dije: esto me gusta mucho más que lo otro. Entonces dije: bueno, me entrego a esto y chau.