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Un edificio de estilo incaico alberga la Fundación Cervieri Monsuárez en José Ignacio

Rafael Viñoly fue el arquitecto a cargo del proyecto, desde el que los abogados Virginia Cervieri y Pablo Monsuárez buscan promover el arte contemporáneo
Coordinadora de Sociales

Una construcción semicircular en piedra sorprende en el parsimonioso entorno de José Ignacio y, cual escultura de granito de estilo incaico, emerge naturalmente en la entrada al balneario. Diseñado por el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, este edificio de tres pisos y 900 m2alberga la Fundación­ Cervieri Monsuárez, un espacio dedicado a la promoción del arte contemporáneo­ que acaba de inaugurar con una muestra de Vivian Suter­, artista suizo-argentina­ que visitó Uruguay­ por primera vez para la exhibición. 

Todo comenzó cuando los socios del estudio de abogados Virginia Cervieri y Pablo Monsuárez­ buscaban dónde atender clientes en el Este. Vinculados a temas de la propiedad intelectual y, al mismo tiempo, apasionados por el arte, este matrimonio emprendió la misión de encontrar un sitio que les permitiera realizar encuentros laborales fuera de Montevideo. Su derrotero los llevó hasta la intersección de Eugenio­ Sainz Martínez y Los Cisnes, en José Ignacio­, esquina que de inmediato reconocieron como la adecuada. Se contactaron con Rafael Viñoly y después de varias conversaciones el arquitecto les devolvió un boceto de una construcción con exterior de granito esculpido. El lugar de trabajo derivó en un espacio para difundir el arte de 900 m2, tres pisos, techos de siete metros de altura, vistas panorámicas al mar y la creación de la Fundación Cervieri Monsuárez­. El entusiasmo de Viñoly por esta propuesta contagió a la pareja de tal manera que pudieron superar los desafíos surgidos durante la construcción y, a su vez, los animó a cumplir sin ninguna modificación con el diseño original luego del fallecimiento del arquitecto uruguayo. Los socios Cervieri y Monsuárez ansían que este espacio deje una huella en José Ignacio y establezca un nuevo vínculo con la comunidad. 

<em>Foto: Valentina Weikert</em>Foto: Valentina Weikert

Después de un arduo recorrido, este proyecto se fusiona perfectamente con la naturaleza propia del entorno e invita a cruzar una enorme puerta de hierro de 30 m2 hacia la sala principal, diseñada para contener propuestas artísticas contemporáneas diversas en un ambiente luminoso. El interior cuenta con dos balcones ubicados estratégicamente para disfrutar de las obras desde distintos ángulos. El 5 de enero la Fundación Cervieri Monsuárez abrió sus puertas para recibir a Suter, quien realizó el montaje de sus propias piezas en esta nueva sala. 

¿Cuál es el propósito de la Fundación Cervieri­ Monsuárez?

Pablo Monsuárez: Promover el arte y su incidencia en la sociedad. Queremos fomentar la cultura y el arte a través de su promoción en Uruguay y el mundo. La fundación busca integrarse al ecosistema artístico regional, impulsar el desarrollo comunitario y proyectar vínculosinstitucionales a escala internacional. A lo largo del año brindaremos un extenso programa de exposiciones. 

Virginia Cervieri: No solo pintura, puede ser escultura, música, video, fotografía, toda expresión artística tendrá cabida en nuestra fundación, aunque nosotros le damos la derecha a la gente que sabe. Es muy importante decir que nosotros somos abogados y, aunque nos encanta el arte, tenemos a Martín Craciun para asesorarnos.

P. M.: En realidad hay dos personas para destacar: Martín Craciun como curador y el artista Martín Pelenur, que también se entusiasmó enormemente con el proyecto.

<em> Virginia Cervieri y Pablo Monsuárez. Foto: Valentina Weikert</em>Virginia Cervieri y Pablo Monsuárez. Foto: Valentina Weikert

Hasta el 31 de marzo estará abierta de 17 a 22 horas, ¿cómo funciona? 

V. C.: Desde que inauguramos tendremos distintos artistas. Por ahora tenemos solamente exhibición en la sala principal porque estamos terminando detalles en el subsuelo y el rooftop.

P. M.: Es una fundación sin fines de lucro, no se cobra entrada y tampoco se venden obras, es solo exposición. Además, vamos a organizar visitas de escolares, como es el deseo de Vivian Suter, ya que es una muestra superimportante que viene por primera vez a Uruguay y todos tienen que conocerla. Como venimos de escuela pública, para nosotros es importante que los chicos se acerquen a conocer su obra. Nunca se sabe a quién podría influir. 

V. C.: Nosotros queremos que los niños visiten la fundación como lo hacen en Europa, donde ir a los museos es parte de la educación que reciben. Además, tener a esta artista por primera vez en Uruguay es un privilegio. 

P. M.: Cuando te acercás al arte necesariamente se abren otros horizontes, se expanden conceptos y tu margen de tolerancia; absolutamente todo cambia y se vuelve más comprensivo. La madre de Virginia, que es maestra de escuela pública igual que la mía, también estuvo en contacto con Vivian y nos comentaba cuánto le influyó y le cambió el concepto sobre el arte moderno. Para esa generación a veces no es fácil de entender y, sin embargo, el contacto con la exposición y con la artista abre inmediatamente la perspectiva. Todo eso seguramente va a ayudar a los chicos, porque a veces no es fácil llegar al arte. Esperamos que la fundación repercuta en todos positivamente.

¿Por qué seleccionaron a Vivian Suter para la apertura de la fundación?

V. C.: La eligió el curador Martín Craciun por su importancia en el mundo del arte. 

P. M.: En la actualidad Vivian es una artista muy bien conceptuada que acaba de exponer en el Reina Sofía y luego irá a Portugal y a Milán; es una artista realmente importante.

<em> Una patrulla de expertos en la reconstrucción de Machu Picchu trabajó en la pared de granito de 7 metros de la Fundación Cervieri Monsuárez. Foto: Maximiliano Vila</em>Una patrulla de expertos en la reconstrucción de Machu Picchu trabajó en la pared de granito de 7 metros de la Fundación Cervieri Monsuárez. Foto: Maximiliano Vila

¿Cómo fue conocerla personalmente?

P. M.: Llegó el 29 de diciembre a Uruguay y se quedó en casa con nosotros. Alcanzar la fecha del 5 de enero con la construcción fue todo un desafío. Fueron muchos nervios y tensión de saber que tenía que estar todo terminado para cuando ella llegara desde Guatemala, donde vive en la selva. Pasó Año Nuevo con nosotros y pudimos interactuar con ella, con su hijo, con el curador. Son todos encantadores y muy profesionales. Ella es un ser humano exquisito que trabajó durante cuatro días en el montaje, no lo delega porque la obra no es solo las telas, es el conjunto con el montaje, porque tiene una manera particular para colocarlas. 

La construcción de piedra de siete metros de altura diseñada por Rafael Viñoly se asoma naturalmente en el paisaje como si siempre hubiera estado allí. ¿Cómo empezó todo?

P. M.: Empezó porque buscábamos una oficina en Punta del Este. El diferencial de nuestro estudio de abogados siempre fue hacer cosas diferentes, y uno de esos aspectos es la parte arquitectónica. Vinimos a José Ignacio y decidimos establecer una oficina acá para el verano­, y lo que en principio sería una oficina terminó, a instancias de Rafael Viñoly, en un centro de arte. 

V. C.: Cuando le contamos a Rafael lo que queríamos hacer, él hizo este diseño. Le dijimos “pero esto es un espacio de arte”, y él nos dijo “sí, es lo que necesita José Ignacio, un espacio de arte”.

¿Pero ustedes le habían pedido una oficina? 

V. C.: En realidad necesitábamos un lugar de reunión con clientes en el Este que no fuera en Montevideo, necesitábamos un punto medio.

P. M.: Acá nos podemos reunir en el segundo piso con vistas a la Brava y, además, establecer un vínculo con la comunidad, que es algo que Rafael buscaba en todos sus proyectos. Y con la fundación lo logramos. 

<em> Foto: Maximiliano Vila</em>Foto: Maximiliano Vila

¿Por qué Viñoly consideró que se necesitaba este espacio de arte?

V. C.: El terreno lo elegimos nosotros y cuando él lo vio pensó el diseño y lo envió. Empezó a trabajar en los espacios y nosotros no le hicimos ninguna modificación. Nos conocíamos de antes, Rafael venía al estudio y a nuestra casa. Yo creo que él sabía que esta obra de piedra al estilo peruano le iba a encantar a Pablo y se podría construir.

P. M.: Además de ser un arquitecto genial, Rafael era un artista que tenía una fuerte inclinación por la música y sentía el arte como lo sentimos nosotros.  

¿Y cómo pasaron a la construcción en sí misma, de dónde son las piedras?

V. C.: Rafael vino a Uruguay y fuimos a elegir el granito que él quería. Las canteras de granito son de San Carlos.

P. M.: Eligió el granito de San Carlos por la textura, la dureza, el color. Este granito se adaptaba al trabajo que se requería. Pero también se usó granito de la cantera de Jesús González. Eligió un solo frente de cantera para mantener la uniformidad de color. También había un tema logístico, la piedra estaba a 60 km de distancia de acá.

V. C.:  No fue una obra común, teníamos trabajadores en el subsuelo y, por el otro lado, gente trabajando en la piedra antes de trasladarla.

¿Cuándo empezaron con la obra?

P. M.: En marzo de 2023 se empezaron los primeros movimientos y el trabajo de la piedra a fines de junio. Los primeros trabajadores peruanos vinieron el 26, 28 de junio. 

¿Y cómo encontraron expertos en trabajo en granito?

V. C.: Viñoly quería una construcción que emulara Machu Picchu.

P. M.: Él pensaba que de alguna manera la cultura inca había llegado hasta el sur y todo eso estaba dándole vueltas en la cabeza. De ahí surgió la idea de hacer algo de estilo andino, específicamente de Cuzco y Machu Picchu. Cuando Rafael falleció, respetamos esa idea y se nos ocurrió ir a Perú a buscar a los pedreros que trabajan en las reconstrucciones. Entonces dimos con las últimas familias de pedreros, que son los que reconstruyen Machu Picchu, hablamos con ellos, vinieron a Uruguay y se hizo todo este trabajo.

¿Cuántos eran?

P. M.: Al inicio eran 12 personas y al final fueron 20 porque si no, no se llegaba a tiempo. 

¿Encontraron alguna dificultad en el trabajo o con las herramientas?

P. M.: Las herramientas las hicieron a mano, pidieron pedazos de metal, ejes de camión, y con eso las fabricaron. Nos las quedamos como parte de la herencia que dejaron. Después concluyeron que el mejor granito para este trabajo era este, y trabajaron de manera parecida a lo que hacen en Perú.

V. C.: De lo único que se quejaron fue del viento. Además acá entre julio y agosto estuvo muy frío.

<em> Emiliano Valdés es el curador de las obras de Vivian Suter, cortesía de Gladstone Gallery, House of Gaga, Karma International y Proyectos Ultravioleta. Foto: Valentina Weikert</em>Emiliano Valdés es el curador de las obras de Vivian Suter, cortesía de Gladstone Gallery, House of Gaga, Karma International y Proyectos Ultravioleta. Foto: Valentina Weikert

Su conocimiento previo con Viñoly facilitó toda la obra…

P. M.: Con Rafael hubo una conexión muy fuerte y además él entusiasmaba a las personas, como a Virginia y a mí, que nos entusiasmamos con el proyecto. Pero también le transmitimos la sensación de que lo íbamos a realizar, o por lo menos que haríamos el esfuerzo. De verdad para nosotros concretar esta obra significó un gran esfuerzo.

V. C.: Se pudo hacer todo lo que parecía imposible. Un muro de piedra, expertos en piedra de Cuzco, una puerta de 30 m2. La verdad es que se juntaron una cantidad de elementos, pero el resultado es fantástico.

El edificio consta de la sala principal, otra en el piso inferior y un rooftop, más el jardín… ¿Qué características tiene?

V. C.: La exposición de Vivian Suter está en la sala principal, con la pared curva proyectada con una lucerna en el techo para que entre luz natural. Tiene piso de  madera y las luces vinieron de Alemania porque son especiales para espacios de arte. El diseño del jardín lo hizo el Estudio Bulla de Argentina, con plantas autóctonas que se adaptan a este proyecto y resisten el viento y el salitre. El jardín fue pensado con el objetivo de crear un diálogo directo con el entorno. A medida que crezca la vegetación y los pájaros aniden será una maravilla, el muro de piedra se integrará completamente­ al paisaje verde. 

P. M.: La piedra, las rocas representan a José­ Ignacio, y creo que Rafael lo interpretó perfectamente. Es muy orgánico, es una especie de animal prehistórico de piedra puesto ahí, pero a su vez del otro lado, en la entrada, se incorpora una gran modernidad. 

V. C.: Otra cosa interesante del proyecto es la puerta, que fue hecha en hierro. Cuando Rafael ya había fallecido y se empezó con el proyecto nos dimos cuenta de que la puerta era de 30 m2 y nuestro apartamento, cuando recién nos casamos, era casi de ese tamaño. Entonces pensamos: ¿quién la puede hacer? Lo primero que te dicen es que acá nadie lo hace. Y Pablo buscó y buscó y encontró un experto en Paysandú.

P. M.: Sí, Martín Filotto, que es descendiente de alemanes y tiene una metalúrgica en Paysandú, pero nunca había hecho una puerta de este tamaño. A medida que la obra avanzaba­, aparecía un nuevo desafío y encontraba una persona que se entusiasmaba con el proyecto. 

V. C.: Después la complejidad fue traerla, porque no podían cargarla parada por el viento. Se tuvo que traer acostada, pero ocupaba el ancho de la ruta. Ayudó la policía caminera, que iba cortando la ruta por tramos. Esta fue una obra complejísima, en la que además no estaba el arquitecto, pero el estudio Viñoly­ estuvo pendiente todo el tiempo y vinieron los arquitectos. 

¿Alguna vez pensaron en modificar el diseño? 

P. M.: No, y tampoco hubiéramos querido cambiarlo. Toda obra de un genio de la arquitectura como Rafael se necesita llevar al extremo para que resulte una obra excepcional. De lo contrario, se trataría de una obra normal que no llamaría la atención, que pasaría desapercibida, y esta obra es única. 

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Vivian Suter: pintar como ser

Para presentarse por primera vez en Uruguay, la artista argentina de padres suizos­ Vivian Suter seleccionó una serie de obras a la que llamó Pintar como ser. Las piezas se reúnen en tres grupos que, con la ayuda estructural de dispositivos adecuados, se despliegan en el espacio de la Fundación­ Cervieri Monsuárez.

<em> La argentina de padres suizos Vivian Suter exhibe sus obras en la fundación, la primera vez que se presenta en Uruguay. Foto: Kyung Roh</em>La argentina de padres suizos Vivian Suter exhibe sus obras en la fundación, la primera vez que se presenta en Uruguay. Foto: Kyung Roh

Sus pinturas reflejan una mezcla de gestos, momentos y efectos producidos por la superposición de su intención y la azarosa intervención de los elementos de la naturaleza. Instalada en Guatemala desde los años 80 en antiguos terrenos de una plantación de café, Suter utiliza una amplia colección de técnicas y de colores influenciados por el entorno, la lluvia, el viento, el calor, las tormentas e incluso las inundaciones. Como resultado, sus creaciones despliegan una energía especial y única que se materializa en lienzos enormes que mantienen su autonomía, pero a su vez viven en estrecha conexión con el resto. Su trabajo, que aborda con vigor y delicadeza, posee una fuerza brutal y de amable elegancia que habla de las tardes de Atitlán, Guatemala, en donde fueron concebidas. 

La selección reúne la Cascada (instalación presentada en el Museo Centro de Arte Reina Sofía, Palacio de Velázquez, de Madrid), obras recientemente presentadas en la Galleria d’Arte Moderna e Contemporanea­ di Bergamo, y un nuevo grupo de pinturas procedentes de su atelier­, junto al lago Atitlán.

<em> Foto: Mauricio Rodríguez</em>Foto: Mauricio Rodríguez

El curador fue Emiliano Valdés, actual chief curator del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), asesor de Kadist (París­ y San Francisco) y curador en Art Dubai 2024. Su interés principal radica en la intersección­ del arte, las comunidades y los procesos urbanos, con énfasis en prácticas ambientales y espirituales.

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Por Román Viñoly, director de Rafael Viñoly Architects

“La intención de mi padre, Rafael, fue brindarle al pueblo de José Ignacio una presencia que es muy diferente en cuanto a escala y materialidad de lo que es el resto del pueblo. Pensó en un edificio para albergar todo tipo de obras con la mayor flexibilidad posible, y que se iba a construir en ese terreno que habían elegido. Entonces, el edificio tiene una pared principal monumental que da a la rotonda de la entrada de José Ignacio, y otra con una inmensa puerta de hierro. A mi padre se le ocurrió que esa pared tuviera una característica cuasi geológica, realizada con un material autóctono, que es el granito que viene de una cantera a pocos kilómetros de José Ignacio. Pero si bien su intención era generar un aspecto cuasi geológico, nunca hubiera aceptado fingir que fuera geológico, por tanto le dio a ese paredón de piedra unas características que demuestran la genialidad de la obra humana, que es el trabajo tradicional de los incas ejecutado por una patrulla de descendientes de los mismos incas de Perú que hicieron Potosí, Cuzco y ese tipo de construcciones.

Entonces, esa enorme pared que tiene aspecto naturalista con el tiempo será más y más natural, se irá asentando a su entorno a medida que los horneros, las plantas y el musgo vayan interviniendo, y le va a brindar al lugar este fondo monumental pero de cierta forma también natural. La manera en que esa pared se inclina hacia adentro del terreno también tiene mucho que ver con la intención de abrir las vistas alrededor de la rotonda hacia la playa Brava de José Ignacio. Además, la gran plantación que está planeada para el techo, que funcionará como mirador y para eventos, parecerá directamente extraída de Machu Picchu.

Esa es la intención del lugar, monumentalidad con materialidad orgánico-natural y con una narrativa, por cómo está hecha esa enorme pared, y un encanto y una fascinación que invitan a la contemplación y (despiertan) la intriga y la curiosidad de la gente, y atrae a entrar y experimentar la gran diversidad de obra artística que se exhibe dentro”.