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    La sociedad “debería ser más empática con las matemáticas”, que son “importantes, útiles” y bellas “por una razón milagrosa”

    “No soy como esos intelectuales que no aprecian la actividad física, ni como los matemáticos que la consideran de menos valor”, aseguró despojado de prejuicios el húngaro Endre Szemerédi, matemático renombrado y ganador del Premio Abel (2012) por sus logros. Es que antes de ser matemático fue un niño que soñaba con ser jugador de fútbol, fue hincha, fue estudiante de Medicina para honrar los deseos de su padre y fue empleado de una fábrica.

    El estudiante tardío de matemáticas y exitoso profesional insiste en que quienes “creen que pueden distinguir a un matemático de otra persona normal” se equivocan y destaca la necesidad de integrar la disciplina a la sociedad.

    Szemerédi logró probar un teorema que hoy lleva su nombre y desde la academia ayudó a entender, con una visión abstracta, la estructura de Internet. El matemático viajó a Uruguay para participar en la Conferencia de los Fundamentos de la Matemática Computacional (FoCM). Durante su charla en Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República disertó mostrando hojas escritas a mano y luego escaneadas que proyectaba a modo de presentación, con cierta confusión para adelantarlas y volver hacia atrás cuando era necesario.

    El destacado matemático, reconocido por sus colegas por tener una mente excepcional, conversó con Búsqueda luego de su disertación.

    A continuación un resumen de la entrevista:

    —Es muy crítico con usted mismo por sus limitadas habilidades para hacer uso de las nuevas tecnologías, su baja estatura y pocas condiciones deportivas, entre otras cosas, según lo he escuchado durante sus charlas. ¿Es así de crítico con su trabajo?

    —Soy zurdo y fui programado para usar la mano derecha, eso me causa problemas. Antes era un problema serio porque cuando era chico era disléxico. No me critico mucho en mi trabajo. Soy como todos los matemáticos científicos, que cuando queremos resolver un problema somos críticos con nosotros mismos si no logramos nuestro objetivo. Si no puedes resolverlo te enojas. Déjalo, puede ser que el día siguiente sí lo logres. No me ha pasado solo a mí, en general los científicos que trabajamos en esto parece que nos rendimos pero al mes o dos volvemos a trabajar en el problema. Debes retomarlo, a menos que reconozcas que no tienes ni la menor idea de cómo abordarlo; en ese caso es razonable probar otra cosa. Algunos científicos sienten que están embarcados en un largo camino y que llega un punto en que ya no pueden corregir el rumbo. Si ocurre, ahí realmente tienes que rendirte. No puedes arrancar el día de la misma manera y terminarlo igual en la tarde. No es fácil dejarlo, especialmente si te pasas medio año trabajando en un tema.

    —¿Le ha pasado? Estimo que debe sentirse la frustración…

    —Me ha pasado muchas veces, sí. Trabajé en un problema durante un año y finalmente tuve que rendirme porque entendí que no tenía los recursos para resolverlo. Es un tipo de frustración, sí, no es depresión pero definitivamente no es feliz.

    —Ha tenido que vencer obstáculos hasta encontrar el éxito en las matemáticas. Cuando era chico utilizó sus conocimientos para recibir protección de sus compañeros más fuertes, ya que usted era pequeño en la escuela. Nunca se planteó ser matemático en ese entonces, intentó ser médico y eso no resultó. ¿Qué fue lo que ocurrió?

    —No era que no me gustara la Facultad de Medicina, es solo que no lograba aprender las cosas. Mi padre quería que fuera médico. En ese momento, la dedada de 1950, era la profesión más de moda en Hungría. Era muy difícil entrar en la universidad, yo le tenía miedo a mi padre y entonces estudié mucho biología y física. Es lo que tenías que saber para entrar, no matemáticas. Luego dejé la universidad y me puse a trabajar en una fábrica. Me convertí en matemático tarde, por casualidad tres años después.

    —Primero un amigo y luego un profesor fueron las figuras decisivas. El docente lo convenció de que su camino era la matemática. En función de su experiencia, ¿deberían los profesores jugar un rol protagónico para incentivar el gusto y el estudio de las matemáticas?

    —Conozco bien el sistema de Hungría. Nosotros producimos los superstars en escuelas especiales y colegios y luego están entre los mejores del mundo. Anualmente podemos producir 10 muy buenos matemáticos, pero lo que hace falta ahora, que quizá en mis tiempos no faltaba, es ocuparse de los del medio. Son esos que dicen que les gustan las matemáticas pero no aprenden porque su profesor no es bueno y quieren ser arquitectos, médicos, ingenieros e incluso artistas.

    Sería interesante y muy importante que adquirieran algún tipo de pensamiento matemático. Es muy difícil definir qué es pensamiento matemático. Sientes que cuando te dan un puzzle y lo resuelves, parte de ti prueba que ha podido solucionar algo. Tuviste tu argumento que tomó forma y no dudas en que la solución final sea la correcta. Postulas y explicas por qué con argumentos y pruebas, por qué esto es así, por qué es cierto o por qué es importante. Las matemáticas tienen este tipo de consideraciones, que son muy importantes. No estoy diciendo que todo el mundo debe aprender matemáticas en profundidad.

    Hace años vino un periodista a hablar conmigo y se presentó educadamente. Su primera frase fue “no sé nada de matemáticas”. Comenzó con una frase familiar… y por eso le dije, ¿y qué otra cosa no sabes? ¿Por qué es tan frecuente escuchar a la gente decir que no le gustan las matemáticas? ¿Por qué no lo dicen en referencia a otras áreas?

    Estoy muy contento porque en Hungría el año pasado hubo una competencia sobre matemática, no para los superstars, organizada por docentes; se hizo en Budapest en una colina. En el parque en cada árbol había un puzzle para resolver en grupos de tres personas. Hubo 4.000 personas participando, un número grande. Fue muy lindo verlo. Además era atlé­tico, tuvieron que trepar y correr kilómetros. La gente estaba contenta y concentrada en resolver los problemas matemáticos y dijeron que no sintieron la exigencia física, el cansancio. Fue hermoso. La idea no era crear matemáticos sino involucrarlos con la matemática para que en un futuro, aunque tengan otra profesión, hayan adquirido esta manera de pensar y de resolver problemas, de pensamiento. También hay programas de verano.

    Hungría es un país chico como Uruguay, somos 10 millones. Cada año participan de estas actividades 10.000 personas en tres ciudades adquiriendo estas habilidades de razonamiento, lo que ayuda al país enormemente.

    —Entonces propone integrar las matemáticas y su forma de razonamiento aplicable a otras áreas…

    —Sí, esa es una parte. La otra parte es sobre cómo se ven las matemáticas. A veces se las ve como sentarse y hacer algo loco. Pero ¿por qué nadie le pregunta al poeta o novelista por qué hace lo que hace? ¿Por qué insume tanto tiempo leyendo? Casi todos nos preguntan a los matemáticos y físicos teóricos por qué hacemos estas cosas tontas.

    —¿No se sienten comprendidos como comunidad?

    —Casi nunca se nos entiende y por eso es importante tener instancias, chances para hablar y contar otras cosas. Mira, si te dedicas como matemático a la teoría, puedes estar interesado en ciertos problemas por motivos diversos. También los matemáticos consideran a la sociedad o a la comunidad. Si en 30 años sus resultados fueron usados en la vida real entonces ahí puedes ver sus productos. Verás que son útiles, que son importantes y que vale la pena apoyar a los matemáticos porque su producción es usada, verás que es efectivo invertir en ellos y el retorno es enorme.

    La sociedad debería ser más empática con las matemáticas. Esta actitud de que las matemáticas, y en general la ciencia, no son apreciadas es muy mala para un país, porque la investigación básica es muy importante. Mira Internet… nada se hubiera hecho si los cibernéticos no hubieran trabajado durante más de 30 años inventando algoritmos.

    —¿Cree que esta postura se mantiene en todo el mundo?

    —Varía entre países pero en promedio veo que esta es la actitud, sí. Es muy mala. No quiero defender a los matemáticos, soy suficientemente viejo como para no preocuparme tanto por estos temas, pero es malo para la audiencia en general. Nosotros seguimos cobrando nuestro sueldo, pero es muy importante que cambie ese concepto para las próximas generaciones, que el trabajo de los matemáticos sea mucho más valorado porque es muy importante lo que hacen. También la belleza está ahí.

    —¿Hay belleza en las matemáticas?

    —Si dices que una novela es bella, una película es bella, definitivamente la belleza está ahí de la misma manera que está en las matemáticas. La belleza es parte importante de la vida y la matemática puede proveer algún tipo de belleza. Es difícil de ver pero está ahí. Muchas de las cosas importantes en matemáticas son bellas. Si las lee el experto puede decir, sí, esto es bello. Por una razón milagrosa es bello, es casi como el arte.

    Mi esposa (Anna Kepes) está en humanidades, escribió un libro titulado “El arte en la vida de los matemáticos”, editado por la Sociedad Americana de Matemática y que saldrá en un mes. Habla de los matemáticos que son artistas, algunos ganadores de premios destacados como el Premio Abel. Matemáticos que hacen arte de alto nivel.

    —¿En dónde encuentra la conexión entre el arte y las matemáticas?

    —Creo que se atraviesan, ingresa uno en el otro en distintos sentidos. Hay una conexión, se inspiran mutuamente, eso es seguro.

    —Sus colegas matemáticos escribieron un libro sobre usted y su trabajo que se tituló “Una mente irregular”, en alusión a una mente extraordinaria. ¿Qué opinión le merece el título?

    —Todo el mundo es irregular, no hay tal cosa como extraordinario. Es una invención de los editores. No creo tener una mente irregular, creo que soy normal, algunos dicen que es más que eso.

    —Usted ayudó a entender con una visión abstracta la estructura de Internet. ¿Estaba en sus planes cuando trabajaba?

    —No, trabajaba completamente en teoría, sobre la Teoría de los Grafos Aleatorios (grafos entendidos como conjuntos de objetos unidos por enlaces). Luego se convirtió en importante para este uso. Es exactamente lo que ocurre: tú estás trabajando en problemas y más tarde la teoría se convierte en aplicable. Has podido ver que todavía no sé usar las computadoras pese a que trabajo en un departamento de ciencias de la computación. Casi todos mis e-mails son respondidos por mi esposa. Ella a esta altura ya puede responder incluso sobre matemáticas (risas). ¡Prácticamente todo!

    —Tras obtener el reconocimiento a su trabajo ¿qué significa la matemática para usted hoy?

    —El reconocimiento no me cambió la vida. Las matemáticas significan para mí casi tanto como el fútbol. Me encantan y las veo como algo bello e importante, es una parte integral de mi vida. Pero cuando realmente me emociono no es cuando encuentro la respuesta a un problema matemático sino cuando mi equipo favorito gana o pierde. No nací ni crecí siendo matemático; me convertí en uno mucho más tarde de lo común.