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    Respuestas científicas a problemas productivos

    Instituto Clemente Estable contesta con “conocimiento original”

    Ochenta y ocho años es la edad del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. Durante esas casi nueve décadas los investigadores se han dedicado a responder muchas preguntas científicas. Algunas son preguntas que surgen desde “la ciencia fundamental” y buscan explicar cómo ocurren fenómenos biológicos, las características de microorganismos y los detalles más profundos de su funcionamiento, explicó a Búsqueda Pablo Zunino, presidente del Consejo Directivo del Instituto. Otras preguntas, en cambio, son aplicadas o dirigidas a problemas concretos de la realidad, de coyuntura, y requieren respuestas a corto o mediano plazo. Estas últimas no se podrían responder sin antes haber estudiado la ciencia fundamental.

    Los investigadores que integran el Clemente Estable buscan generar conocimiento científico original de buena calidad”, tanto en ciencia fundamental como aplicada, aclara Zunino. Desde hace ya varias décadas, y en los últimos años con mayor énfasis, los investigadores del Instituto buscan el intercambio con el sector productivo. Algunos ejemplos muestran el fruto del camino recorrido.

    Zunino es médico veterinario y jefe de Departamento de Microbiología del Clemente Estable. Él y su equipo se dedican a los causantes de enfermedades (patógenos) en animales principalmente. Estudian a los patógenos que logran enfermar a los rumiantes y a la población de colmenas, entre otros.

    El Instituto colabora con el Laboratorio Santa Elena y estudia las cepas de microorganismos que circulan y afectan la salud de los bovinos, para responder cuáles y qué tan diversos son. Se trata de “conocimientos necesarios para desarrollar después alternativas de prevención, como vacunas”, explicó Zunino. Investigan los causantes de conjuntivitis infecciosa bovina y diarrea neonatal en terneros.

    “Son enfermedades que se asocian a cambios productivos que estamos viviendo actualmente en sistemas que se dirigen hacia la intensificación. Hacen que los riesgos de enfermedades infecciosas sean más serios, sobre todo en categorías jóvenes”, explicó Zunino.

    También hay un área que estudia la ecología microbiana acuática para dilucidar qué ocurre en “temas de gran actualidad”, como las floraciones de algas nocivas, y desarrollar métodos de detección temprana y alternativas para el manejo de ecosistemas.

    El bioquímico Federico Battistoni, investigador asistente (grado 4) del Departamento de Bioquímica y Genómica Microbianas del Clemente Estable, dirige un grupo que estudia “la interacción benéfica entre planta y microorganismo”, principalmente de bacterias. “Estudiamos la flora bacteriana presente en las plantas sanas para usar esas bacterias como inoculantes en sustitución a la fertilización química” para aplicar en diversos cultivos, explicó Battistoni. Aclaró que hay investigaciones fundamentales y otras aplicadas y que las primeras son “básicas y fundamentales para el desarrollo de la biotecnología”. El Instituto trabaja desde hace varias décadas en alfalfa y trébol. Ahora Battistoni y su equipo trabajan en caña de azúcar y sorgo dulce, que son de interés productivo para Alur, con la que trabaja en cooperación. Estos cultivos se usan para producir bioetanol, para alimentar ganado y para fabricar azúcar.

    También por demanda de la Sociedad de Fomento Rural de Minas se dedican a la festuca, una gramínea forrajera. “Tiene muy buena adaptación en Uruguay, se buscan bacterias que promueven su crecimiento” y poder disminuir la fertilización química, indicó Battistoni. También estudian hongos que puedan resultar beneficiosos.

    Inés Ponce de León, bióloga e investigadora asistente (grado 4) del Departamento de Biología Molecular del Instituto, trabaja en el área de biología molecular de plantas y defensa vegetal. “La idea es entender cómo las plantas se defienden cuando son atacadas por microorganismos patógenos, justamente para poder utilizar la propia defensa de las plantas y reducir el uso de pesticidas. Ese es el objetivo principal”, explicó Ponce de León a Búsqueda. Trabaja con soja, y un grupo en el Clemente Estable investiga enfermedades en cítricos. También utiliza musgos que son tolerantes a muchos tipos de estrés. “Utilizando como fuente sus genes y metabolitos”, estos a futuro pueden servir para mejorar la resistencia en otras plantas de interés productivo, resumió. También estudian las levaduras nativas de la vid en colaboración con la Facultad de Química.

    La química Claudia Etchebehere, jefa del Laboratorio de Ecología Microbiana del Departamento de Bioquímica y Genómica Microbiana del Instituto, trabaja en el tratamiento de aguas residuales y estudia también cómo obtener energía a partir de desechos. Aplica seres vivos para hacer tratamientos de residuos y evitar la contaminación.

    A partir de la basura se puede obtener energía en forma de gases como metano e hidrógeno. La producción de hidrógeno no genera gases de efecto invernadero, sino que produce agua. Se lo ve como el combustible del futuro. “Hay microorganismos que producen hidrógeno y nosotros estudiamos unos que producen hidrógeno a partir de aguas residuales de Uruguay”, contó. La producción de metano ya tiene aplicación a nivel industrial e incluso en Uruguay hay algunos reactores en funcionamiento a escala real, que usan para producir energía eléctrica o calor. “Hay reactores en la industria láctea y ahora se está empezando a implementar en tambos industriales a gran nivel”, informó Etchebehere. Este grupo trabaja en equipo con la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar) en el diseño de reactores y plantas y también con el grupo de electroquímica.

    Etchebehere estudia el uso de celdas de combustible hechas con microorganismos y conocidas como “pilas microbianas”. Los microorganismos consumen la materia orgánica que viene de material de desecho y, mediante un diseño inspirado en el funcionamiento de una pila, transmite energía y “genera corriente eléctrica”, explicó la investigadora. El Clemente Estable participa de una investigación internacional sobre tratamiento de aguas residuales urbanas, que estudia los microorganismos presentes en las piletas de tratamientos en colaboración con la OSE.

    Para el médico Gustavo Folle, jefe del departamento de Genética del Instituto, una ventana nueva de trabajo se abrió cuando la Facultad de Agronomía de la Udelar requirió estudiar el ADN de las gramíneas uruguayas para poder observar si existían diferencias en la clasificación botánica, versus la información genética y así corregir errores. De allí surgieron otros estudios hasta que finalmente se formó y ahora coordina el Servicio de Clasificación Celular y Citometría de Flujo en el Clemente Estable, que permite prestar ese y otros servicios de análisis de genética. Ahora, mediante un convenio con el Instituto Nacional de Semillas, estudian y controlan la calidad de semillas de lotus y ray grass.