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Ya saben de mi amor eterno por las ensaladas, me encanta hacerlas y comerlas. Amo la ensalada de papas en sus múltiples variables, me parece una buena opción para comer una ensalada contundente y llenadora. La combinación de la papa con el huevo en su punto exacto, sumar vegetales que aportan más sabor, algunas hierbas que dan frescura y una vinagreta cremosa me parece esencial para lograr un buen resultado. Esta es una de mis preferidas desde que soy chica. La hacía mi abuela Mamina, mi mamá y varias personas en la familia. Es una receta alemana, incluye papa, huevo, cebolla y vinagre. Elementos básicos con buena cocción y cuidado, que resultan en una delicia absoluta. Si se prepara con un día de antelación y se deja en la heladera, queda mil veces más rica, porque la papa absorbe todo el sabor de los demás ingredientes.
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4 papas medianas 3 huevos duros 1 cebolla blanca chica 100 cc de vinagre de vino Aceite mezcla Sal y pimienta negra recién molida Perejil
Preparación Cocinar las papas enteras, con cáscara, en agua con sal. Comenzar con el agua fría y cocinar a fuego bajo para que no se rompan y conserven su forma. Lo mejor es cocinarlas con olla a presión por 15 minutos desde el momento que rompe el hervor. Dejarlas enfriar en la olla hasta el día siguiente o, por lo menos, unas horas. En un bowl colocar la cebolla en brunoise (en cubitos), los huevos duros picados medio gruesos, el vinagre, el aceite, sal y pimienta. Pelar las papas manteniendo su forma lo mejor posible e ir cortando en rodajas sobre la vinagreta, mezclar bien con ambas manos para que la papa absorba bien todo. Servir en una fuente y agregar por encima el perejil en chiffonade (en tiritas). Después de unas horas de preparada, queda aún más deliciosa.
Del libro Relatos y recetas, Editorial Grijalbo, Penguin Random House.