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Olena Zelenska: “Rendirse significa morir, para nosotros”

En entrevista con Galería, la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, relata cómo es su vida y la de su país en tiempos de guerra

En la mayoría de Kievla vida transcurre como en cualquier capital europea. Pero no en esa zona. Allí, en el centro de la ciudad, ese viernes 31 de mayo a la tarde y hasta nuevo aviso, la calle está cortada por un retén militar. Bolsas de arena, un vehículo blindado, una casilla verde camuflaje y varios soldados impiden el tránsito, incluso de peatones. Más allá de ese punto de control están las oficinas del gobierno de un país en guerra.

Dos controles de pasaporte son necesarios para llegar al jardín del Palacio Mariynski, la residencia oficial del presidente de Ucrania. Ni Volodímir Zelenski ni su esposa, Olena Zelenska, viven en esa construcción imperial del siglo XVIII. Su lugar de residencia después de que Rusia invadió el país en febrero de 2022 se volvió un secreto de Estado.

Ese viernes, sin embargo, Zelenska está ahí. La primera dama aceptó dar una entrevista a Galería y un grupo de periodistas de América Latina, una instancia concertada por la organización no gubernamental Public Interest Journalism Lab.

Zelenska participa en actividades protocolares y se volvió uno de los rostros de la resistencia del gobierno ucraniano contra la agresión rusa. Aunque ha tenido una actividad mediática intensa, no se siente cómoda dando entrevistas. El famoso de la pareja siempre fue Volodímir. Ella era guionista del programa de humor que protagonizaba su esposo, a quien conoció antes de que se volviera una figura mediática. En su horizonte no existía la posibilidad de que se volviera presidente de Ucrania, primero, y luego referente de Occidente.

Ante la consulta de Galería, Zelenska (45) dice que su principal tarea en el esfuerzo de guerra es apoyar a su esposo. La mayoría del tiempo ese respaldo es a distancia, producto de las medidas de seguridad y de los avatares de la confrontación bélica. Ella es el sostén de una familia que incluye a dos hijos, Oleksandra, de 18 años, y Kyrylo, de 10.

¿Cuál es su rol en esta guerra?

Soy ciudadana de Ucrania. He vivido aquí toda mi vida. Y no esperaba que nuestro vecino del norte fuera capaz de llevar a cabo un ataque tan brutal e insidioso contra nosotros. Por eso, como cualquiera de mis conciudadanos, creo que mi rol es permanecer juntos, estar aquí y resistir. No creo que mi papel sea diferente del resto de los papeles de las mujeres en esta guerra. Intento hacer lo que tengo que hacer, continuar mis actividades como esposa del presidente, seguir siendo madre y esposa de mi marido en la medida de lo posible en estas circunstancias. Por lo tanto, incluso en mi propia mente, no veo ningún papel especial para mí.

Ha habido reportes muy serios, muy repetidos, sobre la deportación de niños y adolescentes a Rusia. ¿Cómo lo ha sentido y cuáles son las posibilidades de que ellos vuelvan a casa eventualmente?

Como acabo de decir, soy madre, tengo dos hijos y cuando trato de imaginar a mi familia en una situación así, me viene un sentimiento de horror. Y me solidarizo con esas familias que ahora han perdido el contacto con sus hijos. La situación es realmente vergonzosa, porque hace retroceder muchos años a la humanidad. Lo que dicen los medios de comunicación rusos es que son 750.000 niños ucranianos que ellos se llevaron a su territorio, supuestamente para “salvarlos de la guerra”. No tenemos ninguna información confirmada oficialmente, porque no está disponible para las organizaciones internacionales que intentan conseguir esta información. Según las estimaciones de nuestros servicios sociales, ahora hay más de 19.000 niños ucranianos en el territorio no controlado por Ucrania, en los territorios ocupados y en Rusia. Las autoridades ucranianas han conseguido recuperar a más de 380. Consideramos esto como acciones deliberadas, como acciones planificadas contra el pueblo ucraniano. Hay cinco escenarios para la deportación de los niños. La primera es el asesinato de los padres, que suele ocurrir en el territorio donde se están llevando a cabo operaciones militares. Asesinan a los padres, toman al niño y se lo llevan. Otra opción es la sustracción intencionada de un niño, incluso de su familia. Tales casos existen. Recientemente, Ucrania recuperó a un chico de 16 años que cuenta cómo fue separado de su abuela y ella pudo llevárselo de vuelta a través de cuatro fronteras. La creación de condiciones de vida deliberadamente terribles. Es decir, esto es una catástrofe humanitaria, cuando es imposible vivir con niños en tales circunstancias, ellos, los ocupantes, ofrecen unas “vacaciones”, llevar a los niños a la Crimea ocupada, etc., y algunos padres están de acuerdo con ello. Sí, es un error, pero no podemos condenar a la gente que intenta no perder a sus hijos, no perder el sentido de la vida, porque incluso alimentar a sus hijos en tales condiciones es muy difícil. Y otro mecanismo es cuando se llevan a los niños durante la filtración. Es una práctica vergonzosa. Los rusos crean campos de filtración. A la mayoría de los ciudadanos ucranianos de los territorios ocupados les gustaría ir al territorio de Ucrania, pero está prohibido. Disparan contra los convoyes de evacuación. Solo se puede ir al territorio de Rusia. Y aquí se encuentran con una “sorpresa” en forma de campo de filtración. Revisan todas sus pertenencias, miran sus teléfonos, qué redes sociales utilizan, si tienen fotos en las que apoyan a Ucrania. Si sobre los padres tienen alguna duda, se los separa de sus hijos, y los niños son llevados al territorio de Rusia. El año pasado, en mayo, el presidente ruso firmó un decreto que creó un procedimiento acelerado para la adopción de niños ucranianos por ciudadanos rusos, así como sobre un procedimiento acelerado para conceder la ciudadanía rusa a los niños ucranianos que hayan cumplido 14 años. Nos encontramos en una situación en la que ni siquiera podemos averiguar el destino de cada uno de estos niños. Por eso es muy doloroso. Recientemente, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el presidente Putin y (la comisionada presidencial para los Derechos del Niño en Rusia) María Lvova-Belova, pero se trata solo de un paso político. Por desgracia, la comunidad internacional no ha sido capaz de dar ningún paso práctico hasta ahora. Logramos rescatar a 384 niños. Son solo los logros de los defensores del pueblo ucraniano, de los defensores de los derechos humanos, de los ciudadanos ucranianos, de las ONG. No hemos podido hacer más. Y esto es un gran dolor para nosotros.

Después de estar varios días en Ucrania, uno ve el miedo de la población cuando hay ataques de Rusia. ¿Cómo vive usted ese día a día bajo ataques?

Esto puede ser raro, pero es probablemente una cualidad de la psique humana, ya nos hemos acostumbrado a eso de alguna manera. Puedo hablarles de mis reacciones de esta mañana. Cuando me desperté por la mañana, no vi en mi teléfono, en primer lugar, que hubiera una alerta de ataque aéreo por la noche y, en segundo lugar, no vi ninguna noticia sobre ataque de drones o misiles. Mi primera reacción no fue que era genial, que estábamos teniendo una noche tranquila, mi primera reacción fue que había algo mal con mi teléfono. Esto no puede estar pasando, pensé. O perdí la conexión y simplemente no escuché nada, y no puede ser. Estamos acostumbrados a chequear nuestros teléfonos, canales de Telegram a primera hora de la mañana para ver si ha pasado algo, y luego intentamos averiguar con nuestros amigos si están bien. De hecho, es humillante para una persona moderna vivir constantemente escondida en sótanos, no puede seguir así durante mucho tiempo. Por eso, desgraciadamente, ahora vemos muchos casos en los que los ucranianos simplemente se descuidan, y tras las alertas nocturnas sacan a las víctimas de debajo de los escombros porque no fueron al refugio. Para la gente, es una especie de fatalismo. Cuando suena la alarma dice: “Déjalo estar, estoy cansado, no quiero ir a ningún otro sitio, quiero dormir”. La gente muere por esto. Es una tendencia muy mala, y las autoridades intentan persuadir a la gente para que no ignore las alertas antiaéreas, aunque a veces no funciona. Pero se puede ver que la ciudad está viva, todo funciona, la gente quiere vivir. Y de hecho, para nosotros, esto también es probablemente un indicador de nuestra resistencia, de que seguimos haciendo nuestro trabajo pase lo que pase, cada uno de nosotros en el lugar en el que estamos.

Habla de cómo enfrenta los bombardeos a diario. ¿De qué manera usted enfrenta el miedo, con pequeños rituales, acciones, a lo mejor reza, a lo mejor medita, a lo mejor quiere estar en familia? ¿Cuáles son sus pequeñas acciones que le hacen sentirse bien, estar mejor y conectarse con la vida?

Lo más importante para mí es no entrar en pánico. Cuando hay avisos de ataque aéreo y mis hijos están cerca, me quedo tranquila. Lo peor es cuando estás en algún sitio y ellos están en casa, por ejemplo, y no los puedo tomar de la mano y no sabes qué les está pasando. Me sentía muy incómoda, tenía una sensación de ansiedad muy desagradable cuando viajaba al extranjero. Todos tenemos una aplicación en nuestros teléfonos que funciona independientemente de si estás en Ucrania o no. Por ejemplo, estando en Estados Unidos, un día suena muy fuerte la sirena a la que estamos acostumbrados, y no sabes qué hacen tus hijos por la noche, si han corrido al refugio o no, qué les pasa, y no sabes si llamarlos, o a lo mejor están durmiendo y los vas a despertar. Semejante incertidumbre no es agradable, por lo que intento no estar fuera durante mucho tiempo, máximo dos o tres días. Probablemente sea un apego emocional. No creo que nada sea más peligroso o menos peligroso cuando estoy cerca, pero me siento más tranquila cuando los veo y los agarro de la mano. Todos tenemos nuestras propias formas de aferrarnos a la vida y mantener la calma de alguna manera. Para mí, la rutina diaria ayuda, algunas cosas que siempre hago, desde antes de la invasión a gran escala. Tal vez los deportes, el entrenamiento diario, realmente me ayudan, porque es algo tan constante que está conmigo todo el tiempo. En general, los psicólogos dicen que si empiezas a sentir nervios y pánico, necesitas hacer algo bien familiar que mantenga tus manos ocupadas, como lavar los platos o algo así. En los primeros días después de la invasión, muchos de mis amigos hablan de esto, se hablaba de lavarse el pelo cuando tienes la oportunidad, porque no sabes dónde vas a dormir mañana y si vas a tener la oportunidad de asearte. Cocinar, limpiar, lavar los platos... siempre te mantienes en marcha de alguna manera. No puedes simplemente sentarte en la cama y llorar, tienes que hacer algo. Lo más desagradable es cuando estás en la ducha o en el baño, y vuelve a sonar la alarma antiaérea, y todo el mundo piensa: “Dios mío, voy a estar ahora bajo escombros, y no estoy vestida” (ríe). Son algunos pensamientos ridículos que vienen a la mente. Puede ser estúpido, pero es tan humano tratar de vivir. Al fin y al cabo, así es la vida en sus pequeños detalles.

En los primeros días de la invasión las mujeres y los niños podían irse del país, pero los hombres no. ¿Cómo fue el momento familiar cuando tomaron la decisión de quedarse todos juntos? Con todo el riesgo que eso suponía, no debe haber sido una decisión fácil. ¿Los niños participaron en esa conversación?

Yo no diría que fueron los primeros días en absoluto. Fueron algunas horas del primer día. Me desperté con fuertes ruidos fuera de mi ventana, por la mañana temprano, creo que aún no eran las 5, estaba oscuro. Y lo vi a él ya vestido. Le pregunté: ¿Qué pasa? Me dijo: “Ya ha empezado” y se fue al trabajo. Le pregunté: “¿Qué hacemos con los niños?”. Me dijo: “Espera, te diré algo”. Nadie me dijo nada. Media hora después vinieron los guardias y nos dijeron que teníamos que ir a la oficina del presidente para decidir qué hacer después. Me llevé a los niños conmigo. Nos trasladamos a la oficina. Estuvimos sentados allí varias horas y pedí irme a casa. Dije que no entendía para qué estábamos allí. Si teníamos que trasladarnos a algún sitio, al menos haríamos las maletas, porque yo no tenía maleta de emergencia. No sé por qué no la hice, aunque toda la sociedad estaba al límite y se aconsejaba a todo el mundo que hiciera una maleta de emergencia, pero por alguna razón pensé que lo haría mañana. No tenía mis documentos ni los efectos personales de mis hijos empaquetados. Me permitieron volver a casa unas horas más. Durante ese tiempo fuimos al sótano cuatro veces porque objetos desconocidos volaban por encima de nosotros. Más tarde descubrimos que probablemente eran nuestros aviones, pero en aquel momento no podíamos saberlo con seguridad. Recuerdo muy claramente la imagen de estar de pie en mi habitación del segundo piso y a la altura de mis ventanas, un avión voló muy bajo sobre el río. Nunca había visto un avión tan cerca. Es bastante ruidoso. Recogí mis cosas, volvimos de nuevo a la oficina del presidente. Él corrió hacia mí y me dijo que tenía que irme de Kiev. Cuando pregunté adónde ir, me dijeron: “Lo decidirás en el camino”. Y eso fue todo. Nos dirigimos hacia otra región, incluso ahora no puedo decirles adónde nos trasladamos, porque tenía que ser un completo secreto. Fue muy extraño que yo estuviera allí cerca de un mes, en otra región de Ucrania, pero no podía salir para que la gente no me viera, para que nadie tuviera información sobre dónde estábamos mis hijos y yo. Dejamos atrás nuestros teléfonos móviles, no llevábamos ningún aparato con nosotros que pudiera rastrear nuestra ubicación, y durante varios días no tuvimos comunicación alguna. Gracias a Dios, había televisión, vi a mi marido en la tele. Vi que estaba bien, que estaba vivo. Entonces establecieron algún tipo de canal de comunicación y solo a dos o tres personas pude decirles que estábamos bien. La mayoría de mis amigos, de mis colegas, todavía no tienen contacto conmigo, solo les envío saludos, y que estoy bien. Tengo 10 contactos en mi nuevo teléfono. Y eso es todo. Es decir, apenas nos comunicábamos. Nadie tomó la decisión de “tienes que irte de Kiev pero quedarte en Ucrania”. No hubo ninguna conversación sobre no quedarse en Ucrania. Estaba claro que teníamos que quedarnos y queríamos quedarnos. Yo no quería irme de Kiev y tenía miedo de que él estuviera aquí y yo en otro sitio. Pero luego me alegré mucho de volver un mes después. Realmente era la sensación que tienes cuando vuelves a una ciudad vacía. Viajamos durante el día, en coche, por nuestras rutas habituales, y básicamente había menos gente y parecía que no había pasado nada. Pero estos “erizos” antitanque de hierro a la entrada a los puentes, los monumentos cubiertos de bolsas... Parecía una especie de posapocalipsis. Y luego esta maravillosa sensación cuando la ciudad empezó a llenarse de gente de nuevo, cuando vienes al centro semana tras semana y ves cada vez más y más, y ahora parece que todo el mundo ha vuelto, te da una esperanza increíble de que sobreviviremos. La gente quiere volver a casa, la gente está volviendo, es genial.

Hace unos seis o siete meses usted se refirió a Vladímir Putin de una manera muy dura y dijo que definitivamente no se sentaría con él a negociar. Si alguien le dijera hoy: “Negocie con Putin y esa quizá pueda ser la oportunidad de poner fin a la invasión”, ¿lo haría? O piensa que simplemente hablar con Putin está fuera de cuestión, porque no se puede razonar con él.

Creo que tu última frase tiene sentido. En primer lugar, ¿por qué debería pensar en eso si nunca podría ocurrir? No existe ningún universo en el que pudiéramos encontrarnos con él. Incluso porque yo nunca querría conocerlo. Así que ni siquiera quiero pensar en eso. En segundo lugar, no sé qué decirle a una persona que mató a más de 480 niños ucranianos. ¿Qué tiene que pasarme a mí o a él para que lo olvide y me siente a hablar con él? Vivimos en el mundo real, así que no pienso en ese tipo de conversaciones, no las planifico y, sinceramente, no me interesan demasiado.

¿Cómo describiría a su marido? ¿Cuando usted se casó con este comediante, pensó que él tendría dentro de sí esta fuerza para liderar una guerra como lo está haciendo?

Cuando me convertí en su esposa, él solo empezaba su carrera artística. E incluso entonces, nadie podía decir que se convertiría en un cómico popular y que tendría la oportunidad de crear una gran empresa en este sentido, y que tendría algún éxito. Así que yo no planeaba ser la esposa de un famoso, ni tampoco la esposa de un presidente, porque eso ni siquiera fue nunca una conversación. Todo sucedió tan rápido que, como he dicho varias veces, ni siquiera tuvo tiempo de avisarme de que iba a hacer una declaración sobre su candidatura presidencial. Fue un momento interesante. Para mí, no puedo decir que fuera muy agradable. También hubo algunos momentos desagradables después, pero lo superamos. Creo que lo único que sabía cuando me casé con este hombre era que nunca habría calma, nunca habría estancamiento, ni en nuestra relación ni en nuestra vida, siempre habría diferentes sorpresas, pero nunca sería aburrido. Y hasta ahora, he tenido razón (ríe).

Algunos medios de comunicación publicaron notas mostrando que el rol de las mujeres en la sociedad ucraniana creció con los hombres en el frente. Ellas ganaron más relevancia y lograron puestos que no conseguían antes. ¿Usted piensa que este cambio será duradero, se mantendrá después del fin de la guerra? ¿Cuál será el rol de las mujeres en la sociedad después de la guerra?

Yo diría que el cambio gradual de los papeles en la sociedad comenzó hace mucho tiempo y que la lucha por la igualdad de género en Ucrania lleva muchos años, y que fue en los últimos años, antes de la invasión a gran escala, cuando conseguimos, en mi opinión, un éxito notable. Y ahora lo sentimos. Durante la guerra, esto no hizo más que continuar. Por ejemplo, hace unos años, se dio a las mujeres la oportunidad de ocupar un lugar en el ejército, el lugar que se merecen. Antes, había una lista de determinadas profesiones que las mujeres no podían desempeñar en el ejército, y era muy injusto, porque, por ejemplo, muchas ya habían servido desde 2014; una mujer podía ser francotiradora o exploradora, pero según los documentos, era secretaria o algo así. Esa mujer luego volvía a casa con sus amigos, con los que luchó, y ellos eran héroes y ella era secretaria. Era demasiado injusto. Afortunadamente, esta discriminación no existe ahora, tenemos más de 30.000 mujeres en el ejército. Tenemos una mujer coronel, por ejemplo, a cargo de una unidad de artillería. Hay mujeres que son generales, la igualdad no se gana rápidamente, pero aquí esta igualdad se siente muy fuerte. Estoy segura de que ya no hay vuelta atrás. Las mujeres, junto con los hombres, demuestran su presencia en todas las esferas. Ahora, por el contrario, las mujeres han tomado muchas cosas sobre sus hombros debido a la ausencia de un hombre en la familia, porque es asesinado en el frente. Voluntariado, dos trabajos, cuidar de los niños, y una misión de evacuación. Sabemos que los que abandonaron Ucrania son varios millones, la mayoría son mujeres y niños que tuvieron que salir para salvarse. Seguimos trabajando, este es uno de los ámbitos de mi actividad como esposa del presidente, y recientemente, este mes, hemos celebrado otra reunión sobre la reducción de la diferencia salarial entre hombres y mujeres, sobre qué más podemos hacer para seguir reduciéndola. Ya hemos conseguido algunos logros. Si hace tres años la brecha de género era del 20% en algunos ámbitos, ahora la hemos reducido al 16%. Esto es muy rápido, un 4% en 3 años es un ritmo realmente bueno. Hemos seguido trabajando con la educación. Se están erradicando los estereotipos de género en la educación. Ahora hemos empezado a auditar de nuevo los materiales educativos, porque en algunos manuales todavía encontramos estereotipos, profesiones de “chicas”, profesiones de “chicos”, lo que debe hacer un chico, lo que debe hacer una chica y esto es realmente, en el mundo moderno, una gran tontería. No hay necesidad de educar a los niños desde pequeños para que crean que hay unos roles que deben seguir. Y tengo una gran esperanza, no, estoy segura de que no podremos frenar, porque es como una bola de nieve, simplemente se acumula. Las mujeres se sienten apoyadas, se sienten seguras de sí mismas. Ahora el Ministerio de Economía, por cierto, tiene un programa de subvenciones para pequeñas y medianas empresas, y más de la mitad de las subvenciones se han concedido a mujeres. Así que creo que nos irá bien con esto.

Entiendo que ustedes quieren mantener vivo el tema de Ucrania a escala mundial, que la invasión no desaparezca, no sea desplazada de las noticias internacionales. En ese sentido, ¿cómo fue la decisión de aparecer en la revista Vogue y qué pensaron sobre la controversia que eso desató por acusaciones de frivolidad en medio de una guerra?

Esto se debió al hecho de que la revista Vogue sigue teniendo una audiencia millonaria. Y se trata de un público que en su mayoría puede no estar interesado en noticias políticas, noticias traumáticas de otro país. Interesar a este público, atraer su atención, fue uno de los objetivos. Además, es muy difícil decir “no” cuando te dicen que la revista Vogue te ofrece una publicación así y que Annie Leibovitz vendrá a Kiev a fotografiarte. Creo que hay que aprovechar una oportunidad así. Lo que me planteaba dudas era que fuera una revista de moda, pero después de haber estudiado la historia de los últimos años, Vogue está cambiando un poco su perfil. Ya no es solo publicidad y moda, hay artículos sobre temas sociales, hay cosas que ya no se pueden llamar puramente glossy. En segundo lugar, tenía mis dudas sobre los escenarios de la sesión fotográfica, en particular, sobre la foto cerca del avión Mriya, porque para mí era una historia realmente traumática. Mriya era el avión más grande del mundo, era el orgullo de los ucranianos. Durante la pandemia de Covid realizó el mayor número de vuelos humanitarios, transportando vacunas y otros suministros entre países, salvando cientos de miles de vidas. Y fue bombardeado en los primeros días. No fue evacuado a tiempo y se quedó en su pista. Solo quedaron unos fragmentos de él. Fue incluso doloroso para mí estar allí, verlo en un estado tan carbonizado, y me pregunté si sería aceptable hacer fotos delante de este avión. Y luego me dije: ¿por qué no? Porque es incluso mi dolor también y tengo derecho a mostrarlo. Para que lo entiendan, mriya en inglés es dream (“sueño”), así que nuestro “sueño” fue destruido, y mi sueño también. Y tengo derecho a decirle al mundo cómo me siento. Al final todo salió muy bien, el material se difundió, conseguimos lo que queríamos y aún más.

Alguna vez ha declarado que solo habla por teléfono con el presidente y en esta entrevista dice que en los primeros días miraba solo la televisión. ¿Cuándo fue la última vez que se vio con él? ¿Son encuentros cortos? ¿Ha podido pasar una noche con él?

Hablé con él por teléfono hoy. Lo vi la semana pasada. Espero verlo quizás a finales de esta semana. Podemos vernos en la oficina, porque mi oficina está en el mismo edificio. Cuando nuestros horarios coinciden, podemos incluso almorzar juntos. Es mucho menos probable que vea a los niños y que estemos todos juntos, pero aun así a veces encontramos esas oportunidades. No puedo decir en qué circunstancias.

Lo vimos antes de ayer (el lunes 29 de mayo)

Tienen suerte. ¿Dónde lo vieron ayer?

Le preguntamos cómo se vería él después de la invasión y nos contestó que simplemente no puede verse más allá, que está enfocado en el hoy y ahora, en ganar esta guerra. ¿Está usted en la misma posición o tiene la capacidad de verse más allá una vez que todo esto termine?

Sabes, hay un “hombre de paz” y hay un “hombre inquieto”, un hombre que constantemente necesita moverse con rapidez e intensamente hacia algún lugar. Entonces se siente vivo. Así es él. Puede permanecer en este estado durante mucho tiempo. No conozco a ninguna otra persona que pueda soportar semejante carga emocional y física durante tanto tiempo y en algunos momentos incluso sentir placer por eso. No sé qué ocurrirá cuando esta adrenalina se vaya, pero él nunca se deja relajar. Me parece que está semiinconsciente. Es el tipo de persona que es, puede soportarlo. Es muy difícil vivir en esta oficina todo el tiempo, como en una prisión. No ves nada más, solo te comunicas con tus colegas, los militares, y eso es todo. Pero es realmente un trabajo tan grande que no tiene tiempo para la reflexión. Y yo me preocupo cuando él, por ejemplo, va a visitar a nuestros combatientes, más cerca de la línea del frente, o recientemente ha estado viajando al extranjero para reuniones. Es muy peligroso para él. Pero puedo repetir una vez más que es muy resistente y que le gusta hacer lo que hace.

¿Pero usted puede verse más allá después de la guerra?

Espero que después de la guerra podamos volver a vivir juntos, de verdad lo espero tanto. Si no, habrá que tomar una decisión.

Un tema es lograr un alto el fuego, firmar un acuerdo, y otra cosa muy distinta es construir la paz. ¿Cómo se puede lograr construir la paz y coexistir con aquellos que son tus enemigos?

Creo que el presidente lo formuló mejor en su fórmula de la paz. Tengo poco que añadir. Puedo decirles por qué los ucranianos no estamos satisfechos con una simple tregua. Porque, en primer lugar, eso no garantiza nuestra seguridad. Podemos ver que los rusos pueden desde su territorio atacar cualquier lugar de Ucrania con misiles o drones, así que nunca estaremos seguros hasta que ellos se calmen. En segundo lugar, necesitamos justicia. Lo que estamos viviendo desde hace más de un año y medio no puede quedar impune. Y en el ámbito humanitario, en la matanza de civiles, en la devastación que han causado, han destruido tantas cosas, tenemos 1.400 edificios culturales destruidos, son museos, teatros, bibliotecas. No podemos pasar página y olvidarnos de eso. Tenemos que hacer algo. Por eso necesitamos justicia. Y por eso insistiremos en la creación de un tribunal internacional. Porque ese crimen, el crimen principal, del que proceden todos los demás crímenes, el crimen de agresión, debe ser castigado.

Varias personas con las que hemos hablado nos han dicho que les ha sorprendido la resiliencia de los ucranianos y su capacidad de resistencia. ¿A usted también le ha sorprendido eso?

Estamos orgullosos los unos de los otros. Estamos orgullosos de la forma en que estamos llevando esto. Creo que esto puede deberse al hecho de que muchos tenemos la sensación de que esta es nuestra última oportunidad. Porque 30 años de independencia restablecida resultaron ser poco tiempo para que Rusia no recordara sus planes imperiales para Ucrania. Quiero decir, la colonización es algo que se ha tratado de forma diferente en distintas partes del mundo, pero no encontrarás un solo país que haya sido colonizado o que haya formado parte de un imperio por la fuerza y que no quiera la libertad y la independencia. Los ucranianos llevan siglos luchando por esta libertad e independencia. Y una y otra vez, cuando tuvimos la oportunidad, la perdimos. Y aquí, esta vez, ha crecido toda una generación de personas que han nacido en la Ucrania independiente. Tienen más de 30 años. Estas personas ya tienen sus propios hijos. No conocen otra vida. Por eso es imposible confundir a estos ucranianos, decirles que “somos el mismo pueblo”, “vamos, que regresen [a Rusia], que cambien de opinión, que ustedes son diferentes”. Es imposible confundirlos con eso. Por eso la reacción fue absolutamente agresiva ante este horrible atentado. No lo toleraremos. Y de ahí viene la resiliencia. Porque sabes por qué luchas, por qué no te rindes. Rendirse significa morir para nosotros. No queremos morir, queremos vivir. No hay nada muy complicado aquí. La cuestión es cuánto tiempo podemos aguantar. Y aquí, también, nuestros socios tienen la palabra. Con un fuerte apoyo, podremos ganar muy rápidamente. Todo depende de los plazos, el volumen y la velocidad.

Por su profesión de guionista seguramente se habrá cruzado en estos meses con una gran cantidad de historias que en algún momento deberían ser o deberán ser contadas. ¿Hay alguna que recuerde hoy que le parezca que sería por la cual empezar?

En este momento, sinceramente, no tengo el potencial emocional ni los recursos para pensar en la creatividad, para ser sincera. Puedo ver el trabajo de otros con admiración, incluso puedo aconsejar a alguien, decirle: mira qué historia, tienes que describirla, puedes hacer una película con ella. Pero yo misma no podría haberme sumado. Antes de la invasión a gran escala, seguía trabajando como guionista y editora en mi empresa. Escribíamos contenidos humorísticos, y de alguna manera conseguí compaginar estos dos papeles: esposa del presidente y actividad profesional. Después de que comenzara la invasión ya no puedo seguir haciendo esto. Para escribir humor, hay que tener una visión ligera de la vida. Con ironía. Puedes inventar un chiste negro muy rápidamente y seguir adelante, pero solo será un chiste. Si tienes que escribir algo grande, aunque sea un sketch, tienes que trabajar en eso durante varios días manteniendo dentro de ti ese estado de ánimo ligero e irónico. Para mí, esto es imposible ahora. Y no voy a interferir en el trabajo de mis colegas, y los he dejado en paz. Pero lo que sucederá después, ni siquiera sabemos en qué estado emocional estaremos cuando por fin nos relajemos. Ni siquiera puedo imaginarlo todavía. Solo soñamos con ello. Hace poco me imaginaba cómo me daría cuenta de que todo se acabó, si habría algún tipo de vacaciones y la gente pudiera salir, por ejemplo, a las plazas y bailar como antes... música, fuegos artificiales, algo así y nadie tuviera miedo. Cuando vea multitudes de gente por las calles de Kiev, me daré cuenta de que todo esto ya se habrá ido.

Habló sobre el rol de la mujer. Su hija tiene 17 años y está muy cerca de la edad en la que podría servir en el ejército, y usted y el presidente tienen la carga de ser un ejemplo para la sociedad. El presidente habla mucho de ser un ejemplo. ¿Cómo se lleva con esa inminencia? ¿Habló con su hija?, que creo que planteó querer alistarse. ¿Querría o no querría verla en el ejército?

Es el hijo que planea alistarse en el ejército. Básicamente, las conversaciones sobre la guerra, sobre el ejército, sobre armas, sobre todo lo que hay en el mundo, son con su padre. Y creo que ella ve que eso es suficiente y no tiene esas conversaciones conmigo. No, ella no se ve en el ejército. Y de hecho, como hemos dicho antes, las mujeres tienen la oportunidad de elegir. Si ella quisiera, no sé lo que haría. Tengo miedo de imaginar esta situación, para ser honesta, tengo miedo por mi hijo. Tiene una pasión maníaca por el ejército y todo lo demás. Cuando no lleva ropa de colegio, siempre lleva algo militar. Yo también estaría muy preocupada si ahora tuviera 18. Mi única esperanza es que, cuando crezca, quizá cambien sus planes, pero de momento no lo parece.

Alrededor vemos a dos soldados custodiando y hay mucha gente. Para nosotros es una situación irreal. ¿Qué es lo que más extraña de su vida anterior, incluso de su vida anterior a la presidencia de su marido?

Ciertamente me gustaría vivir sin guardianes. Nunca lo he negado. Desde el primer día dwe la presidencia de mi marido me he visto obligada a estar con ellos todo el tiempo. Intento no hacer de ello una tragedia, sino vivir en las circunstancias, intentar encontrar algo positivo en eso. Tengo suerte con los chicos que trabajan conmigo. Ya los conozco bien, son buenas personas. Y sé de sus familias, de sus hijos, nos comunicamos mucho y es genial tener gente en la que puedes confiar a tu alrededor. Ahora llevan uniforme. Antes de la invasión a gran escala, siempre llevaban traje y corbata. Y tuve una emoción muy rara el primer día, el 24 de febrero, cuando de repente se convirtieron en uniformes militares. Tuve la sensación de que se les quitó el hechizo. Que estaban encantados, y luego les dieron su apariencia real. Y me sentí muy tranquila de inmediato, porque me di cuenta de que esto es lo que realmente son. Solo estaban fingiendo ser civiles y ahora se han convertido en ellos mismos. Así que me he acostumbrado y estoy tranquila con ellos.