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Como supo prometerlo en uno de sus diálogos más recordados, Arnold Schwarzenegger ha vuelto. La figura del culturismo convertida en actor y político ha resurgido y tiene a la plataforma Netflix para agradecerle. No solo se ha convertido en el “director de acción” de la compañía de streaming, donde recientemente estrenó la serie de ficción Fubar, sino que completa su retorno a todo trapo con un documental sobre su vida.
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La serie, titulada Arnold, traza su trayectoria desde sus comienzos en Austria hasta su consagración en Estados Unidos. A través de entrevistas con él y sus allegados, se exploran diferentes aspectos de su vida como sus primeros días en el fisicoculturismo hasta su ascenso como estrella de Hollywood, así como también su experiencia como gobernador de California y los desafíos que enfrentó en su vida personal. Con un carisma magnético sobre la pantalla, el actor cementa su legado en una producción entretenida que no esconde su naturaleza promocional, pero que también logra superarla gracias a una ejecución atractiva y ágil que se apoya en testimonios interesantes.
El documental se originó en la admiración de Allen Hughes, el productor ejecutivo, hacia el actor. En entrevistas, Hughes recordó ser un niño cuando Schwarzenegger irrumpió en la década de 1980 con películas como Conan, el bárbaro. El efecto de verlo fue quizás el mismo que les sucede a todos al ver al coloso por primera vez: un impacto profundo.
Arnold se concibió entonces en tres partes, y cada una explora un aspecto diferente de su vida y su carrera: el atleta, el actor y el “estadounidense”. Hughes apuntó a Netflix por su audiencia internacional y su capacidad de convertir los documentales en un producto de consumo masivo.
La elección de la cineasta Lesley Chilcott como directora fue una decisión acertada. Hughes quedó cautivado por el enfoque que Chilcott tenía en su filmografía, en especial en su película sobre la familia Manson. La experiencia de la directora en producir documentales relacionados con el clima también se alineó con el activismo climático que Schwarzenegger demostró luego en su fase política.
La relación entre Chilcott y Arnold se desarrolló a través de conversaciones informales y entrevistas en las que se abordaron temas sin restricciones. A lo largo de cientos de horas de diálogos, se logró capturar cierta relajación en el protagonista, que hoy en día se muestra más carismático que nunca ante una cámara.
Chilcott va más allá de las frases y los momentos célebres de Schwarzenegger, y en sus decisiones de realización se destaca un enfoque artístico que se apoya en el testimonio, el manejo de archivo y esporádicas recreaciones con actores al momento de adentrarse en la juventud del protagonista. Se ven fotografías originales y se recrean escenas de la infancia del intérprete en su pueblo natal en Austria. El primer episodio logra así una exploración del pasado del actor bastante íntima y personal, con detalles que lo humanizan y lo desprenden de cierta caricatura adherida a su figura pública.
El testimonio de Schwarzenegger, en tanto, hace hincapié en su determinación y la constante búsqueda de superación, un deseo que por momentos roza un tono del desarrollo personal algo trillado. A pesar de ello, se muestra como una figura accesible y con un sentido del humor contagioso.
El segundo episodio se destaca como uno de los más atractivos para los cinéfilos. A través del uso de imágenes de archivo de películas y la aparición de figuras icónicas como James Cameron, Stallone y Jamie Lee Curtis, se traza una evolución del cine de acción de Hollywood en las décadas de los 80 y los 90. Este episodio captura la transformación de Schwarzenegger como actor y su impacto duradero en el género.
A medida que su figura como actor profesional va creciendo, en el segundo y el tercer episodio el documental no evita las controversias que lo rodearon y revela cómo su éxito y fama afectaron su vida personal, incluyendo su divorcio y su relación extramarital. También aborda algunas polémicas en torno a su actitud como político al tratar temas de salud mental, con comentarios que sugieren que es un área en la que Schwarzenegger demuestra cierta falta de empatía.
A través de los tres episodios, se establece cómo el actor considera que los elementos clave en su carrera fueron una combinación entre su “disciplina austríaca”, la oportunidad que encontró en Estados Unidos y su adaptabilidad para reinventarse. Incluso gracias a ese “combo” llegó a convertirse en gobernador de California.
Chilcott explora su vida, sus logros y sus fallas, y Schwarzenegger aparece en el documental como un ejemplo de hombre moderno, cuya trayectoria resulta realmente inimaginable. Con una narrativa cautivadora, un ritmo frenético y entrevistas reveladoras, el retrato logra ser completo y fascinante.
Arnold es un golpe directo al corazón de la cultura pop y su protagonista se transforma en una figura de inspiración. Su carisma está intacto y su vida se vuelve un viaje emocionante con risas, músculos e innumerables diálogos, breves y ridículos, que forman parte de la historia del cine.