Pese al hábito que hemos ido adquiriendo desde el inicio de estas columnas, siempre cuesta elegir el tema a tratar. En especial cuando suele ser mucho y variado aquello que ocurre en el lapso de una semana.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáBien pudimos habernos ocupado de la actividad local, pero ocurre que el Torneo Intermedio no ha logrado captar la atención de la porción mayoritaria de nuestra afición, anímicamente cascoteada por el nuevo y reiterado fracaso de los equipos grandes en las dos máximas justas continentales. Además, los empates de Peñarol, Cerro Largo y Nacional, el último fin de semana, dejaron incambiadas las posiciones de la Tabla Anual, que es la que realmente importa.
Preferimos, pues, centrar nuestro comentario en la deficitaria participación del fútbol celeste en los recientes Juegos Panamericanos. Que se suma a los severos fracasos que, en este mismo año, protagonizaran la Selección Sub-20, primero en el Sudamericano y más tarde en el Mundial de esa categoría, y también la mayor, en la última edición de la Copa América.
Uruguay concurrió a estos Juegos en Lima, a defender el título de campeón obtenido en Toronto en 2015. Con varios futbolistas de la última selección juvenil, más otros que venían destacándose en la actividad local (aunque con la negativa de algunos clubes en ceder los suyos), el técnico Ferreira igual pudo conformar un núcleo de buen nivel. Su inicial victoria (2 a 0) ante el local Perú, fue muy auspiciosa, demostrando solidez en la mitad del terreno, con la dupla Ginellla y Waller, y una considerable contundencia ofensiva, con Leonardo Fernández y Darwin Núñez. Derrotó luego a Jamaica (2 a 0), pero el nivel no fue tan destacado, aunque quedó ya clasificado a semifinales. En tal condición, y reservando algunos titulares, venció 3 a 0 a Honduras (dirigida por nuestro anterior técnico de juveniles Fabián Coito), culminando primero e invicto en su serie, y sin goles en contra. El futuro, pues, lucía muy promisorio.
Quiso el destino que su rival en la siguiente fase fuera Argentina (segundo en su llave clasificatoria), en una suerte de “final anticipada” del torneo. Un gol tempranero del rival le hizo cuesta arriba el partido a nuestra selección. Sus figuras principales estuvieron muy lejos de su anterior nivel, y la posibilidad de igualar el tanteador no se vislumbraba. Sobre la media hora, de penal, llegó el segundo gol argentino y poco después la justa expulsión del zaguero Gularte. A falta de un tiempo, la suerte de nuestro equipo ya estaba echada. Y aunque nunca bajó los brazos, Argentina manejó el trámite del partido a su antojo, y lo liquidó con el tercer y último gol. Lamentablemente, justo en el partido en el que debía revalidar todo lo bueno que había hecho en la serie, nuestro equipo falló estrepitosamente en todas sus líneas. Y quedó hecha trizas la pretensión de retener el título de campeón, obtenido cuatro años antes.
Quedaba sí por delante la posibilidad de porfiar con México por el tercer lugar y obtener la preciada medalla de bronce. Pero la tradición del fútbol uruguayo —cualesquiera hayan sido los torneos en que debió llegarse a una instancia similar— indicaba contundentemente que si no se ha podido llegar a la final, ya nada importa. Y fue victoria azteca esta vez (1 a 0), quedando nuestro equipo relegado a una inexpresiva cuarta posición. Y sumando una cuenta más al largo rosario de decepciones de nuestro fútbol en los últimos tiempos.
Ello empero, la antedicha circunstancia nos parece propicia —tal como el propio título de esta columna lo indica— para pasar somera revista a algunas de las ocasiones en que, debiendo definirse el tercer o cuarto puesto de algún torneo (por no haber accedido a la final) ese partido fue derrota para el equipo uruguayo de turno.
Tal como se verá, el repaso es harto elocuente en tal sentido. El primer partido que aflora en el recuerdo es el disputado frente a Austria en el Mundial de 1954 en Suiza. Aquel equipo con grandes figuras (varias de ellas campeonas en Maracaná, cuatro años antes), tras perder en semifinales con Hungría, en un épico partido, cayó luego por el tercer puesto ante Austria por 3 goles a 1. Una situación similar se dio en el Mundial de 1970 en México. Tras vencer a la URSS en cuartos de final (con el recordado gol de Víctor Espárrago) nuestra selección perdió la semifinal frente a Brasil por 3 a 1, y debió jugar por el tercer y cuarto puestos ante Alemania. Y los teutones (con un solitario gol de Overath) ganaron el partido, pese al furibundo ataque celeste en procura del empate. El último episodio fue en el Mundial de 2010 disputado en Sudáfrica. Luego de dejar por el camino a Ghana (en un dramático alargue definido con aquel antológico penal del Loco Abreu), Uruguay perdió en semifinales ante Holanda por 3 a 2, y luego por el tercer puesto ante Alemania, por idéntico tanteador, en un dramático partido. El balance en los Mundiales indica, pues, que nuestra selección perdió los tres partidos que debió jugar por el tercer puesto en la clasificación final.
El panorama en la Copa América no ha sido diferente. En la edición del 2001, en Colombia, Uruguay clasificó a semifinales, donde perdió ante México por 2 goles a 1. Luego, por el tercer puesto, cayó ante Honduras en la tanda de penales, tras haber igualado el partido en dos goles por bando. En tanto que en la copa del año 2007 en Mérida (Venezuela), el equipo celeste perdió 3 a 2 en la semifinal con Brasil, y luego cayó 3 a 1 frente a México, por el tercer puesto.
También en la participación celeste en torneos juveniles se dieron situaciones similares. Así, en el Mundial Sub-20 de Túnez, en 1977, Uruguay perdió por el tercer puesto ante Brasil, por 4 goles a 0. Y en el de Nigeria, en 1999, resignó la tercera ubicación ante Mali, que le derrotó por 1 gol a 0.
Hay algunas excepciones, claro está. Así, en la Copa América de Perú, en el año 2004, Uruguay quedó tercero, venciendo a Colombia por 2 a 1, con goles de Estoyanoff y Vicente Sánchez. Y en el Mundial Juvenil de Japón, en 1979 (que ganó la Argentina de Maradona) nuestra selección derrotó a Polonia por penales —el partido había terminado 1 a 1— quedando en la tercera ubicación.
Seguramente, haya otros partidos por mencionar (lo que es materia de los grandes historiadores del fútbol de nuestro país), pero “para muestra alcanza un botón”. Y ciertamente, entrar terceros en un torneo no es algo que a nuestras selecciones les haya resultado propicio. Quizás, porque como dijera el Gran Mariscal José Nasazzi: “Los uruguayos no estamos para los premios remate”.