De eso, de cómo se le pasó “por la cabeza” renunciar a su cargo por la crisis de los “cincuentones” pero no lo usó “políticamente” y de que este año no puede haber “un nuevo incremento de impuestos” porque ya se ha “llegado a un límite que no conviene trascender” son, entre otras cosas, de lo que habló Astori en la última entrevista del año.
—¿Qué balance hace de la economía en 2017?
—Fue un buen año para Uruguay, sobre todo habida cuenta de la realidad mundial y la regional. El país mantuvo niveles de crecimiento menores a los de la década anterior, pero destacables en relación con ese contexto: en los primeros nueve meses de 2017, en la comparación interanual, da un crecimiento de 3,1%. Y creemos que con la observación de las variables que estamos realizando para el último trimestre, esa cifra se va a mantener y el año va a cerrar con 3% de crecimiento. Incluso, podemos tomar ese dato también como una previsión para 2018.
Por otro lado, el déficit fiscal en los 12 meses a noviembre bajó a 3,3% del Producto, lo cual me deja muy contento… ¡Cada punto de disminución es un triunfo! Eso confirma la trayectoria que nos habíamos propuesto, de 3,3% este año —que es lo que va a ocurrir— y de 2,9% en 2018 y 2,5% en 2019.
La inflación ha caído y va a cerrar 2017 en 6,5%, dentro del rango meta.
—El año tuvo también algunos datos no tan positivos en el mercado laboral.
—Ese es uno de los grandes temas que preocupan, además de la situación fiscal. Seguimos con una capacidad limitada de creación de empleo y un nivel de desempleo que si bien no es tan grave como el que hubo en otras épocas, es alto para Uruguay. Es verdad que ha crecido el nivel de actividad, sin duda, pero esa es la manera virtuosa, por así decirlo, de que aumente el desempleo.
Hay que hacer un gran esfuerzo para mejorar en esta área y estamos trabajando fuertemente en eso, fortaleciendo los estímulos a la inversión. La inversión tuvo un comportamiento muy pobre en 2017, y los motores del crecimiento fueron el consumo y las exportaciones, que tuvieron un gran desempeño, hasta sorprendente al aumentar 10% en volumen físico. Y estoy hablando solo de bienes, ya que incluyendo a los servicios la evolución fue aún mejor.
—¿En qué se está trabajando para mejorar la inversión? ¿Son los ajustes al régimen de promoción de la inversión que ustedes ya habían anunciado que se harían?
—Sí, en eso estamos. Trabajamos en un fuerte impulso a estímulos mayores a la inversión, que creemos que van a generar mejores números en esta materia, y con eso, mejores posibilidades de empleo. Pensamos aumentar los beneficios, sobre todo con ciertos destinos que creemos están asociados a sectores creadores de empleo. Por ejemplo, los estímulos para las mega inversiones inmobiliarias, que ya están produciendo resultados, sobre todo en Maldonado.
Por otro lado, estamos modificando la estructura de indicadores a tener en cuenta para asignar los beneficios. Habíamos hecho algún cambio, por ejemplo en 2012, porque en aquel momento teníamos buenas cifras en cantidad de empleo pero no muy buenas en su calidad. Por eso invertimos la prioridad para asignar el beneficio tributario y hoy estamos volviendo a lo anterior; estamos priorizando la cantidad respecto a la calidad del empleo. Al mismo tiempo, estamos modificando algunos aspectos relativos a la preservación ambiental, el cambio climático, que siempre asumen importancia en estos tiempos.
Para 2018 hay indicadores de una recuperación de la inversión, sobre todo en encuestas de expectativas empresariales.
—El crecimiento económico mayor al esperado que, según tienen previsto, se confirmará con las cifras finales de 2017, ¿abre espacio para volver a aumentar el gasto público en la próxima Rendición de Cuentas?
—La única posibilidad de incrementar el gasto, sin afectar el resultado de las cuentas públicas ni las metas, viene por el lado de los ingresos. Y eso no puede suponer un nuevo incremento de impuestos porque ya hemos llegado a un límite que no conviene trascender, ni para el país ni para la gente que está sustentando con su esfuerzo el aumento de la presión fiscal. Entonces, lo que queda es el aumento de la actividad.
Quiero destacar el papel muy positivo que está jugando la calidad de la recaudación impositiva: con las medidas que se han tomado en los últimos dos años y las más recientes, la Dirección General Impositiva ha tenido un trabajo excepcional. Uruguay es hoy uno de los países de menor evasión de IVA y de renta empresarial de toda América Latina. También el IRPF ha tenido un comportamiento excepcional, no tanto por las medidas tomadas sino por el trabajo de la DGI.
Para el próximo año ya estoy dando una hipótesis de crecimiento (del PBI) de 3%, que puede incluso ser mayor; sinceramente no creo que sea menor. Porque Uruguay va a iniciar una etapa en la que no solo el consumo y las exportaciones van a ser el motor, va a serlo también la inversión. Eso genera más solidez al crecimiento. He leído a algunos analistas que opinan que el crecimiento económico ha sido frágil. Esa palabra se ha usado mucho por el comportamiento muy mediocre de la inversión. Espero que ese factor no exista en 2018, que haya un levante de la inversión. Y eso permitirá manejar el gasto con mayor posibilidad, sobre todo para cumplir alguna prioridad de gobierno del Frente Amplio.
—Afirma que no hay margen para subir más los impuestos. Eso ya se dijo otras veces y sin embargo se terminaron aumentando algunos tributos y tarifas, como ocurre este enero.
—Sí, sí. Dije eso cuando no se había producido todavía el deterioro tremendo que sufrieron Brasil y Argentina a comienzos del 2015. Y eso tuvo una influencia muy grande en el hecho de que no pudiéramos cumplir con el anuncio de que no íbamos a tener aumentos tributarios. La verdad es que entonces el panorama se alteró profundamente.
—Por otro lado, hay sectores dentro del Frente Amplio que reclaman establecer un impuesto a las herencias, por ejemplo. ¿Cree que va a poder convencerlos de que no es conveniente aumentar la presión fiscal?
—Si no creyera que voy a convencer a los demás de lo que pienso, no estaría en este trabajo. Creo que (aumentar impuestos) no sería un buen aporte, pensando en el futuro, para generar un clima de inversión como el que estamos necesitando, con más fortaleza.
Seguramente un tributo como el mencionado en la pregunta iría contra el nivel de empleo. Ante esas propuestas, los trabajadores uruguayos deberán pensar muy bien cuáles son los caminos que defienden mejor sus posibilidades de tener un trabajo hoy. Y tener un trabajo hoy, para mí, es prioritario.
—¿Considera positivo adelantar la discusión del proyecto de Rendición de Cuentas de este año, como plantean algunos en el gobierno?
—Cuanto más tiempo se disponga para analizar un proyecto importante como este, mejor; puede ser febrero o puede ser marzo. También es bueno que haya mecanismos de información mutua desde el principio, entre quienes preparamos el primer documento y los representantes del Frente Amplio.
—¿Hubiera renunciado si se aprobaba el proyecto original para atender la situación previsional de los llamados “cincuentones”, que implicaba un impacto fiscal mucho mayor al que se acordó votar finalmente en el Parlamento?
—Nunca plantee mi renuncia como mecanismo de presión.
—Le pregunto si lo consideraba suficientemente grave como para haber considerado dejar el cargo.
—Por la cabeza de uno pasan muchas cosas en momentos difíciles. Pero nunca lo usé políticamente. Y en Búsqueda lo dijo la semana pasada el presidente Vázquez.
Cuando nosotros nos enteramos de que el primer proyecto había sido elaborado con información desactualizada, y que luego tuvimos números del BPS que aumentaban notablemente el costo, lo primero que hice fue hablar con el presidente. Y en esa conversación él tomó una decisión que me pareció correcta y fundamentable, y fue que no quería mandar otro proyecto, sino que fuera el Parlamento el que buscara una salida. Entonces, sabiendo que el presidente estaba de acuerdo en buscar una salida, y al mismo tiempo encontrando en el Parlamento un ambiente proclive al acuerdo —porque, sin pensar en renuncias, había una noción de que algo importante estaba pasando— es que seguimos con mucha convicción buscando el camino. Que obviamente no es el ideal ni mucho menos, pero desde el punto de vista fiscal significa una reducción de costos de US$ 1.300 millones en valor actual neto.
—Durante la discusión en torno a esa ley, Asamblea Uruguay emitió un comunicado en el que sostuvo que en el Frente Amplio “coexisten visiones claramente diferentes acerca de la realidad nacional e internacional” y que “cuesta abordar materias fundamentales con actitud de Estado y visión de futuro”. ¿Eso dificulta llevar adelante un buen gobierno?
—No es un secreto para nadie que conviven en el Frente Amplio dos visiones bastante diferentes sobre temas relevantes de la realidad nacional. Esas dos visiones no solo se refieren al tratamiento de tal o cual tema. Por ejemplo: estoy o no de acuerdo con el sistema mixto de seguridad social. Se refieren, también, a la perspectiva de futuro con la que encaramos la estrategia programática y de gobierno. Veo que hay una visión en el Frente Amplio a la que le cuesta mucho pensar en términos de futuro. Por eso dijimos eso en Asamblea Uruguay, en el sentido de que hay que pensar más en el futuro.
A veces noto que el tema fiscal es difícil de internalizar en la cabeza de mucha gente cuando piensa en alguna solución para cualquier problema social o político que se presente. A veces es muy difícil encontrar compañeros que razonen con esa modalidad y metodología. Eso forma parte de esas dos opciones o visiones que hay en el Frente Amplio; tenemos diferencias sobre lo que programamos y también tenemos diferencias en cuanto a la perspectiva temporal. Y lo fiscal es una típica perspectiva de largo plazo.
—La declaración de su sector también aludió a “una etapa crítica” en la “historia política” del Frente Amplio luego de 13 años de gobierno. ¿Cómo se sale de esa situación?
—Con paciencia, mucha paciencia. Va a influir mucho lo que suceda en el Uruguay en los próximos años y los resultados que seamos capaces de obtener en este período en el que ha sido importante la diferenciación de visiones. Quizás en los tres gobiernos del Frente Amplio, el período en que esas diferencias se manifestaron con mayor grado de exposición pública fue en este. Eso lastima, obviamente.
—El politólogo Agustín Canzani dijo en la última edición de Brecha que es necesario un Frente Amplio 3.0, porque “no puede volver a enamorar con lo mismo que hizo en 2004, 2009 y 2014, y que precisa “otros protagonismos”. ¿Comparte esa visión? ¿Cómo encuadra en este análisis su eventual candidatura presidencial?
—Comparto ese análisis totalmente. Mi eventual candidatura es lo menos importante de todo, lo digo con toda sinceridad. Más bien ahí lo que está en juego es la articulación entre experiencia y renovación generacional.
En ese mismo reportaje Canzani propone el concepto de elenco, que me gustó mucho. ¿Qué nos está diciendo? Que la articulación entre experiencia y renovación generacional no es un tema de candidaturas sino de conformación de cuadros de gobierno en los que podamos, desde diversos ángulos, articular las dos cosas.
Acá me voy a poner un poquito parcial desde el punto de vista ideológico y político: renovación es también que el Frente vaya superando estas divisiones de opinión, que hacen que no se trabaje bien. Tiene que haber una renovación ideológica y política en el Frente Amplio; no se puede seguir haciendo política con conceptos muy ancianos a esta altura. No es que haya gente de edad representando liderazgos como los que podamos representar Tabaré Vázquez, Mujica y yo; es que, además, en el Frente Amplio hay ideas muy viejas todavía. Y por lo tanto —y sigo con la parcialidad—, la renovación implica que también el Frente Amplio evolucione hacia conceptos que están más cerca de lo que está reclamando hoy el mundo actual. Seguir discutiendo el TLC con Chile hoy me parece una antigüedad, sinceramente. Esas son las cosas que hay que superar: ahí está gran parte de la renovación que el Frente Amplio está necesitando. Gran parte. ¿Qué ganaría el Frente renovando personas si sigue practicando ideas muy antiguas?
La renovación de ideas es lo primero y lo segundo es el elenco, el concepto más amplio y flexible que permite, precisamente, articular renovación con experiencia.
—En el hipotético caso de que usted fuera precandidato, su elenco…
—Sí. El tema es el elenco, con quién se va a gobernar. Eso y algunas ideas es lo que hay que renovar.
—Esas divisiones internas, los perfilismos, ¿pueden poner en riesgo un eventual triunfo electoral del Frente Amplio en 2019?
—Es complicado pero: ¿Cuándo no hubo perfilismos? No es mucha novedad. Es otra de las características que hay que superar desde el punto de vista político.
Siendo este el período más conflictivo, esto que se llama perfilismo y, por tanto, los enfrentamientos internos, va a ser muy difícil que se superen de aquí en adelante. Muy difícil. Que tenemos que hacer todo lo posible por mejorar, sin duda. Pero quiero ser realista: en este lapso hasta las internas del 2019, no lo veo muy factible.
—¿Este contexto de la interna pesa al momento de considerar ser candidato presidencial? ¿De qué depende su decisión?
—Depende de muchas cosas. Esta última discusión sobre una eventual candidatura mía surgió porque en una entrevista radial me preguntaron si tenía ganas —yo no saqué el tema— y contesté que sí, que ganas no me faltan. Es la verdad, es lo que sentía y lo que sigo sintiendo. Ahora, con ganas solamente no alcanza y depende de un conjunto de factores: de aceptación, de apoyo, de compartir ciertas visiones mínimas sobre el Uruguay del futuro. Y eso hay que verlo con mucha detención.
—En ese sentido faltan algunos posicionamientos políticos de otros líderes del Frente. Mujica dijo que entre Daniel Martínez y Astori, se inclinaría por apoyar una candidatura suya, pero hay que ver porque…
—…sí, ahora no quiere una campaña basada en el investment grade… Yo nunca haría una campaña basada en eso, jamás.
—¿El apoyo de otros líderes va a incidir entonces?
—Sí, todo eso va a inicidir en mi decisión, que la tomaré con mis compañeros más cercanos.