En 1997, la empresa Weyerhaeuser realizó su primera plantación de pinos y eucaliptos en Uruguay. Hoy, 17 años más tarde, los árboles están casi listos para ser cortados, pero la empresa, que es una de las más grandes del mundo en el sector forestal, no está posicionada en el lugar “donde le gustaría” y guarda un “optimismo cauteloso” con respecto al futuro del sector de la industria de la madera seca (que excluye, entre otras cosas, la celulosa), dijo a Campo su gerente general, Álvaro Molinari.
Período de cosecha
En el caso de la madera seca, las rotaciones de los cultivos pueden durar entre 16 y 21 años para los casos del eucalipto y del pino, respectivamente, informó el empresario, en referencia a las dos variedades con las que trabaja Weyerhaeuser.
Están registrándose “las primeras talas rasas” en los montes de eucalipto, mientras que en los de pino “todavía se sigue fuertemente con raleos comerciales”.
“Los volúmenes de cosecha son importantes y, en definitiva, son los que se van a transformar en productos para vender”, dijo Molinari, pero comentó que por el contexto actual, la estrategia de Weyerhaeuser puede ser la de “retrasar un poco esas cosechas” y esperar mejores condiciones en el mercado.
“Nosotros esperamos la recuperación americana”; básicamente, que la economía de Estados Unidos “se solidifique y se transforme en algo sostenido”, ya que ese país es un “fuerte demandante de los productos de madera”. Pero en cualquiera de los casos “somos cautos” en las perspectivas a futuro, porque si bien “vemos algunos indicadores que se están proyectando, todavía no se tienen certezas”, insistió el empresario.
Costos
Al margen de la situación de los mercados, y al igual que otros sectores de la economía, la industria forestal encuentra dificultades para enfrentarse a los costos de producción, tanto en lo que tiene que ver con la cosecha de árboles como en la elaboración de productos y su posterior venta, relató Molinari.
“En la mano de obra, en los insumos” y en “todo lo que tiene que ver con la transformación” de la materia prima en sí, “con la cosecha y con el transporte” hacia los puertos, los “costos son muy importantes” y generan “dificultades a la hora de competir”, señaló Molinari.
Weyerhaeuser está instalada en los departamentos de Rivera y Tacuarembó. Posee un área plantada de 70.000 hectáreas, 700 trabajadores contratados de forma directa y 1.200 indirectos.
En Tacuarembó tiene una fábrica de contrachapado. Allí, la empresa produce 250.000 metros cúbicos anuales y demanda alrededor de 550.000 metros cúbicos de trozas, al tiempo que emplea a 550 trabajadores.
“Los costos han crecido en dólares significativamente. Han tenido una recuperación en lo que tiene que ver con la tasa de cambio real, pero todo sigue siendo muy desafiante, porque todavía hay una inflación en pesos importante”, observó el empresario. Aseguró que “los márgenes de ganancia son muy finos”.
Si bien Molinari reconoció que es “muy difícil” para las autoridades “gobernar la tasa de cambio”, porque “hay un fenómeno que es regional y mundial”, resaltó que se pueden realizar mejoras en la competitividad a través de otros caminos: aumentando la eficiencia del transporte y mejorando la infraestructura. “En esto estamos todos; no solo es un trabajo del gobierno”, sino también de los privados, destacó.
El ejecutivo recomendó al gobierno “no imponer cambios en las reglas de juego”, aunque enseguida aclaró: “No quiero decir que haya habido cambios significativos, pero siempre hay algunas regulaciones, algún tema de burocracia, que dificultan” las cosas.
Para sortear el problema de los costos, Molinari dijo que es fundamental diversificar tanto los productos como los mercados a los que se destinan.
“Nosotros tenemos las dos especies, eucalipto y pino, y hacemos tableros combinados” porque “tenemos la flexibilidad y la ventaja competitiva de poder usar las dos especies y tratar de poder usar las mejores características de ambas”, ejemplificó. Al mismo tiempo, “estamos en muchos mercados porque creemos que esa es la mejor ventaja a la hora de comercializar”, apuntó.
Ferrocarril
La semana pasada, el presidente José Mujica anunció que buscará un “acuerdo político” para facilitar la inversión china en la reconstrucción de la red ferroviaria uruguaya, un punto en el que el mandatario ha insistido durante toda su gestión, pero que a menos de un año de que culmine no ha logrado concretar.
“Nuestra legislación no es muy favorable a ese tipo de cosas”, pero “son decisiones que tiene que tomar el sistema político, porque si entramos en el camino de la licitación puede ser que estemos dos o tres años discutiendo y apelando y todo lo demás”, dijo Mujica en diálogo con el informativo de VTV.
Sin referirse a ninguna propuesta puntual, Molinari destacó la importancia del tren y la necesidad de mejorar este medio de transporte. “Nosotros tenemos las plantas al costado de las vías férreas y utilizamos el tren para transportar nuestros productos al puerto. Pero existen limitantes que todo el mundo conoce” y “nos gustaría utilizarlo más” y de forma “más eficiente”, subrayó el ejecutivo.
El empresario Jorge Dimu, apoderado de la empresa forestal Perak SA, también se refirió a los escollos logísticos y aludió a la necesidad de tener, además de un buen sistema ferroviario, un puerto de aguas profundas en el este del país, para mejorar la capacidad exportadora.
“Hoy, la gran dificultad del sector es el precio del transporte y del combustible”, se quejó Dimu, quien también se dedica a otros rubros productivos, como el cultivo de arroz. “Los costos más altos son los del camión”, indicó, aunque fue optimista respecto al sector forestal, del cual opinó que “tiene un futuro bárbaro”.
Capacitación
Otro factor trascendente para mejorar la competitividad, añadió Molinari, es la formación de mano de obra capacitada. En ese sentido, el ejecutivo valoró positivamente la construcción de una nueva sede de la Universidad de la República en Tacuarembó, que ofrecerá la carrera de Ingeniería Forestal, aunque prefirió no referirse con profundidad al tema por entender que es un asunto que les compete a las autoridades educativas.
No obstante, dijo que Weyerhaeuser, “obviamente, va a ser uno de los principales demandantes de ese capital humano”.
La “política” y la “naturaleza”
Hasta la década de 1990, Uruguay se caracterizó por ser un productor de carne, de leche y de granos, y cuando se planteó la posibilidad de explotar la forestación no fueron pocos los productores y políticos que se opusieron a la idea.
De todas maneras, durante el primer gobierno de Julio María Sanguinetti, la voluntad política de implementar un marco legal específico para fomentar la plantación y la industrialización se sobrepuso al pesimismo que existía en varios sectores, y en 1987 se aprobaron la Ley Forestal y la Ley de Zonas Francas.
El presidente José Mujica, quien fue uno de los políticos que se manifestaron en contra de la forestación cuando se aprobó esta ley, elogió los beneficios que tuvo el desarrollo del sector.
Hoy día, gracias a esa iniciativa y a las características naturales del territorio, Uruguay se transformó en un territorio forestal y el área dedicada a la plantación de árboles casi alcanza 1.000.000 de hectáreas, según el anuario 2013 de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria.