Maduro lo llamaba a Tabaré y este no le atendía el teléfono. Cuando ya iba como por el sexto día de llamadas a cada rato, dicen que Tabaré le dijo a la secretaria: “Decile que fui al quiosco de la esquina a comprar cigarros”. Dicen también que la secretaria no estuvo de acuerdo. “Presidente, con su lucha contra el tabaco, nadie le va a creer esa excusa” —parece que dijo la funcionaria—. “Por eso mismo”, dicen que contestó Tabaré.
, regenerado3
Ya sabemos cómo siguió la historia.
Don Nicolás elogia a Tabaré, pero le da con un hacha a Nin Noboa, acusándolo de estar cocinando un ataque a Venezuela en combinación con el Departamento de Estado y la embajadora de los Estados Unidos en Uruguay.
Y Tabaré salió a marcar como el Peta Ubiña, con los tapones para adelante y la pierna en alto, pidiéndole pruebas o excusas a Maduro. Seguido, claro, por una declaración del Frente Amplio de esas que parece que, cuando las firman, después las sumergen una hora en agua tibia antes de hacerlas públicas.
Pero a Fortunato le interesaba ver los rounds siguientes en esa pelea digna de los “Titanes en el ring”. “De este lado, Tabaré el Justiciero, en esta otra esquina, Nicolás el Energúmeno”.
Prendió la tele después de la cena y, aunque se caía de sueño y de cansancio, se aprestó a presenciar la continuación del enfrentamiento.
—Aquí acabamos de recibir las últimas declaraciones del presidente Maduro, la primera reacción del mandatario venezolano tras la dura nota del presidente Vázquez —arrancó diciendo el informativista, y al aire sale don Nicolás con su guayabera roja sentadito frente a una mesa, con un retrato de Bolívar en segundo plano, en la pared. “Escúchame, Tabaré, pedazo de traidor antipatriota” —dijo Maduro, como para empezar suavemente—. “El Pepe debería haberte enseñado a querer a la revolución bolivariana, y no a despreciarla, y a pedirme a mí que me retracte en público, cuando es notorio que tu canciller el Nino Boa, que es una boa, Tabaré, te va a picar y te va a envenenar, como está envenenando a tu pueblo, haciéndolo odiar al pueblo venezolano, junto con el ex canciller uruguayo ahora sirviente del imperialismo, el despreciable Almugre, que no es Almagro, es Almugre ese bastardo degenerado que sirve al imperialismo y a la derecha criminal…”.
A la fresca, pensó para sus adentros Fortunato, realmente no sé si esto es así, o si ya estoy tan dormido que estoy soñando, este tipo no tiene pelos en la lengua, tiene una lija…
—Las duras declaraciones de Maduro sin duda provocarán una fuerte reacción del gobierno uruguayo —dijo el informativista—. Estamos procurando obtener declaraciones del canciller Nin Noboa o del mismo presidente Vázquez, pero por el momento… a ver, sí, compañeros, al aire con las primeras reacciones del gobierno uruguayo…
Al aire sale la imagen de Nin Noboa y Almagro juntos en Washington, en la sala de reuniones de la OEA, y el periodista informa que la OEA, por mayoría, con los votos en contra de Bolivia y Nicaragua, ha decidido pedirle al gobierno norteamericano que facilite un contingente armado de marines, para invadir Venezuela y derrocar a su dictador. Tras imágenes desde Venezuela, que muestran a Maduro exhortando al pueblo a salir a la calle y defender la soberanía y la revolución bolivariana, vuelven las cámaras a los Estados Unidos, pero la imagen muestra a Tabaré Vázquez en el despacho oval de la Casa Blanca, reunido con Trump, declarando que los dos presidentes han llegado a un acuerdo: Estados Unidos proporcionará un grupo de militares y un portaaviones, y que se dirigirán primero a Venezuela, pero que, una vez derrocado Maduro, irán por Ortega en Nicaragua, y después, sin el portaaviones, por Evo Morales en Bolivia.
Fortunato creía que soñaba, o soñaba nomás, pero la sucesión de novedades de hondo dramatismo no cesaba en la pantalla.
Nicolás Maduro convocó a Evo Morales y a Ortega, y se sumó voluntariamente Raúl Castro, quien ofreció una donación de unos viejos misiles rusos soviéticos, que habían aparecido en un galpón de La Habana, cuando habían inventariado los bienes sucesorios de Fidel.
A continuación, aparecen en la pantalla Trump y Tabaré Vázquez parados en un jeep descubierto, desfilando por las calles, encabezando a las tropas de los marines que se embarcarían en el portaaviones Ronald Reagan, para dirigirse al Mar Caribe, con el fin de derrocar a la Revolución Bolivariana y a su mentor, don Nicolás. El pueblo en las calles los vitoreaba y gritaba consignas alusivas a esta cruzada libertadora, tales como “Trump y Tabaré, adelante con fe” o “a Maduro darle duro, con el hacha y con el pico, a matarle el pajarico”. Miles de hojas de papel picado caían desde la altura de los rascacielos, y las lágrimas caían por las mejillas de los ciudadanos que alentaban esta gesta desde las veredas.
Las imágenes siguientes fueron aún más impactantes. Los marines desembarcando en La Guaira, invadiendo el territorio venezolano, Maduro cercado en la casa de gobierno, apresado luego por el grupo comando (el mismo, según se supo, que había dado muerte a Osama Bin Laden) y sometiendo al dictador a un juicio sumario de guerra, en el que lo condenan a morir ahorcado, como Saddam Hussein..
—Vení, vieja —gritó Fortunato—. ¡Lo agarraron a Maduro y ahora lo van a ahorcar!
—Vení vos a dormir en tu cama, en vez de en el sillón. Te quedaste dormido cuando Tabaré aceptó la mediación del PIT-CNT, y se fue a reunir en Caracas con Maduro para amigarse de nuevo. En sus primeras declaraciones, Tabaré dijo que nuevamente vuelve a correr un aire fresco entre los dos países…¡mirá lo que te perdiste!