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El panorama sigue estable porque continúa mostrando, con pequeñas variaciones, las famosas dos mitades políticas de tamaño similar. El 45% votaría al Frente Amplio (la mitad “oficialista”), y el 42% a los demás partidos con representación parlamentaria; el 13% restante no sabe a quién votaría o brinda otras respuestas minoritarias (Cuadro 1). Los cambios registrados desde la última medición son muy pequeños: el FA pierde un punto porcentual (de 46 a 45%), el Partido Nacional dos (de 27 a 25%), y el Partido Colorado (15%) y el Partido Independiente (2%) siguen iguales. Sólo aumentan los indecisos: de 10 a 13%. Pasó el “efecto Vázquez” (el impacto de la definición pública de su candidatura), y la situación se mantiene estable; los resultados de octubre son muy similares a los de junio.
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En relación a la encuesta de fines de agosto el Frente Amplio pierde un punto probablemente porque, ante la opinión pública, el balance de pros y contras de la gestión del gobierno en las últimas seis semanas es ligeramente negativo. La conflictividad sindical y las discusiones internas “caen mal” en el electorado menos comprometido; la inseguridad no cede. A favor: la economía sigue siendo bien vista, y la actitud de Mujica ante Argentina seguramente también ha sido bien vista (“por fin”, para algunos). En balance, resultado equilibrado, con ligera ventaja para los “contras”.
El Partido Nacional pierde un par de puntos porque la suya es la única interna realmente competitiva, y porque se explicitaron públicamente posiciones diferentes de sus precandidatos sobre temas importantes. La competitividad tiene ventajas y también inconvenientes; por un lado, despierta “casi naturalmente” más atención y más interés, cosa muy positiva para el Partido Nacional. Por otro lado, los desacuerdos entre los precandidatos, cuando afloran con nitidez, pueden desestimular al electorado más periférico del partido.
Las ventajas de la mitad mayor: la cuestión generacional
Como siempre, el Frente Amplio sigue siendo el partido que más retiene a sus votantes de la última elección (el 81%, contra 75% para los blancos y 73% para los colorados, Cuadro 2). Sin embargo, como ya se ha observado al comentar encuestas anteriores, en los últimos tiempos el Frente Amplio gana menos de sus principales adversarios (7% de los votantes blancos de 2009, 2% de los colorados) que lo que pierde hacia ellos (Cuadro 2), de modo que en esa cuenta el Frente Amplio pierde posiciones respecto a 2009, porque lo decisivo es el desplazamiento de votantes “entre” las dos mitades. En total, blancos y colorados retienen menos que el Frente Amplio, es cierto; pero pierden más votos entre sí que hacia el Frente (el corrimiento de votos dentro de su mitad es mayor que el observado desde su mitad hacia el oficialismo). El 7% de los votantes blancos de 2009 piensa votar ahora al Frente, pero el 9% piensa votar a los colorados. Entre los colorados la diferencia es aún mayor (sólo 2% al Frente, pero 15% a los blancos).
¿Por qué, entonces, la encuesta lo muestra con tres puntos porcentuales más que los otros partidos sumados (diferencia más favorable al Frente Amplio que la observada en las elecciones de 2009)? Si el Frente Amplio está mejor que en 2009, y pierde votos entre los votantes “con experiencia” (los que al menos en las elecciones pasadas ya habían votado), entonces para compensar esa pérdida tiene que estar ganando más entre los nuevos votantes. Eso es, efectivamente, lo que muestran los resultados de la encuesta. Cuanto más jóvenes son los votantes, más prefieren al Frente. Entre los grandes grupos de edad los que más se inclinan por el Frente Amplio son los que aún no cumplieron los 30 años (entre ellos lo votaría el 50%), porcentaje que cae gradualmente hasta 36% entre los que ya pasaron los 60 (Cuadro 4). Pero los votantes de 2014 que no estaban habilitados en 2009 (el grueso de ellos son los que en 2009 tenían a lo sumo 17 años, y en octubre de 2014 tendrán entre 18 y 22 años) son aún más frentistas: el 60% piensa votar al Frente Amplio.
Los “nuevos colorados”
Aunque aquí no hay espacio para desarrollar el argumento, se puede mostrar que desde el punto de vista de la población el Frente Amplio ocupa hoy un espacio que en ideas, actitudes y políticas es aproximadamente equivalente al del primer batllismo. Esto es: los uruguayos de los primeros años del siglo pasado tendían a ver al Partido Colorado del mismo modo que los uruguayos de hoy, un siglo después, tienden a ver al Frente Amplio. Por eso, abreviando, el Frente Amplio es hoy la mitad mayor.
De esa premisa se deducen otras consecuencias que la evidencia sugiere son correctas. Como los colorados de antaño (y a pesar de José Mujica y de Tomás Berreta), los frentistas son urbanos y especialmente capitalinos. Todos los datos, desde los resultados electorales hasta los de las encuestas, muestran que ése es el caso. En lo nacional Montevideo es sólidamente frentista (Cuadro 3; en lo departamental ya no es la misma historia), pero en el interior es la mitad menor, aunque con mayoría relativa.
Como los colorados de antaño, el Frente Amplio de hoy es principalmente el partido de las capas medias y medio-bajas de la población, aliadas a la mayoría de las elites “intelectuales” (en sentido amplio) de su tiempo. El Frente Amplio no es (y no lo fueron los colorados de Don Pepe) “el partido de los menos favorecidos” (y mucho menos “del pobrerío rural”, como se decía antes). Según educación, los que más votan al Frente son los que tienen enseñanza secundaria incompleta (52%), seguidos por los que completaron estudios terciarios (45%); entre los que tienen a lo sumo primaria sólo el 36% se inclina por el Frente Amplio. Según ingresos, los votantes más firmes del Frente Amplio se encuentran entre los sectores medio-bajos (50%) y medios (49%); entre los de ingresos más bajos es 40%. Un dato particularmente elocuente, tal vez, para los blancos veteranos: según esta encuesta de octubre, entre los que trabajan en el sector público el 56% votaría al Frente Amplio, porcentaje que cae a 45% entre los trabajadores del sector privado.
El “partido del medio” de la sociedad uruguaya
El argumento anterior puede resumirse esquemáticamente así: el Frente Amplio es el partido “del medio” de la sociedad uruguaya. Si es así, ¿por qué razón querría ser el partido de la punta izquierda, en términos ideológicos, de la política uruguaya? Pueden intentarlo si lo desean, pero no es muy consistente con la realidad social. Esa es también una manera de ver los dichos del ministro Eduardo Bonomi ya citados en este mismo lugar: el jueves 8 de agosto (el día en que Vázquez aceptó públicamente la candidatura), en reportaje concedido a Búsqueda, dijo: “Es un error pensar que los giros [a la izquierda] dependen de quién es el candidato o el presidente. Eso depende de la correlación de fuerzas que exista en la sociedad, de lo que la sociedad está dispuesta a admitir y no de la voluntad del candidato”. Por eso hoy parece probable que el Frente Amplio pelee la próxima elección nacional “recostándose hacia el centro”. Como ya se sostuvo aquí: “Si el liderazgo del Frente Amplio ve octubre en términos más competitivos [que lo imaginado por parte de sus adherentes], entonces, ¿por qué perder tiempo ahora, cediendo terreno potencialmente valioso a la oposición, en lugar de enfrentarla desde ya en la cancha que será realmente decisiva?”.
La encuesta
El presente informe fue preparado especialmente para Búsqueda partiendo de los resultados de una encuesta telefónica de Cifra a 1.007 uruguayos de 17 o más años de edad residentes en Montevideo y una muestra de localidades del interior. El relevamiento se hizo entre el 4 y el 13 de octubre de 2013. Los resultados de la encuesta son estimaciones, no valores exactos; la muestra es probabilística. En muestras de estas características en general se admite que para los niveles de confianza usuales (“95% de confianza”) el margen de error es de aproximadamente 3 puntos porcentuales en más o en menos (“+/– 3%”). Estas consideraciones valen sólo para las cifras nacionales; los márgenes de error de las submuestras (por ejemplo, las cifras que corresponden sólo al interior o a Montevideo) son mayores. El texto de la pregunta formulada a los encuestados es el siguiente:
Si el próximo domingo hubiera elecciones nacionales, ¿a cuál partido votaría?
La pregunta no menciona los nombres de los partidos ni de sus posibles candidatos: las respuestas de los encuestados son espontáneas.