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    ANEP teme “desborde” del servicio de alimentación escolar; piden sustituirlo por una canasta familiar durante el aislamiento

    Es mediodía del miércoles 18 y el aire huele a lluvia en la Escuela Nº 189 del barrio Obelisco de Las Piedras, donde decenas de adultos, algunos acompañados por menores, esperan bajo nubes espesas recibir bandejas de comida para alimentar a sus hijos. Con gesto severo, la directora pide a los padres que tengan paciencia, que el camión de comida no llegará en hora. Pese a las protestas, la educadora ruega a los adultos que lleven a los niños a sus casas, ante el peligro de contagio del coronavirus. La escuela centraliza el servicio de alimentación de varios centros de educación de esta zona deprimida de Canelones. Tres horas más tarde, los padres de los casi 300 niños reciben bandejas de aluminio y cartón con una porción de salpicón de pollo, una manzana y un pan. 

    Otros 30.000 escolares fueron alimentados ese día con menús de emergencia debido a la suspensión de las clases resuelta en todos los niveles de la educación, tanto pública como privada, durante dos semanas, para frenar la propagación de la pandemia. 

    “Ese día —parece que ya hubiera pasado un mes— fue un caos. La comida no llegaba y hubo episodios de nerviosismo y ansiedad, de madres y padres quejándose a los gritos por no tener qué dar de comer a sus hijos”, relata una maestra que estuvo de guardia en una escuela del Cerro (Montevideo). 

    Primaria detectó en esas horas fallas logísticas para abastecer de alimentos a unos 30 centros del área metropolitana y otros de Salto y Rivera. Alrededor de 1.000 escolares recibieron sus viandas con demoras de varias horas y en ciertos casos las direcciones debieron recurrir a proveedores locales, como panaderías y rotiserías próximas a las escuelas. 

    Aunque la situación mejoró en los días siguientes, las nuevas autoridades de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) temen que el servicio de alimentación de emergencia “desborde” por la creciente demanda, confiaron a Búsqueda fuentes cercanas al presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, Robert Silva, quien asumió el cargo el jueves 19 y desde las primeras reuniones del Consejo se mostró “muy preocupado” por el tema.

    “El problema es qué hacemos si esta emergencia se extiende mucho más en el tiempo, porque la lista de espera aumenta en forma incontrolada, sobre todo en las zonas más vulnerables”, afirmó Héctor Florit, integrante del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), durante una recorrida el lunes 23 por escuelas del cinturón de la capital. Ese día se entregaron 43.035 bandejas de comida en 727 centros educativos urbanos, sin incluir en este listado a los niños que van a escuelas de tiempo completo, especiales o rurales.

    Según Florit, el límite para ampliar el servicio es de apenas un 30%. “Por encima de eso, ya entraremos en situación de desmanejo o descontrol” del sistema, dijo el consejero a Búsqueda.

    La ANEP garantiza el servicio en situaciones “absolutamente prioritarias”. En unos casos trabaja con el sistema de bandejas que elaboran y transportan empresas contratadas por licitaciones, y en la mayoría de los locales se trabaja con comida a granel elaborada en las propias escuelas. 

    Los padres retiran las viandas previa inscripción del niño en listas de espera que se actualizan de forma periódica en las escuelas urbanas que permanecen abiertas. Los locales funcionan con personal de guardia integrado por maestros y auxiliares organizados por las direcciones escolares. 

    “Nosotros transportamos a la escuela la comida congelada”, cuenta un chofer de una de las empresas tercerizadas que elabora alimentos para las escuelas. “El problema es que con esta emergencia todo se instrumentó muy rápido y, como ahora llegamos a más escuelas, en algunos casos el servicio se retrasó”, cuenta mientras sus compañeros descargan cajas con bandejas de milanesas con puré. 

    El sistema tercerizado atiende normalmente al 11% de las escuelas, básicamente en Montevideo y Canelones, y algunas escuelas de Maldonado. La modalidad de alimentación escolar tradicional —la que se elabora en la propia escuela— es la más extendida en Uruguay (Búsqueda Nº 1.972).

    Vianda escolar y canasta familiar.

    Son las 12:15 y este lunes 23 llega puntual el camión de reparto de comida a la escuela de Las Piedras. Tras las rejas, un padre con barbijo casero cruza los brazos sobre el pecho, las manos encajadas bajo las axilas, buscando palabras para describir exactamente lo que vive su familia, mientras espera por las viandas para sus hijos. Dice que su esposa se quedó sin empleo por la cuarentena, que es empleada doméstica. Que él hace changas pero ahora ni eso, porque tiene la salud muy frágil.

    Una madre asiente a su lado con gesto resignado y pide que otras escuelas de la zona presten este servicio de alimentación, porque ella debe caminar varios kilómetros diarios para llegar hasta aquí y dejar a sus hijas de 5 y 7 años “encerradas solas” en su casa hasta que regresa con la comida.

    Otros padres se quejan del escaso contenido de las viandas; dicen que el guiso del jueves y los tallarines del viernes llegaron demasiado congelados, y que en otras escuelas el menú es más contundente y nutritivo. 

    “Muchos padres necesitan ayuda, y a la vista está; acá hay hambre de verdad”, completa una auxiliar de servicio escolar de Canelones.

    El Secretariado Ejecutivo de la Federación Uruguaya de Magisterio-Trabajadores de Educación Primaria (FUM-TEP) se reunió este lunes y reclamó  al gobierno nacional que ofrezca protección social a través del incremento del monto de asignaciones familiares y la ampliación de tarjeta del Mides a familias que viven una situación crítica. 

    “Lo importante es ayudar a los niños, con obstinación y sin hacerse muchas preguntas, porque esta situación es dura”, dice a Búsqueda Elbia Pereira, secretaria general de la federación de maestros. 

    Su gremial también pidió a las autoridades que las inscripciones para la alimentación en las escuelas sea abierta y que garanticen su implementación inmediata, y planteó sustituir el sistema de viandas por uno de canastas durante el aislamiento social.

    Por su parte, el PIT-CNT reclamó esta semana una renta básica para trabajadores afectados por la emergencia, el control de precios de la canasta de productos de alimentación y sanitarios, y “compensar los jornales caídos” en el sector doméstico y en las ramas de actividad de trabajo eventual.

    Primaria procurará descomprimir la cantidad de escuelas unificadas con otras de la misma zona para evitar aglomeraciones, como hoy sucede en La Paz y en Las Piedras. 

    Por los pasillos de la escuela del barrio Obelisco el lunes el flujo de gente no para. Los padres esperan su turno, procurando mantener la distancia adecuada y evitando el contacto físico ante el personal de la escuela pertrechado de guantes, mascarillas y alcohol en gel.    

    Fuera del recinto escolar, en la calle Washington, el silencio es casi absoluto, solo se rompe por una voz aislada o ladridos. En el único comercio abierto hay un pegotín que dice: “Área protegida por Dios”; y sobre la tierra, una pizarra con una sola leyenda escrita a mano: “Hoy no se fía”.