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El año 2006 vio nacer en Montevideo al colectivo musical Ópera Joven, ese ámbito que se convirtió en un lugar donde los cantantes líricos avanzados jóvenes tienen oportunidad de preparar, estudiar, montar e interpretar una obra sobre las tablas antes de la eventualidad de encontrarse de golpe en un teatro profesional sin ninguna experiencia previa.Ópera Joven debutó en aquel año en el parador Kibon, con la puesta de L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti, empresa inédita entonces, no por el título elegido sino por la juventud de los músicos y cantantes que la emprendieron. Nueve años pasaron para que, en 2015, rebrotara la iniciativa y se concretara en la puesta de Così fan tutte, de Mozart, en la Sala Zitarrosa. Ahora, dos años después, Ópera Joven pondrá en escena La escuela de los celosos (título original en italiano: La scuola de’ gelosi), de Antonio Salieri, aquel músico contemporáneo de Mozart en la corte vienesa que retrató de manera imborrable F. Murray Abraham en la película Amadeus, de Milos Forman. Será en la sala Nelly Goitiño el 9, 10, 16 y 17 de setiembre a las 20 horas. El primer elenco actuará el 9 y el 16 y el segundo el 10 y 17.
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Los fundadores de Ópera Joven —que siguen hoy admirable y persistentemente tirando del carro— son el tenor Edgardo Rocha, de exitosa carrera internacional, el barítono Nicolás Zecchi y el director del Coro del Sodre, Esteban Louise. Con este último dialogó Búsqueda sobre los detalles del nuevo emprendimiento.
— Es una ópera buffa en dos actos con música de Antonio Salieri y libreto de Caterino Mazzolà, estrenada en Venecia el 28 de diciembre de 1778 y cinco años más tarde repuesta en Viena en versión revisada por Lorenzo Da Ponte, el libretista de Don Giovanni, Las bodas de Fígaro y Così fan tutte, de Mozart. Su trama es la típica comedia de enredos de la época: dos parejas celosas, un comerciante, una criada, disfraces y cambios de roles. Todo termina en diversión y en una moraleja sobre el amor.
—¿Por qué la eligieron?
—Estuvo varios años olvidada, se redescubrió en 2015 y se representó en la última temporada en Italia, auspiciada por la Fundación Salieri. No entiendo por qué ha sido tan olvidada ya que es divertida, estilísticamente muy de su época, con una música similar a la mozartiana. Y además es una obra que nos permite abordarla con gente joven por el nivel de dificultad vocal que tiene.
—¿Se ha representado antes?
—No, es un estreno absoluto para toda América: del Norte, Central y del Sur. Este hecho implicó un trabajo adicional que fue hacernos de la partitura. Conseguimos una partitura general para el director, otra para canto y piano y una copia del manuscrito de Salieri. A partir de este material, Nicolás Zecchi se puso al hombro el trabajo de desagregar y copiar una por una las partes de cada instrumento, y además se encargó de traducir el libreto del italiano al español. También tuvimos algo de trabajo de investigación musicológica, porque hay dos versiones de esta ópera: la más reciente es una revisión donde se agregaron flautas, clarinetes y otros instrumentos. Pero nosotros vamos a hacer la versión original de Salieri, que es para dos oboes, dos cornos, cuerdas y continuo, con un total de alrededor de 20 músicos.
—¿Dónde reclutaron a los músicos?
—Los músicos son de la Ossodre y de la Filarmónica de Montevideo, seleccionados hasta un máximo de 35 años de edad, idóneos y de muy buena onda, porque con lo poco que les pagamos…. Pero ellos también creen que estas cosas hay que llevarlas adelante en defensa del canto lírico y de los cantantes jóvenes.
—¿Y los cantantes?
—Tienen un promedio de edad de 19 a 30 años, con lo que hemos bajado el promedio de Così fan tutte, nuestra puesta anterior en 2015, en donde el promedio llegaba hasta 35 años. Para seleccionarlos se hizo un llamado abierto a audición por la web y fueron elegidos por un jurado integrado por Raquel Pierotti como directora de la Escuela Nacional de Arte Lírico, Fernando Barabino como cantante idóneo del medio y quien habla, como director musical de Ópera Joven.
—¿La obra requiere muchos cantantes?
—Hay siete personajes y como tenemos dos elencos, fue necesario seleccionar a 14 cantantes.
—¿Con qué apoyos cuentan para abordar el proyecto?
—El Sodre colabora prestándonos la sala Nelly Goitiño. No tenemos otros apoyos. Nos presentamos a los fondos concursables y fuimos rechazados. Por eso todo es a pulmón. Tanto los cantantes, Nicolás Zecchi como director de escena y yo como director musical, actuamos de forma honoraria. A los músicos les pagamos un cachet simbólico y un viático con lo que se recaude de las entradas.
—¿Qué características tendrá la puesta en escena?
—Será una puesta atemporal pero tradicional, porque al ser un estreno para toda América, pensamos que en este aspecto no debemos volar mucho con la imaginación, como se hace con obras más transitadas del repertorio, y debemos respetar los conceptos de tiempo y espacio manejados por el autor. Lo que sí tendrá la puesta es una cierta originalidad en la logística de los movimientos escénicos, ya que la sala no tiene foso para la orquesta.
—¿Y dónde colocan entonces a la orquesta, en el escenario?
—Estamos haciendo un trabajo de equipo entre todos, ideando creativamente la forma de poner a la orquesta en escena en el fondo, a los costados, en tarimas a diferentes niveles, haciendo pasajes entre los músicos para que circulen por allí los cantantes e interactúen con la orquesta. Por la logística de los desplazamientos y por el resultado acústico en las diferentes ubicaciones, es un trabajo complejo, pero no imposible.