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    Ambulante y empleada

    Imagínese a un vendedor ambulante y a una mujer, empleada de una empresa privada, que viaja en un ómnibus. Ambos trabajan, el primero casi seguro sin aportar a la seguridad social y la señora sí. Otra diferencia entre ellos es la evolución de sus ingresos en los últimos años: los de él tienen un poder de compra mucho menor que en el 2000 y los de ella registraron una suba real.

    Un vendedor es categorizado estadísticamente como un trabajador por cuenta propia sin local (no invirtieron en un edificio, una máquina o un vehículo para desarrollar su actividad económica, ni tienen empleados dependientes). En 2010 estos cuentapropistas eran 43.456 solamente en las zonas urbanas del país.

    Había además 247.224 trabajadores por cuenta propia con local, que crecieron significativamente en número desde el 2000.

    Unos y otros, con y sin local, representaban 21,3% del total de ocupados en 2010.

    Entre 2000 y 2003 el ingreso del total de las personas ocupadas cayó fuertemente (–37%) descontado el efecto de la inflación —es decir en términos reales— y luego mostró una significativa recuperación (34%). El salario privado tuvo una evolución similar, pero los cuentapropistas no corrieron la misma suerte, según un estudio de apoyo al Diálogo Nacional de Seguridad Social convocado por el gobierno, hecho por las economistas Verónica Amarante e Inove Perazzo: los ingresos reales en 2010 eran casi 30% menores que en 2000 en el caso de los trabajadores por cuenta propia sin local y estaban 19% por debajo en el de los que habían hecho alguna inversión para desarrollar su actividad.