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    Argentina (II)

    Sr. Director:

    Purificación en la política exterior. “Mientras Buenos Aires no mejore su conducta y cese de impedir el comercio por mar con sus buques, fue preciso abrir los puertos a los ingleses que solamente podían con franqueza activar el comercio”. Artigas, Purificación, 1817.

    Los orientales no necesitamos apelar a inspiraciones fundadas en decires de avecillas oráculas o voces del más allá. El legado de nuestros mayores, fundadores y contemporáneos es un tesoro que nos enorgullece, siendo una vasta fuente de inspiración.

    El mito reza que las comparaciones son odiosas. No es así. Son materia indispensable para elegir con el pragmatismo que se impone, o que se debería imponer, por el interés nacional.

    Estamos asistiendo a la reiteración de situaciones que Artigas enfrentó hace 200 años ante las que con su profundidad conceptual y sentido estratégico encontró soluciones. Varían nombres, no las hereditarias prácticas, ni el ámbito donde se originan esos embates directos en nuestra contra, renovado desafío al que se debería responder con innovación.

    Se podría reconocer, descartando malas intenciones de parte de nuestro gobierno, pero anotando la actitud de espera que adoptó ante los obstáculos creados por “Buenos Aires” (no la Provincia, ni el país, sino su Gobierno Nacional). Nuestro gobierno empeoró el escenario interno al desaprovechar el apoyo ofrecido por la “oposición”, optando por aislarse en una contemplación indefinida que no resultó y es real que las dificultades aumentaron en formas y tono.

    Cada día es más complejo pero se debe actuar; porque no es adecuado que la escalada continúe. Es imposible ignorar las medidas que se despliegan: insinuaciones de nuevos bloqueos, más trabas al comercio, dragados en discusión perenne, falseamiento en temas ambientales, ocultamientos de sus propias contaminaciones vertidas a cursos de agua que compartimos, ocultamiento de información de analistas internacionales y la lista sigue, resumiendo en un larguísimo etcétera, lo que demuestra que solo es necesario para exaltar las aversiones del gobierno co ribereño que el tema en cuestión sea de alto interés para Uruguay y allí aparecen las programadas impertinencias.

    Artigas creó soluciones en su hora y aun con las reservas que él mismo anotó. Pero actuó. Con su talla de conductor, sin titubear, proyectó un acuerdo comercial con Inglaterra. Lo inventó, cursó las invitaciones y formalizó el Convenio de Purificación que él mismo ratificó el 12 de setiembre de 1817 por el que confirmaba que las libertades de comercio, política de puertos, navegación de los ríos y asuntos aduaneros, eran temas vitales para él. Cuatro años antes de este Tratado, había incluido esos objetivos en un artículo específico entre la Instrucciones del XIII.

    Comparando esos ejemplos con lo actual, al mantener asociaciones que se basan en retórica, proximidades geográficas que generaron expectativas, teorías basadas en afinidades ideológicas, se demostró que se omitió que los intereses nacionales y las ideologías no van de la mano. Así que en este punto también se omitió considerar que la mitad de los orientales no participamos de tales ideologías ni de los dogmas económicos.

    Las relaciones con el exterior requieren independencia incuestionable de los operadores porque el compromiso es con los intereses generales del país en políticas de Estado, y tal lo que hacen los países exitosos en comercio exterior, deberíamos reorientarnos en estructuras y acciones de inteligencia a fin de lograr compradores donde existan oportunidades, porque los mercados son facilitados por acuerdos, pero los importadores de cualquier país no compran bajo obligaciones sino por sumatoria de beneficio, donde intervienen muchos factores y no solamente precios resultantes de ventajas arancelarias.

    Los privilegios naturales y obvios de nuestras costas deben ser observados; estos fueron advertidos desde siempre por los foráneos, ya desde que Irala en 1548 llegó a Potosí desde el Sur. Por tanto, nuestros puertos no merecen defensas tímidas, porque soportaron mucho desde afuera, más los descuidos internos, pero como puertas del país que son no pueden considerarse únicamente como lugar donde amuran barcos sino como la expresión más completa de libertades innegociables, por las que nuestra comunidad manifiesta voluntad de apertura al mundo. Montevideo puerto (representando a todos los puertos orientales, los actuales y los futuros) “no pueden quedar como una mera salida de cebo para hacer jabones” (advertencia que cuenta 200 años). Deben asegurar el comercio con todas las banderas, sin trabas de tipo alguno, salvo las que convengan a nuestros intereses en privilegiar el trabajo nacional.

    El Tratado de Purificación fue importante por sus términos y por la proyección en su época, constituyendo una gran noticia publicada en lejanos países desde Estados Unidos a los centros comerciales europeos, por lo que se recibieron inmediatas expresiones de interés para incorporarse comercialmente a dicha apertura y también pesó en las corrientes migratorias dominantes hacia nuestro territorio.

    Es de anotar —probablemente sirva también hoy— otro logro impensado: atención al “Estado Oriental con el ciudadano José Artigas a la cabeza, Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres…”. Es la historia en sus propias fuentes.

    Adicionalmente resulta de interés agregar a los estudios de antecedentes una visita al enorme óleo pintado por José Luis Zorrilla de San Martín, “Mare Liberum”, donde aparece Artigas en la firma del Tratado de Purificación; el que se encuentra en la Sala de Sesiones de la Cámara Nacional de Comercio.

    Todos esos elementos estimulan reflexiones y marcan vocaciones de identidad, diferencias, internacionalización y sobre todo la apertura como meta constante a perseguir taxativamente por Uruguay, tal como causa nacional, anteponiéndose a toda división interna ya que puede ser una sólida ventaja comparativa; tal vez de las mayores.

    2013 termina. Deberían aparecer los cambios que no pueden esperar. No se admiten excusas. Se deben proveer soluciones acercándonos a oportunidades de nuestros productos y servicios, porque sería actuar mirando los intereses de la República Oriental, teniendo en cuenta antiguos y recientes comportamientos vecinales que mostraron maneras de actuar, y de no actuar, frente a nuestras necesidades.

    Identificando los acuerdos que no dieron los resultados esperados, apuntemos a vías posibles, bien probadas, para planear soluciones elaboradas por nosotros mismos, con el respaldo de un amplio acuerdo nacional en la materia.

    Edgardo Viola Bouyssounade