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    Argimón reivindica su militancia feminista y asegura que controlará que “se cumplan” los derechos de la nueva agenda

    Los primeros cruces con el gobierno en la transición responden a que en el Frente Amplio “no creían” que iban a perder y por eso tienen sentimientos “medio destemplados”, pero “cuando pasen estos primeros meses se va a encauzar la relación”, dice la vicepresidenta electa

    Transición por acá y transición por allá. La vicepresidenta electa, Beatriz Argimón, recién empezó a intercambiar información con el gobierno saliente y ya está preparando el terreno para dejarle todo pronto a las próximas autoridades del Partido Nacional. Se va de un lugar y entra a otro. Son días de transiciones. En su despacho en el Directorio blanco, Argimón dice también que son horas de mucho trabajo para ajustar el borrador de la ley de urgente consideración con más de 400 artículos que está comenzando a leer y que estará abierto a modificaciones. Se trata de una tarea que la tendrá como articuladora y que la tiene entusiasmada porque ve como positivo y hasta como una estrategia que en los primeros meses el Parlamento debata sobre esta norma que, entiende, sentará las bases del futuro gobierno de coalición. Como militante feminista y como vicepresidenta asegura que garantizará que no se toquen las conquistas alcanzadas en la denominada agenda de derechos. Aun cuando el sector más conservador de la coalición esté al frente del Ministerio de Salud Pública. “Los compromisos están para cumplirse”, sentencia.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —¿Qué le dejó la conversación que tuvo hace unos días con la vicepresidenta saliente, Lucía Topolansky?

    —Por suerte fue una reunión entre mujeres que conocemos la dinámica parlamentaria, entonces se hizo muy fácil el intercambio. Lucía tenía preparada una cantidad de información que además quería trasladar públicamente a la prensa con una rendición de cuentas. Y la verdad que transitamos por todos los temas del Parlamento: de lo que significó el nuevo reglamento de la Cámara de Senadores, en términos de dinámica, hasta el proceso y todo lo que se trabajó para los 100 años del Palacio Legislativo, que se cumplen en 2025. Hablamos de todas las áreas.

    —¿Fue una cuestión más bien logística?

    —Fue una cuestión logística y de intercambios de algunos otros aspectos. Ella recordó que había asumido a mitad del período.

    —¿Hubo algún consejo o sugerencia más política?

    —Lo que me causó mucha gracia fue que me dijo: “Se me terminó el sufrimiento del quórum. Espero que tengas suerte con eso”. Fue muy transparente. Obviamente hay líneas que son históricas y se van a seguir. A mí me parece que tenemos que avanzar con todas las fuerzas políticas en un proyecto que implique un relacionamiento diferente con la comunidad, donde lo comunicacional sea un pilar. Porque si bien el Parlamento es emblemático para nosotros, lo democrático por excelencia, también es cierto que a escala mundial hay una suerte de descreer en la actividad parlamentaria. Y creo que es parte de que estamos viviendo todo en tiempo real, y el Parlamento tiene obviamente sus tiempos de debate y…

    —Y ahora parece que va a haber más debate aún.

    —Va a haber un debate bien constructivo. Se va a retomar el debate productivo. Entonces me parece que va a ser bien importante su rol comunicacional.

    —¿Y qué quiere decir con eso? ¿Transparentar y comunicar mejor?

    —Me interesa mucho que la vida parlamentaria esté en tiempo real y que llegue a todo el país. Profundizar en la técnica legislativa, de la constitucionalidad de las normas. No puede ser que salgan del Parlamento leyes que después no sean constitucionales. Ha habido avances en términos de comunicación pero hay que profundizarlos. La transparencia en la información permite avanzar en la calidad de la democracia. Hay que usar todas las herramientas para que la gente esté informada de lo que pasa. En las comisiones parlamentarias se acercan ciudadanos que tienen intereses en algunos temas, pero hay ciudadanos que nunca pisaron el Parlamento, ellos tienen el mismo derecho a estar informados. Y en eso hay que trabajar.

    —¿Y la otra transición, la reunión con el presidente Tabaré Vázquez, cómo fue?

    —En realidad hubo una reunión del presidente electo con el presidente. Solos, de como 40 minutos. Y después sí una reunión formal entre todos que fue muy protocolar.

    —Pero terminó la reunión y enseguida hubo cortocircuitos con el tema del ajuste de las tarifas

    —Sí, en realidad nosotros dimos una conferencia de prensa y fue después que…

    —Fue inmediatamente después.

    —Sí, nos estábamos viniendo al Directorio cuando nos enteramos.

    —¿Y qué lectura hace de esa situación? ¿Ya arrancó complicada la transición?

    —Bueno, obviamente los gobiernos tienen derecho a llevar adelante las políticas que entiendan necesarias al final de sus mandatos. Pero también hay una rica historia de medidas que tienen que ver con impactos para el gobierno que asume, de irlas conversando. Entonces me parece que fue desafortunado no tener presente que era un tema a conversar.

    —Pero ellos habían avisado en julio que no habría aumentos de tarifas.

    —No, está bien, pero era una posibilidad.

    —Ustedes se agarran de ese “probablemente” no va a haber aumentos.

    —Y es que era una cuestión probable.

    —¿Se tendría que haber conversado este tema en la transición?

    —Sí, nos parece que hubiese sido mejor para este proceso el haberlo conversado.

    —Este cortocircuito por las tarifas se suma a la decisión de no reconocer la derrota el día de las elecciones. No parecen ser las mejores señales para una transición con buen clima.

    —Yo aprendí algo en este último tiempo, y es que este cambio de la alternancia hacia al poder requiere de mucha paciencia. Uno observa que pese a que había indicadores de que esta coalición podía ser la preferida por la ciudadanía, como que no hubo un real convencimiento de qué podía pasar.

    —¿En el oficialismo no se prepararon para el impacto?

    —Básicamente, me parece que no creían que se iba a dar. Entonces a todo lo que asistimos es parte de eso, que fue algo no esperado, cimbronazos que forman parte de este proceso.

    —¿Le preocupa que esa sea la tónica de la relación entre gobierno y oposición?

    —No, no. Porque me parece que cuando pasen estos primeros meses se va a encauzar la relación. Y me parece bien interesante el rol que el Parlamento va a tener, y por ahí se van a encauzar todos estos sentimientos que vienen siendo medio destemplados.

    —¿Por el Parlamento o por la calle se van a encauzar esos sentimientos?

    —Bueno, a ver, esto es personal: a mí no me gusta que se compare a Uruguay con otros países. Cada uno tiene sus formas de dirimir sus controversias. Uruguay tiene un sistema de partidos fuertes y tiene una sociedad civil que se manifiesta a través de instituciones sólidas. Estoy segura de que ninguna de las partes queremos otra cosa para el país que el intercambio que hemos tenido. Es un país de diálogo.

    —¿Cómo viene el armado del gabinete?

    —Bien, es algo que conozco porque lo hemos hablado con Luis y queremos mantener una relación estrecha entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo. Vamos a tener reuniones semanales. Ayer (por el martes) cerró el diálogo con los partidos políticos. Los que son del Partido Nacional son los que ustedes ya conocían. El resto van a ser negociados. Y eso es lo que se está ajustando.

    —¿Ya todos los partidos plantearon sus nombres?

    —Sí, plantearon lo que entienden que pueden aportar al gobierno de la coalición. Y obviamente Luis es quien define.

    —¿Va a definir solo Lacalle Pou o con alguien más?

    —Luis tiene muy claro hacia dónde quiere ir y la decisión última es del presidente.

    —¿Quedó definido que Cabildo Abierto va a tener el Ministerio de Salud Pública?

    —Hubo traslado de qué ejes temáticos le interesaba a cada grupo; pero hasta que no se cierra la negociación, nada está 100% seguro.

    —En una entrevista con Radio Sarandí, Lacalle Pou dijo que le hubiese gustado que Guido Manini Ríos fuera su ministro de Salud.

    —Fue uno de los temas, porque a Cabildo Abierto le interesaba el tema salud y vivienda.

    —Lacalle Pou dijo que lo quería como ministro, pero que, como Manini Ríos transmitió que no iba a ocupar un cargo en el gabinete, no pudo ser.

    —Claro, por eso estamos viendo los nombres. Lo que se está haciendo es ver si puede coincidir el interés manifestado por los sectores con los nombres de quienes efectivamente pueden llevar adelante la gestión.

    —La posibilidad de que Cabildo Abierto dirija el Ministerio de Salud Pública genera preocupación en organizaciones feministas, porque se trata de un sector político que cuestiona temas como la interrupción voluntaria del embarazo.

    —No solo en la sociedad civil, las mujeres políticas nos hemos manifestado en términos de que hay un compromiso de continuar con la llamada agenda de derechos. En el caso del Ministerio de Salud, en concreto, con todo lo que tiene que ver con la planificación responsable de la paternidad y la maternidad, el tema de...

    —Pero justo se le da al grupo más conservador de la coalición.

    —Pero hay algo que tenemos claro: los compromisos están para cumplirse. Y quienes estén al frente de los ministerios suscribieron un compromiso. Y además, quienes estén en las áreas específicas obviamente van a tener que llevar adelante las líneas de trabajo que hemos decidido que se sigan. Tengo un compromiso personal con esos temas.

    —¿No hay riesgos? ¿Los que están preocupados deberían despreocuparse?

    —No, no. Hemos pasado muchas cosas, y por eso la preocupación está presente siempre cuando se inician los gobiernos. Entiendo la preocupación, pero también sé el compromiso que firmamos. Estuve en la elaboración del compromiso. Estuve en el compromiso que las mujeres de los partidos de la coalición —con especial consideración por estos temas— ratificamos, y que además ratificamos todos los partidos políticos.

    —¿Va a haber más de una mujer en el gabinete?

    —Sí. Me interesa que haya mujeres en todas las áreas de la administración, además. Me parece que estamos preparadas para mirar el Estado desde los distintos lugares.

    —Usted es la vicepresidenta electa y es una militante feminista. ¿Cómo se puede reflejar eso en el próximo gobierno?

    —Ustedes saben que el Poder Legislativo no solo realiza las normas, sino que otro rol que a veces no se considera en todo su rigor es que efectivamente se cumplan. Por eso, cuando a nosotros nos hablan específicamente de los derechos de las mujeres, ese es un rol que quiero fortalecer en el Parlamento. Cuando me hablan de eventuales situaciones de preocupación, yo tengo claro que es un tema que voy a hablar desde el arranque con las mujeres de los partidos políticos para dar seguimiento a la normativa.

    —¿Va a interpelar a los ministros de su propio gobierno?

    —No se trata de interpelar. Se trata de hacer un seguimiento real de lo que el Poder Legislativo trabaja. Provengo de los cuadros de mujeres políticas que tuvimos que pelear para que se entendiera que la violencia de género era un flagelo. Porque ahora todo el mundo habla, pero antes éramos 15 peleándola, y no fue fácil. Desde que se abrió la democracia y llegamos mujeres con incidencia en los partidos pasó mucho tiempo. Se presentaban proyectos de ley sobre violencia de género y nunca salían. Hoy parece fácil hablar de este tema y que esté en la agenda. En esto hubo mucho de trabajar juntas, las que estábamos en los partidos, dentro o fuera del Parlamento, y la sociedad civil organizada. No eran temas que accedieran fácil a la agenda política ni de los medios, donde hubo mujeres que estratégicamente nos ayudaron a poner esto en la agenda.

    —¿Tiene pensado trabajar en algún tema específico?

    —Después de esta campaña vine muy preocupada por la situación de las mujeres en el interior del país.

    —¿En política?

    —No, socialmente, la mujer en la sociedad. Hay una cantidad de temas que las mujeres en las ciudades tenemos conocimiento —sobre beneficios y acceso a información—, especialmente en el área metropolitana, pero que en el interior del país todavía hay mucho por hacer. El otro gran debe es que realmente se sepa lo que aportamos las mujeres al PBI del país, aquellas que están en el mercado formal y las que están en el informal. Falta esa mirada, porque hay mucho trabajo de las mujeres que es invisible.

    —En una entrevista con Búsqueda usted dijo que la ley de cuotas ya había dado todo lo que podía dar. ¿Cuál es el próximo paso?

    —Soy muy cuidadosa en estos temas porque las sociedades tienen sus tiempos. La sociedad uruguaya avanzó muchísimo, mucho antes que el sistema político. Hasta mayo tenemos que esperar los efectos que genera el proceso electoral, porque va a haber legisladores que van a ser intendentas y van a ingresar mujeres. Hay un proceso que se está dando en el interior, de mujeres que están optando por lugares en el territorio. Las alcaldías están siendo muy atractivas, especialmente para las mujeres más jóvenes. Por eso no quiero hacer una evaluación hasta que termine todo el proceso electoral. Y ahí voy a ver qué camino vamos a tener que seguir, ¿no? Todo el mundo sabe que tengo una posición personal por la paridad, pero me parece que todavía no fue el momento de plantearlo. Cuando planteamos la ley de cuotas fue todo un tema.

    —¿Para algunos no era el momento?

    —Nunca iba a ser el momento. Y la verdad es que fue una lucha muy fuerte que dimos algunas y, además, no era la ley que nosotros queríamos. Pero bueno, ¿de qué manera sirvió? Los partidos tuvieron que mirar a su interna, las mujeres tuvimos que hacer nuestro proceso, empoderarnos adentro de las estructuras, decir “quiero tal cosa”.

    —Para el Frente Amplio era el momento para un gabinete paritario. ¿Para ustedes no es el momento?

    —En el Partido Nacional no se planteó. De pronto también porque se tenía en cuenta que iba a ser un gobierno con socios. Sí hay voluntad de la presencia femenina en todos los órdenes de la administración.

    —¿Va a seguir yendo a las marchas organizadas por el movimiento feminista?

    —Por supuesto. ¿Qué cambia?

    Hay mujeres que dicen que su figura avala un gobierno con socios de derecha y críticos con la agenda de derechos.

    —Mi figura no avala nada porque yo soy militante. Y me he enfrentado por estos temas dentro de mi partido y afuera. Y no dejo de ser la militante de los derechos de las mujeres, porque eso significaría no ser yo. A mí me causa mucha gracia, porque he ido, desde que tengo memoria, a todas las marchas que tienen que ver con el Día de la Violencia hacia la Mujer. No falté a una. Y el otro día, cuando fui, me causó una grata impresión porque me dijeron “nosotras sabíamos que no ibas a faltar”. Porque no sería yo. Esto tiene que ver con cinco años y, por supuesto, con un proyecto que estoy absolutamente convencida del camino que estamos transitando. Pero también sé del rol que cumplí en la elaboración del programa, del proyecto y del compromiso, donde una y otra vez estos temas estuvieron. Entonces, la verdad, lo voy a seguir haciendo. Y voy a seguir trabajando en esos temas.

    Usted dijo que se va a reunir todas las semanas con Lacalle Pou. ¿Va a participar en el gabinete?

    —Queremos tener reuniones de intercambio, de puesta a punto. Nos parece que el vínculo entre los dos poderes es muy importante. Además, nos llevamos muy bien, tenemos mucho camino recorrido juntos. Luis me planteó especialmente que no podemos perder eso de interactuar. A mí me parece bien porque trasladar la mirada del legislativo sobre los temas no es menor, precisamente por las características de este legislativo. Pero, además, recibir de primera mano todas las semanas cómo viene el trabajo legislativo y nutrirnos de lo que pasa en el Ejecutivo es buena cosa.

    —¿Va a participar en las reuniones de gabinete?

    —Eso no lo decidimos todavía. Decidimos mantener nuestro espacio.

    —¿Quién va a quedar en el directorio?

    —No se sabe.

    —¿Qué impronta va a tener?

    —Este fue un directorio que tuvo algunas características que de alguna manera incidieron en cómo se dio el proceso electoral. El partido llega unido. El Partido Nacional siempre tiene internas muy pasionales y, si hacés un balance de lo que pasó, ves que se ganó la interna y todo el mundo estuvo atrás del candidato y la fórmula. Es un episodio no menor.

    —¿Cuáles son sus aspiraciones para el 2024?

    —Ninguna. Uno va cumpliendo etapas. Lo que tengo claro es que voy a seguir siendo militante.

    —¿Pero hoy no se le pasa por la cabeza una candidatura?

    —Para nada. Está lejísimo.