Repuesto ya de las agitadas jornadas electorales nacionales y contento de haber visto el inicio de la nueva legislatura, con todos sus colores y matices, Fortunato había centrado su atención en las inminentes elecciones departamentales.
Repuesto ya de las agitadas jornadas electorales nacionales y contento de haber visto el inicio de la nueva legislatura, con todos sus colores y matices, Fortunato había centrado su atención en las inminentes elecciones departamentales.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáBásicamente, como buen cajetilla, le interesan las de Montevideo porque, sacando las complicadas y cuasi pornográficas elecciones de Colonia, ninguna le despierta tanta atención.
Terminada la cena, Fortu se instaló, como de costumbre, en su sillón frente a la tele, para ver el noticiero de cierre.
El informativista relataba las andanzas de los cuatro candidatos (y candidatas, claro, dos y dos, como manda la igualdad de género) que circulan por esos barrios, barriadas, zonas semirrurales y rurales y variados territorios (mire que es grande Montevideo) desgranando sus propuestas y planes, que parecen calcados de los del Ing. Juan Pedro Fabini, que fue intendente de la capital entre 1943 y 1947. Que la basura, que el mejoramiento de las calles, que la iluminación, que el saneamiento, que la seguridad vial, que los espacios verdes. Tan solo Mariano Arana, hace como 20 años, le agregó algo de originalidad al programa cuando anunció los cisnes de cuello negro en el Miguelete, que se ve que siguen empollando porque no han aparecido todavía.
Fortunato parpadeaba ante tanto lugar común, viniera de donde viniera. Todos proponían lo mismo, con algún matiz menor que ni siquiera permitía avizorar si era de los tres candidatos de izquierda o de la candidata multicolor.
—¿No se trenzarán aunque sea un poco, para ponerle algo de sal al tema? —se preguntó por sus adentros Fortunato, mientras sentía que se le cerraban los ojos.
En eso, pareció detectar algo así cuando un notero que cubría una charla proselitista de Carolina Cosse en Malvín le hizo unas preguntas a la candidata cuando acababa de bajar del estrado.
—Ingeniera —interpeló el muchacho—, ¿cómo ve usted la participación del Ing. Martínez en esta contienda? Pregunta sencilla si las hay.
La dama se salió entonces del libreto protocolar y esbozó uno de esos rictus desconcertantes, mitad sonrisa mitad disgusto, parecidos a la enigmática expresión facial de la Mona Lisa.
—Un querido compañero, el amigo Daniel, que había dicho que iba a ir a ocuparse de sus nietos, pero ahora parece que se arrepintió y se atornilló al sillón que él mismo abandonó para lanzarse en la frustrada lucha por la presidencia, en la que demostró falta de preparación, de energía y de personalidad, que le costó al Frente Amplio esta desgraciada derrota que le abrió el camino a la derecha más recalcitrante; pero, bueno, él es libre de reventarse de nuevo contra el muro del desprecio ciudadano; por suerte nosotros vamos a demostrarle al pueblo que somos una opción más aceptable que la de este perdedor…
¡Para qué!
El notero, ni corto ni perezoso, se conectó con el canal y el informativista puso en línea al periodista que estaba cubriendo un acto del Pelado Martínez en otro barrio de la capital.
—Ingeniero, le hago escuchar los comentarios de su compañera Carolina Cosse, recién expresados en el acto del Frente en Malvín; escuche por favor.
Martínez escuchó de forma paciente y respondió con energía, para desconcierto de Fortunato, que no sabía si soñaba o asistía a un tiroteo como el que él mismo estaba deseando.
—Mire —dijo el Pelado—, la queridísima compañera Carolina puede manifestar libremente su posición, para eso está la libertad de expresión, aunque parece que, como de costumbre, a la hora de la merienda se tomó su vasito diario de veneno, ese que le hace decir lo que no debe. Ella sabe bien que la patota de Adeom la va a hacer paté si es que llega a ganar, aunque lo veo muy difícil, dados sus limitados conocimientos de la problemática montevideana, que desde Punta Carretas, donde ella vive, no se aprecia con la nitidez deseada. Si la ven, díganle que no se vuelva a morder la lengua porque se va a intoxicar. La bilis no es un buen digestivo, saben, más le valdría aceptar que ya le gané una vez en las internas y la voy a hacer pelota de nuevo en mayo. Que se calle, o que se dedique a explicitar lo que piensa hacer si gana, aunque, como les digo, va a volver a perder.
Fortunato se restregaba las manos pensando “esto se pone bueno”, aunque no sabía si veía y escuchaba o solamente soñaba.
Desde central, el informativo aprovecha este memorable momento para conectar sus líneas con el acto del doctor Álvaro Villar, que acaba de culminar un acto proselitista en el Prado. Le pasaron las grabaciones de las declaraciones de Cosse y de Martínez y le pidieron sus comentarios.
—Señores periodistas —dijo el tordo—, esta intransigencia y esta rivalidad confirman la importancia de mi candidatura. Pienso usar el bisturí a fondo, raspar el hueso, sacar toda esta masa mórbida que atenta contra un buen gobierno comunal, desinfectar la intendencia de este odio destructivo, inmunizarnos contra la rivalidad estéril, y…
—Desde central, amigos —dice el informativista— tenemos a los tres candidatos del Frente intercomunicados, ¿qué decía usted, ingeniero Martínez?
—Decía que Alvarito se dedique mejor a la neurocirugía, que para eso es bueno, y no nos haga perder más el tiempo para sacar 50 votos que no agregan nada…
—Cincuenta votos más y vos ganabas la presidencia, Pelado —dijo Villar.
—Sí, eso digo yo —replicó Carolina.
—Vos callate —le dijo Villar a Cosse— que bastante poco agregás, siempre denigrando a los demás. ¿Por qué no decís qué es lo que vas a hacer si ganás? Aunque no lo creo…
—Doctorcito, zapatero a tus zapatos —susurró Carolina—, dedícate a reparar cortocircuitos de neuronas, que es lo que sabés, y no…
—Cállense los dos —bramó el Pelado—. ¡Miren qué imagen le estamos dando a la ciudadanía!
La transmisión se cortó en ese momento. Fortunato nunca supo si había terminado el informativo y él se había quedado dormido antes, pero decidió irse a la cama pensando que, si no había sido cierto, no estaba tan lejos de la verdad…