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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl ataque a la educación privada es el coto de caza elegido por el chavismo kirchnerista uruguayo para ver quién es el más chavista-kirchnerista de todos los chavistas-kirchneristas. Así, un día una diputada arranca en punta proponiendo eliminar exoneraciones a la universidades privadas y desde el pelotón le gritan que hay que ir por todo y eliminar todo tipo de exoneración a la educación privada.
Si bien el dislate es tal que impracticable, no es una batalla cualquier. Pretenden, a través del ahorcamiento económico, eliminar la educación privada o, lo que es mucho peor aún, dejarla exclusivamente como opción para las familias más adineradas del país. Objetivo final: incrementar la brecha que alimenta su discurso y mantiene sus empleos y los de sus amigos.
Abogar por quitar la opción a los chicos de los barrios más alejados de cualquier servicio estatal de calidad, de recibir una educación de excelencia como la que brindan el Impulso, el Jubilar o el Providencia, resulta incalificable. También lo es el abortar la posibilidad de acceso a la universidad privada a aquellos uruguayos que así lo desean y merecen y no tienen el dinero para costearse la carrera.
Cientos de colegios privados —a los que concurren niños y adolescentes de la más diversa condición socio-económica, desde los que tienen todas las posibilidades hasta muchos que integran familias que hacen esfuerzos imaginables e inimaginables para que sus hijos tengan la mejor educación — dan un servicio público a lo largo y ancho del país que el Estado desertor uruguayo no da y que quienes lo gobiernan no tienen ni la convicción ni la fuerza ni la idoneidad como para garantizar que nuestros niños y jóvenes reciban una educación suficiente como para tener oportunidades en el futuro.
La educación para dirimir supremacía en la interna frenteamplista y como carrera por el otro en chavismo-kirchnerismo ha hecho un daño enorme al Uruguay y los uruguayos.
Creo, señor director, que la enorme mayoría de los uruguayos no comparte este camino al pensamiento único y la pérdida de oportunidades.
Se trata de doblar la apuesta.
Hay que ir por más estímulos fiscales a quienes financien proyectos de enseñanza de calidad que sean la locomotora del desarrollo de una educación —brindada por instituciones privadas e instituciones públicas— en las que el alumno sea el centro. Solo así el Uruguay volverá a ser un país integrado en el cual nuestros niños y jóvenes, nazcan donde nazcan, podrán tener oportunidades.
Atentamente,
Ramiro Guitérrez