• Cotizaciones
    martes 20 de mayo de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Azucena Berrutti, la primera ministra de Defensa, una cartera donde algunas mujeres vivían una situación “espantosa” y siguen relegadas

    En el libro Ministras (Aguilar, 2009) la periodista Blanca Rodríguez pintó a Azucena Berrutti en un solo párrafo: “Una ‘rigurosa’ jefe de las Fuerzas Armadas, que además de recorrer los mismos cuarteles que recorrió como ministra en democracia, los recorrió en dictadura defendiendo presos políticos” pero que le “preguntaba a su hijo cada mañana si él quería ir a la escuela, porque la educación es un acto de libertad”.

    No tenía auto, así que en 1971, cuando los derechos de las mujeres aún eran cosa de europeas, con su esposo decidieron ofrecer el garaje de su casa para poner un comité de base del Frente Amplio. 

    En medio de la dictadura, cuando no era fácil encontrar en quién confiar, consultó al cura Luis Pérez Aguirre y él le dijo: “Mirá, Azucena, cuando uno no tiene miedo de morirse no tiene miedo a nada”. 

    Muchos que la vieron este 4 de febrero en el acto de los 47 años del Frente, en Piriápolis, no dejaron de asombrarse de esa anciana de pelo blanco que ya pasó los 90 y sigue como referente ético, con lucidez y humor fino.

    Ella hizo los casi 100 kilómetros desde su apartamento en el Cordón para apoyar a Javier Miranda, a quien aprendió a apreciar con “las viejas” de Familiares cuando se reunían en un sótano lleno de ratas que les prestaba Serpaj, antes que la Intendencia, donde el nombre Berrutti imponía más respeto al personal que el de su hermano coronel en la Fuerza Aérea, ofreciera un apartamento en la calle Nicaragua.

    Al socialismo llegó por sus lecturas del semanario Marcha, que compraba cada viernes en el mismo quiosco, y, reflexión propia, porque su padre era herrerista y su madre colorada.

    El día que llego al sindicato municipal (Adeom) para afiliarse liso y llano le señalaron que el gremio no era cosa para mujeres. No se dejó convencer y como no se iba le dijeron: “Bueno, bueno, no aburra más”.

    La abogada, como muchas de su generación, no se reconoce feminista. 

    Sin embargo, el 2 de marzo de 2005, cuando llegó para tomar el mando en el Ministerio de Defensa a pedido de Tabaré Vázquez, percibió enseguida que las mujeres no la pasaban bien.

    “Había que hacer algo para el 8 de marzo y yo pensé que a estas mujeres no les serviría nada un discurso con palabras bonitas, así que dispuse feriado para ellas”, contó esta semana a Búsqueda. Ella dio la orden y enseguida llegaron los reclamos. “Ese día tendrán que empezarse el mate ustedes solos”, les dijo a los oficiales con su mejor tono.

    Los coroneles protestaron porque, sobre todo en el Hospital Militar, quedarían servicios sin cubrir. Ella cedió ante ese argumento y ordenó que en esos casos, el día libre quedara para otra ocasión.

    Las mujeres del ministerio, que venían a menudo a trabajar caminando o en bicicleta, también quedaron muy agradecidas cuando logró que, luego de negociaciones con Cutcsa, se cambiaran los vales de nafta para pagar el boleto del personal subalterno. Fue así que Berrutti recibió su primer gran ramo de flores de unas mujeres agradecidas.

    Los militares y el resto de los que se hacían llevar al trabajo en auto oficial no quedaron nada contentos porque suprimió  ese privilegio. “Yo voy a trabajar en ómnibus o en taxi, no hay motivo para usar los vehículos para eso”, les dijo.

    La austeridad de Berrutti no volvió a ser puesta en práctica, para alivio de funcionarios con chofer, en el Ministerio de Defensa y en muchas otras reparticiones del Estado.

    Algo parecido ocurrió con los 8 de marzo libres para las mujeres. El martes 6, el ministro Jorge Menéndez dispuso libre este día de la mujer desde la hora 12, con la particularidad de que “tiene carácter intransferible” y “por extrema necesidad de servicio” se cumplirá la totalidad de la jornada. El jerarca aprovechó para convocar a los hombres de la institución a lograr “la transformación de los estereotipos que estigmatizan a las mujeres”.

    Berrutti, exigente consigo misma tanto como con los demás, no había quedado conforme con las cosas que logró hacer en el ministerio para mejorar la situación de las mujeres. “Me molestaba la situación de las guardias los domingos, porque es notorio que las soldados estaban a cargo de las cosas de la casa y los hijos”.

    Tampoco quedó feliz con la situación “espantosa” de las marineras, muchas de las cuales vivían acoso en los barcos, como le denunció el esposo de una de ellas.

    Berrutti, que tenía como asesora a la abogada Ana González, quiso contar con una mujer como ayudante, pero le explicaron que no había ninguna que hubiera llegado a la jerarquía de coronel.

    En efecto, la presencia de las mujeres entre la oficialidad era en 2005 una cosa rara. La primera mujer oficial de la Armada, Valeria Sorrenti, ingresó en 2000 a la Escuela Naval y en la actualidad tiene la jerarquía de capitán de corbeta, que equivale a un grado inferior al de un coronel.

    Sorrenti pudo seguir la misma carrera de su padre e incluso obtener a menudo destinos embarcada hasta que quedo embarazada y pidió quedar en tierra.

    Cuando logró ingresar a la Escuela Naval descolocó a todos pero dice que la integración fue rápida y que el problema mayor fue adaptar los alojamientos.

    En 2018, las mujeres aún son una gran minoría entre los jefes de la fuerza: 10,6% de oficiales frente a 27,7% en el caso del personal subalterno.

    En la Fuerza Aérea la situación es algo más balanceada: 18% de la oficialidad es femenina. 

    La experiencia en el Ejército es más lenta: dos mayores están cursando para ascender al grado de teniente coronel y la cocina, la enfermería o las especialidades como medicina u odontología son el lugar más frecuente para ver mujeres vestidas de verde.

    Aunque Berrutti abandonó en 2008 el mando de las Fuerzas Armadas, Vázquez la volvió a convocar al año siguiente para una tarea no menos hercúlea: terminar el edificio del Sodre, que llevaba 31 años en veremos. Además de otro personal de confianza, la compañera de hierro tuvo el respaldo de José Wainer y de una arquitecta probada en grandes obras, la actual ministra de Vivienda, Eneida de León.