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La expectativa de vida de las personas en todo el mundo se ha ido incrementando progresivamente. Las formas de envejecer, sin embargo, no son todas iguales y en particular se diferencian cuando se compara la situación de hombres y mujeres. Los hombres suelen vivir menos años y las mujeres, más longevas, enfrentan una situación de desigualdad que se profundiza al llegar a la tercera edad.
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En Uruguay, según un análisis de las sociólogas uruguayas Sol Scavino y Rosario Aguirre, existen notorias brechas en aspectos tales como la jubilación, la actividad laboral, la dependencia económica o los ingresos personales. En el libro Vejeces de las mujeres. Desafíos para la igualdad de género y la justicia social en Uruguay, publicado a fines de marzo, las autoras plantean que, si bien Uruguay es uno de los países de América Latina con menos desigualdad, mayor esperanza de vida y más elevada “feminización” de la vejez, “las políticas públicas todavía no contemplan la discriminación por edad y las grandes diferencias entre hombres y mujeres, especialmente en lo que refiere a la seguridad social”.
Según datos analizados en el libro, las jubilaciones de las mujeres son significativamente menores que las de los varones: ganan en promedio $ 6.269 menos que ellos. A su vez, las mujeres representan el 75% entre quienes reciben los montos más bajos de jubilaciones (de $ 727 a $ 6.992). Inversamente, quienes reciben los mayores ingresos por jubilaciones (entre $ 41.262 y $ 198.000) son en su mayoría hombres (63,6% del total).
Al mismo tiempo, mientras que un 84% de los hombres declara cobrar jubilación, solo el 62,2% de las mujeres lo hace. Esa diferencia es fruto de una serie de discriminaciones que sufren las mujeres en el acceso y la permanencia en el mercado laboral, “así como en la sostenida feminización y familiarización del cuidado”, sostienen las autoras.
“La persistencia de una división sexual del trabajo hace que las mujeres sigan dedicándose de manera mayoritaria a las tareas domésticas y de cuidados por las cuales no se perciben ingresos u otro tipo de retribución material”, explican. Reflejo de eso es que las mujeres mayores que no perciben ingresos son cinco veces más que los varones, mientras que en la población total la brecha relativa muestra que las mujeres que no perciben ingresos propios son una vez y media más que los hombres.
Asimismo, el 8% de las mujeres de 65 años o más son consideradas inactivas por realizar “quehaceres del hogar”, mientras que en los hombres ese porcentaje es de 0,8%. Las personas que se ocupan de las tareas domésticas “carecen de todo tipo de protección social”, por lo que no perciben ingresos propios. De este modo, 22.185 mujeres que trabajan en el hogar se encuentran fuera del sistema de previsión social, frente a unos 1.500 varones. Las autoras sostienen que “las futuras generaciones de mujeres viejas seguramente disminuirán estos niveles de inactividad, según muestran los incrementos de las tasas de participación de las actuales mujeres mayores”.
Dificultades en el envejecimiento
La población uruguaya tiene en la actualidad una esperanza de vida de 73,6 años en el caso de los hombres y de 80,5 años en las mujeres. Si bien se evidencia que las mujeres son más longevas, esto no implica necesariamente que vivan mejor que los hombres. Según Scavino y Aguirre, “la actual generación de mujeres mayores transita una época inédita atravesadas por el desarrollo del movimiento feminista y la conquista de derechos, aunque siguen siendo invisibles como colectivo, soportando desigualdades y discriminaciones”.
Una de cada 10 mujeres declaró haber sufrido algún tipo de violencia física o psicológica en el ámbito familiar en el ultimo año, según una encuesta realizada en 2013. Sobre todo vinculada al maltrato emocional expresado en la ignorancia de su opinión, en el abandono, el aislamiento y las amenazas de echarlas de la casa. La proporción de mujeres que viven violencia aumenta entre la población más pobre.
En cuanto a la calidad de vida, el estudio sostiene que existe una serie de discriminaciones, violaciones de derechos y deterioro de la salud de las mujeres mayores “que se vincula con la posición desventajosa de las mujeres en la sociedad y con la aún precaria respuesta pública y social a su situación”. Es por eso que aunque las mujeres viven más, tienen menos años de esperanza de vida con buena salud, señala el estudio.