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    Breve fulgor de una tarde

    Perlas del cine italiano en QubitTV: Un día muy especial, de Ettore Scola

    Los créditos de la película aparecen de manera despojada —letras negras sobre fondo blanco— y en el más absoluto silencio. Cuando están terminando se escucha un silbato lejano. El volumen va en aumento y entonces aparece la imagen de un tren que arriba a una estación, mientras la voz de un locutor de noticiero explica que se trata de la visita de Adolf Hitler a Roma. Vemos primero la despedida del pueblo alemán y luego la llegada a Roma, donde lo reciben el rey de Italia, Vittorio Emmanuele III, el jefe de gobierno, Benito Mu­ssolini, y su yerno Galeazzo Ciano, canciller del reino. Revista de tropas, reunión en el Palacio del Quirinal y ofrenda floral al soldado desconocido. Es el 8 de mayo de 1938 y la voz del locutor anuncia que el “gran día” será mañana, con el desfile militar en homenaje al Führer, para el que se convoca a todo el pueblo.

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    A continuación, la imagen pasa del noticioso blanco y negro a la imagen del patio interior de un enorme edificio de apartamentos. Predomina el color sepia. En uno de los balcones, una vecina comienza a colgar una bandera; cuando esta se despliega, contrasta con el sepia el rojo, negro y blanco de la tela. Es la bandera nazi con la que la vecina adhiere a la visita del dictador alemán. No será la única. Minutos después, los romanos se volcarán a las calles a saludarlo a él y al Duce y a disfrutar del desfile militar.

    Así son los primeros minutos de Un día muy especial (Una giornata particolare, Italia 1977), el notable filme de Ettore Scola que puede verse en el portal QubitTV, y que entre otros premios se llevó el César francés a la Mejor película extranjera en 1977, el David de Donatello italiano a la Mejor dirección y al Mejor protagónico femenino (Sophia Loren) en 1978 y en el mismo año el Globo de Oro a la Mejor película extranjera.

    Con fotografía en Technicolor de Pasqualino De Santis, la mala calidad de la copia original hizo necesaria su restauración poco tiempo después de su estreno, y de esa imprescindible operación nació el muy disfrutable tono sepia con que se ve hoy, apenas alterado por unos pocos toques de color. La copia que se exhibe en QubitTV fue restaurada en 2003 por el Proyecto Cine de la Asociación Philip Morris en colaboración con Surf Film. El director de la tarea de restauración fue el célebre fotógrafo Giuseppe Rotunno.

    Volviendo al comienzo, la cámara recorre los distintos apartamentos del enorme complejo a través de las ventanas; se acerca lentamente a una de ellas e ingresa al pequeño apartamento donde viven Antonietta (Sophia Loren), Emmanuele (John Vernon) y sus seis hijos. Son las seis de la mañana, Antonietta está planchando un uniforme, luego despierta uno por uno a su marido y a sus hijos, le lleva a su marido un café a la cama, ayuda a vestirse a los más pequeños, prepara el desayuno. Emmanuele es un alto oficial fascista, hombre vulgar y autoritario que engaña a su mujer y comparte revistas pornográficas con su hijo varón adolescente. Después de desayunar, padre e hijos parten para el desfile. Desde lo alto la cámara muestra cómo el enorme edificio se va vaciando de habitantes, que corren hacia las calles para no perderse nada.

    Antonietta queda sola en su casa y se enfrenta con desgano y resignación a ordenar el barullo que dejó la estampida familiar. Un hecho casual y gracioso hace que ella deba recurrir a la ayuda de Gabriele (Marcello Mastroianni), un vecino a quien no conoce, y comience así una charla con él primero en su casa, luego en la suya. Las charlas transcurren durante esa tarde tan particular del encuentro entre los dos dictadores y con el permanente telón sonoro de fondo de la cadena radial, desde la que un locutor enfervorizado transmite el acto. Aparentemente son los únicos de todo el complejo que no fueron al desfile, y ese es el primer dato de una empatía recíproca creciente que no naufraga ni cuando ella profesa su fe fascista y su admiración por el Duce, ni cuando él confiesa que lo acaban de despedir de su trabajo en una radio del Estado y lo van a deportar por ser homosexual. Ambos se irán enfrascando en graciosas discusiones y emocionantes confidencias, en una suerte de búsqueda mutua del otro, y desembocan así en una rara escena de amor que solo dos talentos actorales como el de Loren y Mastroianni pueden resolver de manera tan convincente. De punta a punta los dos brillan como intérpretes, en especial ella en un papel de mayor compromiso, como esa mujer marchita cuyo matrimonio supone una oscura relación entre fascismo, machismo y sexualidad. La imposible y efímera relación con Gabriele enciende su ilusión de mujer por última vez, para volverse a apagar cuando el día termina.

    Algunos detalles más enriquecen la historia de esta película. En el papel de María Luisa, hija quinceañera de Antonietta, actúa Alessandra Mussolini, nieta de Benito y además sobrina de Sofía Loren, pues una hermana de esta se casó con Romano Mussolini, hijo del dictador. El director Ettore Scola desestimó al principio que Loren asumiera el rol principal; decía que era una actriz demasiado bonita para hacer el papel de Antonietta. Afortunadamente, la pulseada la ganó Carlo Ponti, productor de la película y marido de Loren.