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En contraste con el dorado y las luces brillantes del Punta Carretas Shopping, un conjunto de vitrinas discretas casi parece que pidieran permiso para despertar la atención de quienes pasan distraídos por al lado y se sienten llamados a curiosear, como un abuelo con su nieta, que le explica que con un caballo de madera como ese mismo que se ve ahí, jugaba él de chico. O una mujer joven vestida con ropas de oficina que comenta, emocionada, que su papá tenía un autito de lata como el expuesto y cuenta que el hombre lo restauró para que su nieto pudiera usarlo ahora.
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La conexión afectiva y el descubrimiento de cosas distantes de la monótona y abaratada industria del juguete chino, hacen que quienes miran lo expuesto exclamen enseguida: “¡Mirá qué lindo!”. La muestra Juguetes antiguos, ubicada en el primer nivel del centro comercial, se montó para celebrar el Día del Niño, y se puede visitar todos los días de 10 a 22 horas hasta el próximo domingo 16.
Son 250 piezas únicas que incluyen algunas especiales, como el auto de carreras de Meteoro, el muñeco del Llanero Solitario con unos impresionantes ojos grandes y fijos, el Pájaro Loco, Mickey y Donald y la familia Telerín en títeres que tienen la cara de goma y el cuerpo de tela, y el Topo Gigio aún en su bolsa plástica con la tipografía de antaño, que conviven con los héroes históricos de varias generaciones, como Batman y Superman.
El conjunto de juguetes reunidos para esta exposición es una pequeña parte del acervo total del coleccionista Eduardo Balduccio, un hombre que comenzó juntando autitos Matchbox cuando era niño y no ha parado hasta el día de hoy, cuando a los 56 años continúa la búsqueda de piezas únicas, sobre todo en sitios especializados en Internet. En total, Balduccio lleva 31 años dedicado a esta pasión, que ha superado en intensidad a otras colecciones que lo obsesionaron, como las de monedas, figuritas y sellos postales.
No solo ha conseguido 20.000 juguetes, también le gusta reciclarlos y buscarles la vuelta para que queden en mejor estado. De la totalidad, solo 10.000 se encuentran distribuidos prolijamente en vitrinas; la otra mitad descansa guardada en cajas en alguno de los territorios de Balduccio: su casa o la oficina donde trabaja diariamente. La pieza más valiosa de las expuestas es un Ford del 36, un auto norteamericano a pedal que brilla con su pintura azul y roja a nuevo: su dueño lo mandó pintar a horno.
“En una Navidad me regalaron cuatro autitos Matchbox y desde ahí quise tener más. Para eso juntaba dinero e iba al supermercado Mendizábal, que estaba al lado de la Tienda Inglesa, y compraba uno por mes. Coleccioné varias cosas, pero fue por poco tiempo. En cambio, la pasión por el juguete, me llevó 31 años”.
En la exposición de Punta Carretas llama la atención la abundancia de juguetes nacionales o argentinos. Es que a Balduccio le gusta conseguir los que se fabricaban por acá, ya que las personas que los aprecian enseguida los identifican como una parte de su historia infantil. El coleccionista empezó consiguiendo artículos fabricados en lata, a los que se agregaron los de madera y finalmente los de plástico de industria nacional, fabricados por Nibo Plast. Sin embargo, Balduccio prefiere por lejos los juguetes de lata litografiada en varios colores.
La colección incluye un juego de lata de gran tamaño que es un camping de origen alemán: cuando los autitos funcionan, se va moviendo el camping entero. Hay también una sillita para muñecas de la marca uruguaya Coloso, una muñeca uruguaya de la firma Farina y una típica casa de muñecas norteamericana de plástico, con el techo a dos aguas.
Balduccio reconoció que actualmente es difícil conseguir juguetes valiosos de décadas del siglo XX que sí estaban más disponibles hace 10 años. “Hoy todo es chino, a lo que se suma que muchos juguetes se fueron de acá para el exterior. Los que rescaté durante 31 años los tengo bien guardados: nunca vendí ni uno. Porque mi pasión es seguir comprando, seguir con la búsqueda”. Balduccio comentó que compró la mayoría de los artículos en ferias, en remates y a través de Internet, y que incluso consiguió algunos en el exterior.
Además de máquinas de coser Singer a pequeña escala, rojas o negras, que hasta tienen el carrete de hilo agregado, hay muñecas que marcaron una época, como las Duquesita y las Nicoletta. Un par de carteles de publicidad de la década de 1960 las ofrecen de esta manera: “Admire aquí la nueva Jamaicana” y “Nicoletta 65”. Y otro de 1946: “Aquí está Duquesita, la muñeca más bonita”.
Como siempre, las muñecas, las máquinas de coser y los juegos de té y cocina para las nenas. Y para los nenes los medios de transporte. Así, hay varias locomotoras, algunos aviones como uno japonés de SAS: líneas aéreas Scandinavian, y un ómnibus de la ONDA (Organización Nacional de Autobuses SA), que hacía viajes interdepartamentales y cerró a principios de los 90. El bus es de los años 60 y fue fabricado por Nibo Plast. Otra pieza grande es el Fuerte Apache, con vaqueros, indios y la carreta de plástico. También en lata de fabricación nacional está el auto de Policía de la metalúrgica Julio Fornaro.
Esta no es la primera vez que Balduccio expone. Ya había montado dos muestras en el Museo del Gaucho y la Moneda, en 18 de Julio y Julio Herrera y Obes, y en el Molino de Pérez, sobre la Rambla. Por otra parte, Diego Lascano publicó Juguetes uruguayos: 1910-1960, libro que emplea imágenes de esta colección privada y funciona como un buen catálogo de juguetes.
El máximo deseo de Balduccio es crear un museo, que podría funcionar con apoyo del Estado. Hizo gestiones ante la Intendencia de Montevideo y el Ministerio de Educación y Cultura, pero hasta el momento no tuvieron eco.