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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“¿Por qué no se juntan?”. Escucho esta pregunta desde que inicié mi militancia política en 1980; tiene muchas y buenas respuestas, que durante décadas repetí con convicción y sin vacilaciones. Sin perjuicio de ello, en 1996, la dirigencia de los PP.TT. propició la reforma constitucional que estableció el balotaje, que impone a los ciudadanos “juntarse” en segunda vuelta para elegir presidente si en primera ningún candidato alcanza la mayoría absoluta. Concebida cuando las preferencias partidarias estaban divididas en tercios, la solución, empero, se demostró perjudicial para los PP.TT. En efecto, según la inequívoca evidencia acumulada desde entonces, para un porcentaje de votantes no alcanza la familiaridad ideológica, ni es cierto que en primera se vota con el corazón y en segunda con la razón, sino que prevalecen otras lógicas, en virtud de las cuales la oposición al Frente Amplio, entre octubre y noviembre, perdió votos, siempre. ¡Perdimos hasta cuando ganamos! En 1999, el primer balotaje, del que resultó presidente Jorge Batlle, las fuerzas después opositoras perdimos 6 puntos entre primera y segunda vuelta; en 2009 volvimos a perder 6 puntos; en 2014, la pérdida fue de 9 puntos. El balotaje, pues, nunca alcanzó para juntar a toda la oposición. ¿Por qué habría de alcanzar el año que viene? ¿Qué será tan distinto a la elección pasada? ¿Los candidatos? ¿Las propuestas? ¿Las campañas? Nada será tan distinto. ¿Que el Frente Amplio y el gobierno están en su peor momento? Falta un año y sobran recursos. ¿Que la gente quiere un cambio? ¿Cuánta gente? ¿Y si no alcanza? Esta última, creo, es la cuestión. Algunos pensamos que la perspectiva de un cuarto gobierno frenteamplista es tan ominosa, que impone un esfuerzo extraordinario de la dirigencia política opositora para “asegurar el tiro”. El balotaje fue concebido para juntarse, pero no alcanzó, según está probado y comprobado. Es menester, entonces, explorar mecanismos complementarios a ese fin. La práctica unanimidad de los dirigentes de la oposición se ha manifestado favorable a una coalición para gobernar. Pero para gobernar antes hay que ganar. Y para ganar, es menester juntarse en una coalición temprana, estratégica, programática y electoral, que nos permita llegar a octubre con una fórmula multipartidaria común, evitándoles a los votantes el gesto contra natura de votar a un candidato y partido que no es el propio, y que hasta ayer era adversario excluyente. Coalición no es fusión. Yo soy colorado y no quiero ser blanco, rosado, ni verde. Juntos pero no entreverados, eso es coalición. El que no lo entienda que mire al Frente Amplio, donde, después de casi 50 años, los bolches no dejaron de ser bolches, los tupas no dejaron de ser tupas, los latas no dejaron de ser latas, y así la treintena de partidos y partidúsculos que conforman la coalición oficialista. Armar una coalición opositora temprana e integral no asegura la victoria; pero no armarla, y repetir la presentación electoral de los últimos 15 años (¿cuántas veces hay que perder para cambiar?), sugiere una nueva derrota.
Miguel Manzi