En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Está en cartel la dupla con la que Teatro Alianza batallará en el segundo semestre por la preferencia de un público que se mueve en un circuito reducido —Alianza, Anglo, Del Centro, eventualmente Movie, y en contadas ocasiones la Comedia Nacional— sobre propuestas de factura clásica, por lo general de autores del hemisferio norte consagrados, cuando no canónicos, como en este caso: Escenas de la vida conyugal, del maestro sueco Ingmar Bergman, triple ganador del Oscar a la mejor película extranjera, y Encadenados, de Eugene O’Neill, peso pesado del teatro norteamericano, Nobel de Literaura y cuatro veces Pulitzer.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Dirigen dos veteranos de la escena montevideana: Álvaro Ahunchain la de Bergman y Alfredo Goldstein la de O’Neill. Las comparaciones suelen ser discutibles. Pero además de compartir las mismas coordenadas espacio-temporales, estas dos obras presentan las suficientes semejanzas en la forma y contrastes en el fondo, como para imponer el ejercicio.
Los dos elencos cuentan con figuras locales consagradas: un dream team de entrecasa en la de Bergman y un reparto bastante más desparejo en talento y oficio en la de O’Neill. Ambas son actuadas por dos parejas de actores que ilustran el conflicto vital entre hombre y mujer, ya sean extraños, novios, esposos o amantes.
La ambientación no difiere demasiado en una y otra sala: un mueble multiuso que es sofá de día y cama de noche, un par de sillas o cubos versátiles que sirven tanto de asiento como de mesa de luz. La de Goldstein algo más despojada que la de Ahunchain, que agrega un barcito con bebidas de utilería en el fondo, pero ambas padecen de similares dificultades operativas con telas, acolchados, almohadones y crujidos de mala madera. En una entra un utilero cada 15 minutos a reordenar la escena para el cuadro siguiente, lo cual distorsiona, distrae, dispara rumores, hace ruido... molesta. Pero en la otra la acción fluye dinámica y armónica, y la química encuentra los catalizadores precisos para generar emociones justas y necesarias.
En la Sala Dos, los actores no logran hacer creíbles las discusiones, los crescendos resultan forzados y demasiado ampulosos, y las escenas de escarceos sexuales están a años luz del planeta sensualidad; especialmente las de Susana Groisman y Walter Rey, que más bien parecen la reconstrucción de un atraco callejero. En la China Zorrilla, Gabriela Iribarren y Ariel Caldarelli esparcen hormonas por toda la sala. Mantienen extensos e intensos duelos que transitan empatía, seducción, pasión, dominación, manipulación, frustración, furia y hasta violencia física explícita.
La de Goldstein es una dirección errática, falta de línea conceptual clara, que deja librada la acción al estilo interpretativo de cada intérprete. Diego Rovira y Andrea Vila hacen lo que pueden. En tanto, Groisman y Rey parecen transitar en piloto automático. Eso sí, con los ojos bien abiertos, el rostro hipertensado y la voz declamada como si estuviesen en el Salón de los Pasos Perdidos y no en una caja negra de ocho por ocho por tres metros. No hace falta hablar así en estos días.
Al lado, Ahunchain logra que Álvaro Armand Ugón y María Mendive muten como camaleones entre varios roles de reparto y encuentren una huella única pero coherente para cada uno. Iribarren y Caldarelli honran a Liv Ullmann y Erland Josephson con un notable recital de actuación: hablan, discuten y susurran con la misma naturalidad que en su casa. Y eso se agradece en estos días.
Finalmente, queda claro que la de Eugene, bastante autobiográfica y habitada por personajes muy chiquitos, gente de teatro que no puede estar junta y tampoco separada, es de lo menos interesante que hizo, en las antípodas de “Viaje de un largo día hacia la noche”.
En cambio, esta genuina muestra del Ingmar más teatral, aborda el vínculo de pareja con cabalidad y profundidad lapidarias, desnuda a estos “analfabetos emocionales” —así los define— y arroja al rostro del espectador mil cabos de identificación, un millón de reflejos en ese espejo opaco.
Eso es precisamente lo mejor de Escenas... De Encadenados solo se agradece su brevedad.
“Encadenados” de Eugene O’Neill. Sala Dos Versión: Cristina Landó. Dirección: Alfredo Goldstein. Duración: una hora.
“Escenas de la vida conyugal”, de Ingmar Bergman. Sala China Zorrilla. Versión y dirección: Álvaro Ahunchain. Duración: dos horas.
Teatro Alianza (Paraguay 1217, tel. 2908 1953). Viernes y sábados, 21.30 horas; domingos, 19.30. Entradas: $ 300 (Red UTS y boletería).