—Tanto un empresario como un político tienen el rol de ser emprendedores. En Argentina, siento que hoy estamos con un optimismo razonable, aunque tenemos mucho para recuperar.
En general, la dirigencia, no solo empresarial y política, la sindical, eclesiástica, está más atrasada que la sociedad. La sociedad está demandando de los políticos y empresarios que se pongan a la altura de los acontecimientos y no que sean “centros de poder” donde se anuncia el cambio, pero para que nada cambie. Eso hace que (la imagen) se devalúe frente a la mirada de la gente.
Las discusiones en política están un poco demodé y las generaciones jóvenes quieren escuchar un debate más enriquecedor. En nuestros países la política tiene que volver a dar certezas. Una de las demandas más fuertes de la sociedad es que la certeza de progreso no tiene que ver con el esfuerzo, sino que —a veces— tiene que ver con la suerte.
—¿Hoy es más fácil progresar y hacer negocios en Argentina?
—Los cambios son muy positivos y hacer negocios para ser honesto no es fácil en cualquier país del mundo —me gustaría encontrar uno—, pero las complicaciones se están resolviendo. Hay una mirada más proactiva, de que sea un win-win entre el empleado y el empleador. Hay en Argentina y del mundo para con Argentina, una mirada mucho más positiva.
'Tanto un empresario como un político tienen el rol de ser emprendedores. En Argentina, siento que hoy estamos con un optimismo razonable, aunque tenemos mucho para recuperar'.
Admiro mucho a Uruguay, que es un país investment grade, que está muy bien visto porque a su ritmo es estable. En Argentina a veces aceleramos a 300 kilómetros por hora y, a veces, ponemos marcha atrás. La estabilidad de Uruguay me cautiva mucho.
—¿Coincide con el “gradualismo” que el gobierno de Macri está imprimiendo a través de las reformas?
—Siento que en Argentina tenemos muchas décadas de decadencia. El dato más preocupante es que el 50% de nuestros pibes no termina la secundaria y, entre los que la terminan, la mitad cree que perdió el tiempo.
El cambio es gradual, porque no se puede hacer de la noche a la mañana; puedo tratar de sacar una reforma tributaria en un par de meses, pero resolver el atraso en la educación nos va a llevar 20 años. Nos pasa lo mismo con la salud pública, el sistema previsional. Hay cuestiones estructurales.
Creo que Macri va a terminar el mandato y es muy probable que sea reelecto, porque los procesos llevan tiempo y cuatro años es poco. Estoy convencido de que los cambios que está proponiendo e implementando van a dar resultados. Acá es toda la dirigencia, sindical, empresaria, eclesiástica, y las distintas corrientes culturales que deben ponerse de acuerdo en cuatro o cinco cosas básicas —como hicieron los españoles con el pacto de la Moncloa—: educación, salud, seguridad, independencia de la Justicia, la certeza de que si te esforzás, progresás.
—Los empresarios uruguayos se quejan de los altos costos y problemas de rentabilidad ¿Cómo ve el clima de negocios aquí?
—Hay una condición de país que me parece muy respetable. No veo complejo el poder sindical; sé que se discutirán salarios este año.
Donde hay quejas, en todo eso, veo una enorme oportunidad, porque si los costos son altos voy a trabajar para bajarlos. Y si los márgenes son bajos, voy a trabajar para ser más productivo y lograr que mejoren.
—Si cambiara el partido de gobierno, ¿pensaría igual?
—Mi abuelo llegó a Uruguay en 1956 y abrió el primer local de Ta-Ta en 18 de julio 880; yo nací en 1953. Muchas veces hemos escuchado de cambios de gobierno, pero Uruguay es un país estable, que da la tranquilidad de que no va a haber bandazos para un lado o para otro. No tengo ninguna preocupación sobre el rumbo político.
'Admiro mucho a Uruguay, que es un país investment grade, que está muy bien visto porque a su ritmo es estable. En Argentina a veces aceleramos a 300 kilómetros por hora y, a veces, ponemos marcha atrás. La estabilidad de Uruguay me cautiva mucho'.
Aspiramos en las distintas compañías a ser no solo los mejores, sino los más grandes. No estamos acá para pasar un verano, estamos hace muchos años y vamos a seguir estando por muchos más.
—Semanas atrás el gobierno anunció más incentivos a la inversión. ¿Los podrá aprovechar a pesar de ser un mercado chico?
—No creemos que Uruguay sea un mercado chico. Los incentivos los hemos usado para nuestro centro de distribución y han funcionado muy bien. El gobierno ha sido nuestro socio, hemos cumplido ambos con plazos y resultados. No es una limitación el status quo de Uruguay, en términos de invertir. Terminamos de comprar San Roque hace poco y Multiahorro, hemos invertido más de US$ 300 millones en los últimos 10 años.
En la región estamos invirtiendo más de US$ 150 millones este año y en Uruguay aproximadamente US$ 50 millones.
—¿Cuáles son los planes de expansión en el país?
—Hemos llamado a una convención de nuestros socios, que son los proveedores. Nos hemos propuesto bajar el costo de vida en Uruguay.
Estamos poblando nuestros negocios de tecnología, para ser más eficientes, tener más información, tomar más decisiones y vamos a crecer mucho en Ta-Ta. Acá no voy a decir ni cómo ni cuándo, pero el que calla otorga… Nos interesa mucho el crecimiento de San Roque, hay mucho por hacer a escala nacional, hay un competidor muy fuerte (Farmashop). Queremos tener una buena competencia, leal.
BAS ha irrumpido en el mundo textil con mucha fuerza: está cumpliendo sus primeros dos años y vamos para los veintitantos locales.
—¿San Roque se instalará en los supermercados Ta-Ta?
—Hay una sinergia indudable y lo estamos pensando. Hay mucha eficiencia que redundará en un menor costo de los medicamentos para la población. Cuando decimos bajar el costo de vida, eso también abarca un antibiótico o un jarabe.
—Es un sector muy regulado y tiene un límite para crecer…
—Sí, pero estamos llegando a la mitad del límite, que son ciento y pico de farmacias. Estamos llegando a las 50, tenemos mucho por crecer. Pero no es solo tener más locales sino ver cómo las distribuimos mejor, la logística que hay detrás.
—Con aumentos de salarios acotados, inflación en torno a 7% y la confianza del consumidor oscilante, apostará a bajar el precio de los productos para vender más. ¿Cómo piensa hacerlo?
—Lo primero es mirar nuestros procesos, dónde podemos buscar un centavo de ahorro, en cada rincón de la compañía: transportar más económicamente, trabajar con stocks adecuados, tener mejor calidad de información, ser muy eficaces.
Estamos pidiéndoles a los proveedores que nos ayuden: ellos ponen una parte y nosotros la otra, una asociación lícita y démoselo al consumidor. Esa es la estrategia.
'Uruguay tiene un tipo de cambio correcto, que permite exportar e importar, con la condición particular de estar rodeado de Brasil y Argentina, que no son los más prolijos del planeta'.
Todas las familias de productos tienen rebaja —los juguetes, las harinas, los fideos— y una meta de reducción porcentual en el precio final. Si eso significa ceder algo de nuestro margen, lo vamos a hacer. Este propósito de bajar el costo de vida no es un slogan.
No lo queremos hacer solos y si las demás cadenas se suman, en buena hora. Porque entonces va a haber más consumo, más producción, más empleo, más crecimiento. Nadie puede salir perdiendo.
—¿El actual nivel del tipo de cambio le favorece para desarrollar su estrategia?
— Uruguay tiene un tipo de cambio correcto, que permite exportar e importar, con la condición particular de estar rodeado de Brasil y Argentina, que no son los más prolijos del planeta.
—¿Qué le preocupa de Uruguay?
—Me preocupan mucho Brasil y Argentina. Pero ustedes han sabido tener un equilibrio justo entre dos países que no siempre están muy bien organizados.
Mi principal preocupación es que el ritmo que le imprimamos a la empresa sea acompañado por nuestros colaboradores y comprendido y acompañado por nuestros consumidores. Y que los competidores no sientan que los estamos atacando. Esto no es una batalla de matar o morir sino en el sentido de: “compitamos para ser mejores”.
—¿Es una guerra de precios?
—No, no queremos una guerra de precios, queremos una competencia feroz en términos de ser más eficaces. Feroz es feroz, no es una guerra.
?? “Vergüenza” por Balcedo