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Un pibe escapado de Woodstock en las calles de Montevideo. Un músico que en sus 48 años de vida compuso más de 400 canciones, grabó un solo álbum en estudio pero no publicó ningún disco (lo publicó su hija mayor, un año después de su muerte). Un adicto a la composición que no tenía tiempo ni energía para procesar esas grabaciones ni dedicarse a ser un músico profesional porque, literalmente, pasaba todo el tiempo componiendo y cuando no componía era porque estaba tocando en algún lado. Un tipo que hizo canciones porque “no podía parar de hacerlas” y pensaba: “Voy a estar en Júpiter y ustedes van a ir recién por ese tema”. Un padre que le dejó a su hija un montón tan grande de material grabado en forma casera, que ella hace más de diez años que se dedica a publicar esa herencia y lleva diez discos editados, la gran mayoría en forma libre, en un sitio web. Un paciente que en sus varias internaciones por la diabetes, que finalmente se lo llevó, siguió componiendo temas en su cama de hospital, de donde se escapó varias veces para ir a ensayar con sus músicos. El artista tan talentoso y creativo como hiperactivo, capaz de hacer canciones en clave de jazz, blues, rock, reggae, tango, milonga, candombe, chacarera o bossa nova, para quien componer con su guitarra, teclado, mandolina o con su armónica, era un acto “instintivo” e “inevitable”.
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Todo eso y muchas cosas más es Gustavo Pena, el músico que en un acto tan honesto como arrogante, se bautizó Príncipe. El cantautor montevideano nacido el 2 de diciembre de 1955 y fallecido el 13 de mayo de 2004, cuya increíble existencia reconstruye el documental Espíritu inquieto, que se estrena hoy jueves 5 en la sala B del Sodre. Dirigido por Matías Guerreros y Eli-U Pena, la hija del Príncipe, este filme de 85 minutos es el fruto de casi diez años de trabajo, a partir de cientos de horas de filmaciones caseras en VHS realizadas por el propio Pena o sus familiares íntimos, digitalizadas por su hija durante muchos años de trabajo.
Ninguno de los dos directores tenían experiencia en el campo audiovisual. Ella se encargó de seleccionar las músicas y los entrevistados, y definió el énfasis artístico de este retrato, que preserva los aspectos más íntimos o privados de la personalidad del personaje. En tanto, Guerreros se encargó de la parte más periodística, es decir la realización de una treintena de entrevistas a músicos, amigos, colegas y familiares del Príncipe. Entre tantos, aparecen los músicos Fabián Pietrafesa, Alberto Wolf, Martín Morón, Martín Buscaglia, Nicolás Davis, Herman Klang y la propia Eli-U. También hablan actores teatrales como Till Silva y Adriana Lagomarsino, quien cuenta cómo era ser hippie en Montevideo de los años 70 y 80, en plena dictadura. “Armábamos unos finitos de este tamaño”, cuenta mientras muestra un palito del calibre de un escarbadientes. Silva lo describe como un “Principito”, “un verdadero poeta, que estaba por fuera de todo”, incluso en años de gobierno militar, lo que también le valió algunas críticas. “Son unos imbéciles de la cabeza, están más locos que yo”, les responde Pena en una de las tantas tomas que registran algunos reportajes caseros.
Con la participación en el montaje de Guillermo Madeiro, uno de los directores de Clever y El campeón del mundo, el filme ofrece un óptimo ensamblaje entre los testimonios y las imágenes que ilustran ese episodio aludido. A través de unas cuantas escenas netamente musicales, se refleja en modo por demás ilustrativo del poder poético de las letras de grandes canciones del Príncipe, como Imaginando buenas, Beibi, Para ver las estrellas, Pensamiento de caracol o Mandolín, su preciosa y más conocida balada: Tiene una mirada / ebria de emociones y poesía / bajo un cielo claro de un pueblito por ahí / un mundo imaginario / hecho de ilusiones coloridas / y el amor monta en su caballo y es feliz.
Hay documentos formidables como las caóticas zapadas que duraban madrugadas enteras, filmadas durante la grabación de La fuente de la juventud, en los estudios Panda de Buenos Aires. “A él le gustaba un poco el caos en el escenario”, dice uno de sus amigos mientras cuenta que se ensayaba durante horas y horas no para hacer lo mismo en escena sino para lograr un grado de conocimiento entre los músicos que después le permitiera lanzarse al vacío de lo impredecible. Acto seguido se ve una larga toma de un toque al atardecer, en la playa del Cabo Polonio, a mediados de los 90, con el Príncipe en guitarra eléctrica, Martín Muguerza en batería y Carlos Pla (Abuela Coca) en bajo, rodeados de cajones de fruta. La maravilla que allí sucede no se puede expresar con palabras. Solo por esos minutos ya vale la pena ver Espíritu inquieto.
Así, capa sobre capa, toma sobre toma, se va armando este recorrido por las diferentes épocas y proyectos musicales que integró Pena, desde Autobombo a Buraco Incivilizado —nombre surgido de los años en que vivió en Brasil, en la década de los 90—, pasando por Amigotez, el dúo que formó junto a Nicolás Davis, o La Rana Raraka, junto a Muguerza y Pla. “No soy consecuente. Cuando estoy convencido de que me quedo, ya me fui”, dice Pena. “Sintió que tenía una misión en este mundo y se abocó por completo a ella. Esto lo llevó a vivir una vida al extremo”, dice su hija. La síntesis de ambos conceptos lo pintan de cuerpo entero.
Eli-U, nombre que su padre eligió producto de “una visión”, ha dedicado la última década a publicar una decena de discos en la página web imaginandobuenas.com.uy, y que ha hecho de Príncipe un músico de culto en la región, especialmente en Argentina, donde sus canciones son interpretadas por incontables músicos.
Sobre el final, jaqueado por una diabetes que no tenía tiempo ni ganas de combatir, entregó a otro de sus amigos un paquete de partituras con decenas de nuevas canciones. “Siento que me queda poquito, por eso estoy apurado”. En uno de los tantos trazos agridulces que ilustran la contradicción vital que acompañó al Príncipe durante toda su vida, dice Martín Morón: “Fue un poeta. Estuvo siempre conectado y vivió en fragilidad total. Venía a verte contento, te decía que no había comido en horas, pero tenía un tema recién hecho”.