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    Contexto macro “no es dramático” pero hay signos “preocupantes”

    Se presenta un “cóctel que, si las cosas empeoran un poco más, el impacto negativo puede ser más importante”, dijo Nicolás Herrera, socio del estudio Guyer & Regules y ex subsecretario de Economía

    Cuando reciben consultas de potenciales inversores del exterior, en Guyer & Regules siguen diciendo lo mismo: Uruguay es un país “creíble”. Pero últimamente, los expertos de ese estudio —distinguido recientemente como mejor firma de Uruguay en 2013 por la publicación Chambers & Partners— empezaron a matizar el mensaje, porque “con un desmejoramiento macroeconómico, con una carga tributaria muy alta, con dificultades de competitividad, con rigideces laborales y amenazas de subas de impuestos, las señales son preocupantes”, dijo a Búsqueda uno de sus socios, el abogado Nicolás Herrera.

    “Ninguna de estas cosas destruye la imagen de Uruguay”, agregó Herrera, quien fue subsecretario de Economía y Finanzas al inicio del último gobierno del Partido Nacional (1990-1995). Pero alertó: “Las cosas pueden ir desmejorando de a poco, sin darse cuenta, y un día simplemente advertir que hemos desmejorado sustancialmente”.

    A continuación, una síntesis de la entrevista.

    —¿Cómo ve la coyuntura macroeconómica?

    —La situación macro del Uruguay ya no es tan excelente. Esto no quiere decir que sea mala: seguir creciendo a tasas de 3,5% o 4% es algo bueno, pero la desaceleración es importante y por lo tanto las expectativas tienen que alinearse con este nuevo escenario. Más aún: si hubiera sobresaltos en la economía mundial, los niveles de crecimiento podrían ser realmente bajos y ya más peligrosos. También, porque el gasto público sigue siendo extremadamente alto y hay rigideces laborales que impiden a las empresas hacer ajustes, de ser necesarios. La inflación es claramente preocupante porque nos habíamos olvidado de los registros de dos dígitos. Ya lo hemos vivido: la inflación relativamente alta genera indexaciones en salarios y tarifas que después son muy difíciles de desactivar cuando la inflación baja. De ahí que los acuerdos salariales deben ser muy cuidadosos. El contexto macro no es dramático, no es malo, pero para algunas empresas empieza a ser preocupante.

    —¿Esto afecta la disposición de las empresas a invertir?

    —Uruguay desde afuera es percibido como creíble. Eso es positivo y es lo que seguimos defendiendo quienes recibimos permanentemente a inversores extranjeros. Pero hoy estamos teniendo que decirles a los potenciales inversores más cosas de las que les decíamos hace un tiempo. En la parte micro estamos viendo un desmejoramiento paulatino, no dramático, pero en una dirección incorrecta. La rigidez laboral, los corporativismos —y, de algún modo, un ejemplo es que toda la sociedad deba financiar el proyecto de un grupo de ex empleados de Pluna para abrir una aerolínea con 100% de garantía del Estado— y los excesos sindicales, son algunos problemas.Desde el lado del Estado de Derecho hemos visto leyes apresuradas, con problemas de inconstitucionalidades y permanentes amagues de cambio de reglas de juego en materia tributaria, todo lo cual conspira contra la certeza que un inversor debe tener en el mediano plazo. Si bien ahora aparentemente no se van a aumentar impuestos, no sabemos si esto puede ocurrir más adelante: nunca en Uruguay llegamos a poder decir que las reglas de juego se van a mantener en el mediano plazo. Y ahora, con un desmejoramiento macroeconómico, estas señales son preocupantes. Ninguna de estas cosas destruye la imagen de Uruguay. Pero como dice una inscripción en el monumento a los caídos en la Guerra de Corea: “Freedom is not free” (la libertad no es gratis). Las cosas pueden ir desmejorando de a poco, sin darse cuenta, y un día simplemente advertir que hemos desmejorado sustancialmente. Las cámaras empresariales por primera vez estuvieron unidas en expresar una preocupación profunda por algunas cosas que van más allá que lo coyuntural y creo que en parte tienen razón.

    —Esa postura empresarial irritó al gobierno y, por ejemplo, el subdirector de Planeamiento y Presupuesto señaló que hay una “escenificación de que corren tiempos difíciles”.

    —Hay juegos políticos y de intereses. Estamos en medio de las negociaciones salariales más difíciles de los últimos tiempos, ya que se dan en un momento de enlentecimiento económico. Sacando todo lo político que pueda haber de los dos lados, claramente hay señales de preocupación. Y no hay duda que la fortaleza sindical, apoyada y defendida por este gobierno, hace mucho más difícil las negociaciones para los empresarios. No creo que se pueda responder a las cámaras simplemente diciéndoles: “están exagerando”. Tienen fundamentos. Y ciertamente hay un escenario diferente.

    —¿Qué efectos concretos puede tener este nuevo escenario que describe en el clima de negocios?

    —Los inversores toman nota. Eso puede, por ejemplo, hacer bajar el precio de una empresa que quieren comprar. Eso puede, si no disuadir de una inversión, sí encararla de otra forma. O puede simplemente no ser relevante; depende del caso a caso. No soy tremendista: lo que está habiendo es un enlentecimiento económico y eso no quiere decir que la inversión se corte y que Uruguay se estanque o retroceda. Pero se presenta un cóctel que, si las cosas empeoran un poco más, el impacto negativo puede ser más importante.

    —Se refirió al concepto de la libertad. ¿Qué opina de la “ley de medios” que trata el Parlamento?

    —Es un proyecto desgraciado y realmente mal orientado. Una cosa es tratar de establecer reglas claras para la venta o la autorización de bienes públicos como son los espacios audiovisuales o radiales, y nadie puede estar en desacuerdo con que se asignen con transparencia. Todo lo demás en esta ley es conceptualmente una inaceptable invasión de la libertad. Hemos vivido hasta hoy sin esas restricciones y no nos hemos quejado nunca de las libertades que recuperamos desde 1985. En esta ley hay fuezas corporativas en pro de producciones audiovisuales nacionales; es lo mismo que se nos quiera obligar a comprar autos fabricados en Uruguay en lugar de importados. Además, hay conceptos vagos sobre la racionalidad que generalmente se emplea cuando ocultan intereses que limitan la libertad. Es una falta de respeto a la sociedad pretender decirle qué puede o no ver en la televisión. La protección al menor se ha resuelto históricamente perfectamente sin atentar contra la libertad. También es un error creer que se pueden controlar los medios con comisiones de personas superdotadas que deciden qué es bueno y qué es malo para el ciudadano. Yo siento esto como una afrenta a mi libertad; no es un tema con este gobierno.