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El exitoso Peter Jackson, que desde Nueva Zelanda logró la hazaña de conquistar 17 Oscar de la Academia con su trilogía “El señor de los anillos” (2001-2003), no tiene la menor intención de largar su franquicia millonaria. Mejor aún: la estirará hasta lo indecible, como con esta novela para niños de J.R.R. Tolkien (1892-1973) escrita en 1932 y convertida luego en precuela de aquella obra de mayor aliento.
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Pero El Hobbit es un libro corto, así que Jackson decidió adornarlo con toda su artillería de efectos especiales y reconvertirlo en otra saga de tres películas, la primera de ellas conocida en 2012 como “El Hobbit: Un viaje inesperado” y la próxima anunciada para 2014 como “The Hobbit: There and Back Again”. Parece un exceso, porque el público que concurre a presenciar cada uno de estos espectáculos que siempre duran más de dos horas y media termina chasqueándose con el cartelito “Continuará…” y lo que en realidad ha visto es una sucesión de escenas de acción acumulativas en la épica aventura de los enanos tras la misión de recuperar su reino de Erebor de manos del dragón Smaug, ayudados por el mago Gandalf (siempre Ian McKellen) y el hobbit Bilbo Bolsón (Martin Freeman).
El director trata de innovar técnicamente en cada uno de sus filmes, porque es un enamorado del cine y se deleita en elaborar cada toma, cada encuadre, cada secuencia con una asombrosa calidad visual, lo que convierte la visión de su movida aunque repetida aventura en una experiencia estimulante. Ahora ha introducido el sistema de los 48 cuadros por segundo (lo normal son 24 cuadros por segundo), y ese aumento al doble de la velocidad de filmación ha sumado una mayor agilidad a las tomas, lo que con el agregado de la 3D, una cámara en continuo movimiento y unos planos panorámicos generados por computadora sobre espectaculares escenarios proporcionan todo el vértigo, el exotismo y el dinamismo que sería envidiable en cualquier película de aventuras de ayer y de hoy. El hombre sabe de cine y le encanta demostrarlo. Si todo eso es importante o no, habrá que verlo cuando termine. Y allí, tal vez mediante una oportuna edición, se logre un filme entretenido, unitario y coherente.
“El Hobbit: La desolación de Smaug” (The Hobbit: The Desolation of Smaug). Nueva Zelanda, 2013. Dirigida por Peter Jackson. Escrita por Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson y Guillermo del Toro. Duración: 161 minutos.