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Previo a la reforma laboral, el gobierno de Mauricio Macri deberá liderar otra ronda de negociaciones salariales en la que busca anclar expectativas de inflación, el brazo débil de la política económica. La propuesta oficial es que los sindicatos acepten un aumento de 15% sin cláusula gatillo (que permite la reapertura de la ronda si el aumento de precios supera la meta oficial). Pero todos los analistas consultados por Búsqueda descuentan que la inflación estará por encima de las previsiones del Banco Central de la República Argentina (BCRA), y por ende también aumentarán los salarios.
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La consultora Abeceb espera una inflación de 19% para el cierre de este año, lo mismo que el banco brasileño Itaú. Citibank, por su parte, prevé 21,9%. Un reciente informe del banco de inversión JP Morgan —que augura una inflación de 18%— recuerda que la mediana de las expectativas de los agentes está en 19% para el cierre de este año, con lo que los salarios superarán la pauta oficial. A fines del año pasado el gobierno revisó su rango meta desde 10% al actual 15%.
“Hay una cultura argentina de décadas de inflación que hace muy difícil quebrar las expectativas hacia abajo. A pesar de algunos errores, el banco central está haciendo las cosas bastante bien, pero las restricciones que impone la realidad son más difíciles de lo que habían previsto. De todos modos, creemos que el proceso de desinflación sigue. Se hace un poco más consistente y más creíble”, estimó Bacigalupo.
“La desinflación continuará este año, pero nuestra proyección está por sobre la meta perseguida por el Banco Central. El proceso de desinflación será lento y está afectado por la recomposición del precio de los servicios regulados, el fuerte dinamismo de la economía y del crédito, así como una cierta inercia en la formación de salarios”, estimó el economista Juan Barboza, de Itaú.
Al final lo que el gobierno aún debe construir es la credibilidad del BCRA. Para Bacigalupo, se transita un “sendero” hacia la independencia de la política monetaria, que se refuerza por la reducción de las transferencias hacia el gobierno central así como una persistente reducción de las tasas de interés de los instrumentos de deuda de corto plazo.
“Primero se quiso dar una señal muy fuerte de que se pasaba a tener un banco central independiente y creíble, con metas de inflación como casi todos los países serios. Pero de a poco se vio que era muy ambicioso el sendero de desinflación trazado en un contexto donde estás ajustando precios relativos, como las tarifas de servicios públicos, que estaban atrasadísimos. Por eso se hizo una revisión de las metas, que igualmente va a ser difícil de cumplir. Es el ruido de corto plazo en el camino de recuperar la estabilidad macroeconómica. Y es lógico, porque es un programa gradual y no de shock”, explicó.