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    Corrupción en el fútbol (III)

    Sr. Director:

    FIFA: otro punto de vista. Se destapó la corrupción en FIFA. Ahora es necesario empezar la tarea de someterla al derecho internacional, haciendo que respete los derechos humanos, la soberanía de los países y combata la corrupción.

    Es una federación muy nombrada pero poco conocida. Lo relacionado con ella no es transparente. Lo que se sabe proviene de la poca información que circula o de rumores, verdaderos o falsos, pero que la institución no se preocupa de aclarar y la hacen muy cuestionada.

    Aparentemente sería una federación sin fines de lucro, que maneja miles de millones de dólares, con dirigentes honorarios, que sin embargo ostentan un nivel de vida nada modesto. Se ha dicho que el señor Blatter renunció al cargo de secretario de FIFA, remunerado con más de 150.000 dólares mensuales, para desempeñar su presidencia honoraria (¡). Se ha señalado, también, que era secretario desde la época de Havelange, castigado igual que su yerno por la justicia brasileña como consecuencia de actos de corrupción relacionados con FIFA, la que, sin embargo, no sancionó al Brasil por haber intervenido su Poder Judicial (¿), pero tuvo poder para lograr que ese país cambiara una ley que prohibía el alcohol en los estadios, para favorecer a una marca de cerveza patrocinadora durante el mundial.

    Salvo entre iniciados, no se conoce cómo eligen autoridades, comentándose que el procedimiento no es nada democrático y que sus jerarcas permanecen en sus cargos muchos años, como en las dictaduras, a tal punto que parecen vitalicios.

    De hecho y no de derecho, tiene un poder ilegal pero real,que es mayor que el de la ONU y que el de casi todos los Estados nacionales, los cuales no la integran. Como ejemplo digamos que Uruguay no forma parte de ella. Quien sí la integra es la Asociación Uruguaya de Fútbol. Su poder resulta de que ese núcleo cerrado de particulares ha dictado, para su funcionamiento, un reglamento increíble que, según rumores, recuerda a “los códigos de alguna mafia”. Si no se respetan sus disposiciones, se amenaza con aplicar sanciones que pueden terminar con la expulsión, con lo cual la asociación que no cumpla no podrá participar en campeonatos mundiales, sudamericanos o nacionales por lo que desaparecería el fútbol en esa sociedad, con lo que ello implica desde el punto de vista económico y laboral. Una verdadera extorsión. Los individuos también pueden ser sancionados o expulsados y no podrían ser dirigentes de clubes o jugadores de fútbol profesional si recurren al Poder Judicial.

    Llega a tal punto esa amenaza que afecta la soberanía de todos los países cuyas asociaciones están afiliadas a FIFA, que tiene más miembros que la ONU. Un futbolista despedido no puede concurrir al Ministerio de Trabajo o a los juzgados laborales. No se puede denunciar a nadie ante el Poder Judicial. Todo debe resolverse en los tribunales de FIFA. Como lo ha reconocido la ministra de Deportes, la intervención del Estado para ordenar o reglamentar la práctica del fútbol en Uruguay puede llevar a la expulsión de AUF de esa empresa transnacional, que no está regulada por ninguna norma nacional o internacional sino por ese reglamento interno dictado no se sabe por quiénes ni con qué autoridad. La República Oriental del Uruguay, según FIFA, no puede reglar ni investigar su actuación ni la de sus miembros en su territorio, ni para evitar que se violen los más elementales derechos humanos. Es un intolerable desconocimiento de la soberanía.

    Hace un tiempo, insucesos relacionados con el futbolista Suárez tuvieron su lado positivo: la pusieron en primer plano; hoy lo hace la corrupción. Independientemente de si Suárez mordió o no, lo cierto es que fue condenado de antemano: hubo prejuzgamiento. Se sabía de su suspensión antes de que se notificara al jugador la acusación y que debía presentar descargos en un plazo tal vez menor de 24 horas. Estaba condenado de antemano. Fue un juicio sumario como los de las dictaduras más crueles. No hubo tiempo razonable para obtener pruebas, pensar la defensa y contestar la acusación. No se sabe qué diligencias investigatorias realizó el pseudo tribunal, integrado por representantes de varios paraísos fiscales, para, en dos o tres horas, antes de acusarlo, obtener la presunta prueba, ni tampoco cuáles se diligenciaron antes o después de los descargos. ¿Se verificó si la remera del futbolista italiano estaba rota? ¿Un médico examinó al futbolista para verificar si había heridas causadas por dientes y si, de existir, estas fueron recientes? ¿Declararon testigos: jueces, veedores, etc.? ¿Se interrogó al acusado? ¿Hubo algún careo? ¿El morder esta tipificado como un delito por FIFA o es como otras actividades más brutales que ocurrieron y no están previstas y por ello no fueron penadas? Una conducta no puede ser sancionada si no está previamente claramente tipificada como delito, falta o infracción. Se le quitó la garantía del debido proceso. No se le permitió defenderse en forma. Se le quitó el derecho a la seguridad jurídica. Ni la ley del Brasil ni la uruguaya autorizan a ello. ¿Se pueden limitar o suprimir los derechos humanos sin ley que lo autorice y sin orden del Poder Judicial del Estado? Evidentemente no. ¿La ulterior confesión de Suárez, que no existía, fue sincera o producto de extorsión con la promesa de disminuir la sanción? ¿Mordió o fue sólo una tentativa o un accidente en el juego? Después, Giorgio Chellini habría declarado: “Suárez no me hizo nada, traté de sacar una ventaja deportiva”. ¿Dónde está la verdad?

    Se violó la Declaración Universal de Derechos Humanos de ONU que en su artículo 10 establece: “Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal”. No hubo un juicio imparcial ni fue juzgado por un tribunal independiente a pesar de que Blatter dijo que no podía opinar porque quien lo hacía se trataba de un poder judicial (?) independiente (?!!) de FIFA.

    ¿Puede una federación privada limitar o suprimir el derecho al trabajo de una persona? Evidentemente no. ¿Puede FIFA impedirle a una persona concurrir a canchas de fútbol como el Centenario o Parque Viera, que son propiedad de la Intendencia de Montevideo, o a cualquier otra en el mundo? Evidentemente no. No tiene competencia para limitar o suprimir las libertades del individuo. Cuando resuelve esas cosas comete un brutal atentado contra los derechos humanos. ¿Qué ley facultó a FIFA a realizar esas prohibiciones? ¿Qué ley la autorizó a limitar la libertad del sancionado, en Uruguay, Brasil o cualquier otro Estado? No existe.

    ¿De dónde surgen los poderes de FIFA para expulsar, mediante guardias privados, a una persona de un país, como lo hizo en Brasil?

    Todo es un grave atentado contra la soberanía de los Estados y los derechos humanos. Haya mordido o no el futbolista Suárez, lo grave es que esas barbaridades, según los rumores, tendrían origen en una pelea entre socios que integran esa increíble organización que algunos califican de mafiosa con códigos diferentes y más sofisticados que los de las mafias tradicionales: no habría sicarios pero sí extorsiones.

    Es tan grande la arbitrariedad de FIFA que los rumores ensayan, entre otras, esta explicación. Se recuerda que el entonces presidente de Conmebol, el uruguayo Eugenio Figueredo, fue traído como presidente de AUF a pesar de que vivía en California, y le entregó la transmisión por TV del futbol nacional al señor Paco Casal por un precio vil. Además de con Figueredo, Casal se llevaba bien con Grondona, vicepresidente de FIFA, con mucha influencia en Fox Sports, que tenía el monopolio de las transmisiones de la Copa Libertadores que, en Uruguay, era atendida, cuando transmitía desde acá, por VTV. Pero al terminar el contrato de Fox con Conmebol, Casal se habría apartado de sus presuntos socios y ofreció pagar una suma bastante más importante que la oferta de Fox, no obstante lo cual Conmebol, cuyo presidente era Figueredo, le habría otorgado la concesión a Fox. En Uruguay el señor Bauzá y demás neutrales de AUF habían logrado obtener un mejor precio para AUF por la transmisión de algunos encuentros de fútbol lo que no conformó al señor Casal. Como consecuencia de las diferencias con sus ex amigos y Fox, el señor Casal habría conseguido que algunos dirigentes de clubes integrantes de AUF y la Mutual de jugadores presentaran una denuncia penal ante el Poder Judicial, contra dirigentes de Conmebol, incluidos Grondona y Figueredo, que señalaría “sospechas de lavado de dinero, estafa, apropiación indebida y pedía analizar balances”. La denuncia fue retirada ante la amenaza de FIFA de desafiliar a AUF y a los clubes que la presentaron, así como a sus dirigentes por haber recurrido ante el Poder Judicial del Uruguay y no ante FIFA, integrada por los mismos denunciados, que serían así juez y parte. No lo hizo la Mutual. Más o menos en el mismo momento, ante incidentes ocurridos en el Centenario, sin tener potestades para hacerlo, el presidente de la República, muy amigo del “pato celeste”, colaborador de Casal, decidió unilateramente retirar la policía del Estadio Centenario, arguyendo que era un espectáculo privado y no público, motivando una breve huelga de jugadores liderada por la Mutual, integrada también por amigos del presidente y de Casal, porque no querían jugar sin seguridad. Ello motivó la renuncia de Bauzá y demás neutrales y, luego de este “golpe de estado”, asumieron como neutrales en AUF dirigentes que habían hecho y retirado la denuncia penal contra Grondona y Figueredo, restableciéndose la vigilancia policial.

    Los rumores señalan que la desmesurada sentencia de FIFA aplicada a Suárez y por consiguiente a AUF, que fue la única perjudicada, porque Suárez juega en todos lados menos en la selección nacional, fue una demostración de poder de FIFA frente a la incipiente insubordinación de los amigos de Casal, enemistado con Grondona y Figueredo. No debe olvidarse, además, que en la actual investigación sobre corrupción, el abogado de Casal informó que envió a los investigadores estadounidenses copia de la denuncia penal contra Conmebol y Figuerdo presentada en Uruguay.

    FIFA está fuera de la ley. De hecho, ninguna norma jurídica puede aplicársele porque de inmediato, si le conviene, termina con el fútbol del país que intente hacerla cumplir, lo que ocasionaría, dada la importancia del futbol, una conmoción mundial. Será necesario aguzar el ingenio para que, por ejemplo, se encuentre alguna organización no gubernamental o de otro carácter que tenga personería para actuar ante ONU, que está por encima de los países y no tiene territorio, para que se pueda construir una normativa internacional que regule a FIFA y otras organizaciones semejantes, combatiendo la corrupción, defendiendo los derechos humanos y respetando la soberanía de los Estados.

    Javier Barrios Anza