N° 1929 - 03 al 09 de Agosto de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Era horrible. Yo jugaba a escondidas con muñecas y ropa de mujer, pero en la escuela y en el liceo me tenía que hacer ‘el hombrecito’. Obviamente, mis compañeros se daban cuenta de que no era igual a ellos y me hacían bullying todo el tiempo. Cuando ‘salí del armario’, mi familia no aceptó mi homosexualidad y me tuve que ir del país”.
Esa historia de un uruguayo se repite por miles aquí y en casi todos los países del mundo. También, el estereotipo de que las mujeres existen para criar a los hijos y atender los quehaceres hogareños, mientras los hombres son los que “salen a trabajar para parar la olla”.
Está muy bien, pues, que en pleno siglo XXI los niños y adolescentes puedan ser educados en los centros de enseñanza para advertir que con sus conductas “normales” quizá estén haciendo sufrir a algún compañero. Está muy bien que se cuestione la cultura patriarcal que, durante milenios, ha dominado en la Humanidad.
Eso es algo que el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) procura con la publicación de un libro llamado Propuesta didáctica para el abordaje de la educación sexual en jardines de infantes y escuelas. Y lo logra en buena parte del texto.
Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Cuando, en el marco de ese texto, se filtra el fundamentalismo “de género”, entonces los padres (y cualquier persona con dos dedos de frente) tienen el derecho a poner el grito en el cielo.
El libro, “dirigido al colectivo docente” y prologado por la presidenta de Primaria, Irupé Buzzetti, presenta propuestas —no obligatorias, pero propuestas al fin— “para integrar la educación sexual en el aula”, algunas de las cuales derrapan hacia la ideología más radical de ese fanatismo que llega a poner en tela de juicio hasta la existencia misma de lo femenino y lo masculino.
“El sexo —dice la publicación de Primaria— refiere a las características y diferencias genéticas, hormonales y anatómicas que distinguen al espectro de humanos en machos, hembras e intersexuales. Esta definición se encuentra actualmente en discusión, ya que han surgido corrientes de pensamiento que también conciben al sexo como una construcción social”.
El equipo que estuvo a cargo de la elaboración del libro (los docentes Gabriela Bentancor, Enrique Cal y Patricia Tito) hacen una distinción entre sexo (“determinado biológicamente”) y género (“construcción social y cultural de los atributos, roles e identidades esperadas y asignadas a las personas en función de su sexo”). Como el “género” sería “construido social y culturalmente”, también sería “plausible de ser reinventado, deconstruido, modificado y redefinido por la propia cultura”.
A partir de esa base, todo (todo; incluso lo indiscutible) queda en la duda, bajo la férula de un Estado que nos dice qué hacer en una materia tan sensible, como si fuéramos idiotas. “Es importante comunicar a las familias que la educación sexual es un derecho de los niños, niñas y adolescentes, por lo cual los padres, madres y/o referentes familiares no pueden permanecer indiferentes a dicho derecho, aun cuando no coincida con sus valores y creencias”, advierte Primaria.
Con palabras “difíciles”, el libro plantea a los maestros “deconstruir” lo que llama “modelos hegemónicos” con relación a los “géneros”. Y llega a decir esto: “Lo femenino y lo masculino no es natural y, por tanto, es modificable”.
¿Cómo que “no es natural”? Los heterosexuales son mayoría en todas las sociedades. Es decir: a la mayoría de los hombres les gustan las mujeres y viceversa. ¿Esto quiere decir que los homosexuales, las lesbianas o los transexuales son “enfermos” y hay que discriminarlos? De modo alguno. Pero por no discriminar a la minoría no se puede pasar al absurdo de discriminar a la mayoría. La “hegemonía” no existe por imposición sino por naturaleza.
El Consejo de Primaria propone a los docentes “actividades” prácticas para explorar intimidades de niños y adolescentes completamente fuera de lugar. Transcribo la “Actividad 10 - Cosquillas, besos y abrazos”:
Objetivo: Promover una vivencia positiva del propio cuerpo aprendiendo a distinguir las sensaciones placenteras de las displacenteras.
Desarrollo de la actividad.
Apertura: Organizar al grupo en parejas. Informarles que jugarán con su cuerpo experimentando el contacto con diferentes texturas y y objetos y luego hablarán sobre sus sensaciones ante el contacto.
Proponer: sacarse las medias y tocar con los pies trozos de alfombra, piedritas, los pies de su compañero/a, etc.; hacer cosquillas en los pies al otro/a; hacer un masaje en los hombros, la espalda, los brazos y las manos, sintiendo las partes ‘blandas’ y las ‘duras’ del cuerpo del/la compañero/a; acariciar el pelo de su compañero/a. Al finalizar cada una de las experiencias, promover que los/as niños/as relaten qué sensaciones les gustaron más o menos, y por qué.
Desarrollo: En parejas, deberán ir cumpliendo las consignas que el/la docente les va comunicando: una/o persigue al otro/a por el salón, imitando todos sus movimientos; un/a compañero/a le sopla suavemente las palmas de las manos al otro/a compañero/a, que deberá estar con los ojos cerrados y con las palmas hacia arriba; ambos deberán caminar en puntas de pie y luego solamente con los talones; estando muy cerca del oído del/la compañero/a, un miembro de la pareja le comunicará acciones que tiene que hacer el otro, pero en voz muy baja (levantar un pie del suelo, agacharse y pararse dos veces, etc.); ambos/as imitarán la forma de desplazamiento de una serpiente; se darán un abrazo apretado; jugarán a empujarse suavemente, sin provocar que el/la otro/a pierda la vertical.
Cierre: Vuelta a la calma a través de consignas que reduzcan la necesidad de desplazarse y la agitación de cada uno/a. Se sientan frente a frente y, con los ojos cerrados, deben aplicarle un ‘masaje capilar’ al/la compañero/a. Sentados/as cómodamente en el suelo, se colocan espalda con espalda y respiran profundamente, intentando acompasar las respiraciones, pero sin hablarse. Se relajan y se acuestan, uno al lado del otro/a.
El texto también recomienda al cuerpo docente de todo el país “proponer y promover intencionalmente, acciones y movimientos corporales asignados tradicionalmente al otro sexo”.
El abogado Hoenir Sarthou recordó el jueves 27 de julio en el semanario frenteamplista “Voces” que, por definición, el juego es “un espacio de libertad, en que el niño experimenta y desarrolla sus fantasías y deseos. Si debe rendirle cuentas al docente sobre esas fantasías y deseos, si se siente enjuiciado por el docente, el juego y la libertad desaparecen. Es difícil concebir una forma más autoritaria e intrusiva de plantearse la función docente”. Sarthou opinó que ese “régimen” sería “más parecido al de un correccional ideológico que a un ámbito educativo”.
Esteban Valenti, exasesor personal del presidente Tabaré Vázquez y del ministro Danilo Astori, escribió en la agencia digital de noticias Uy.press que, si estas recomendaciones son aplicadas por los docentes, denunciará a Primaria por “abuso innominado de funciones”.
El Consejo de Primaria adoptó el miércoles 2 una resolución en la que advierte que las recomendaciones del libro no son imposiciones para los docentes y que está abierto a recibir críticas y sugerencias sobre el texto. Hace bien. De otro modo, al “correccional ideológico” no lo para nadie.