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    Criaturas de otros mundos

    Se estrena Los enemigos del dolor, de Arauco Hernández Holz

    “Para nosotros dos… no hay lugar en el futuro”. Podría ser la línea de diálogo de alguna Duro de matar. O de una de John Carpenter. De una de acción, de ciencia ficción. La frase es pronunciada en alemán, por un actor alemán, en un filme uruguayo, Los enemigos del dolor, una experiencia extraña, divertida, una experiencia sensorial abrumadora.

    Década de 1980. “El sujeto dice que es alemán. Dice que la mujer lo dejó. Y él vino a buscarla. Sin un peso”. Así describe un oficial de Policía al sujeto anómimo —interpretado por el bailarín de danza contemporánea y actor de teatro Felix Marchand, cuñado del realizador— que llega a Montevideo con un número de teléfono anotado en una libreta, un bolso con algo de ropa, un par de fotografías, desconcierto, dolor, el corazón destrozado y un regalo. 

    Los enemigos del dolor es el primer largometraje de ficción de Arauco Hernández, director de fotografía de, entre otros títulos, Gigante (Adrián Biniez), Hiroshima (Pablo Stoll), Norberto apenas tarde (Daniel Hendler), Rincón de Darwin (Diego Fernández) y La vida útil (Federico Veiroj), en el que también participó en el guion y la edición. La composición lumínica de muchos de los clips de bandas musicales uruguayas de la última década fue obra de Hernández. Casi todos los clips que filma Stoll son fotografiados por Hernández. Hace cinco años, Roberto Suárez confió en su ojo para la fotografía de su debut como realizador, Ojos de madera, aún sin fecha de estreno. Experiencia previa como director: un corto, Perro perdido (2002), codirigido junto a Hendler, con el que ganó el Premio a la Innovación en el Festival de Clermont-Ferrand, Francia, el equivalente al Festival de Cannes del mundo de los cortometrajes. El premio le permitió obtener la beca Fulbright para estudiar guion en la Universidad de Columbia.

    Por ese entonces vivía en Nueva York, en una comunidad de artistas en Brooklyn, trabajando en un deli (locales de comidas al paso), y como técnico freelance para productoras de cine y publicidad. Tuvo profesores que define como increíbles de los que espera haber aprendido bastante, conoció colegas que terminaron siendo grandes cineastas, un ex heroinómano lo ayudó a orientarse cuando se sintió perdido en la ciudad. Un día estuvo su hermana Ayara y Marchand, que viven en Berlín, pasaron a saludarlo. De una charla con él, un poco en broma, un poco en serio, nació la idea de hacer algo juntos. Ayara y Marchand se fueron, la idea quedó. Así nació Los enemigos del dolor. Tuvieron que pasar nueve años para que se convirtiera en la película monstruosa, en el sentido estricto de “producción contra el orden de la naturaleza”.

    El arribo de este alemán frágil, ambiguo, puteador, con su camisa de mangas cortas, que esperaba encontrar un país tropical, puede verse como el comienzo de una cinta de ciencia ficción: ese huesudo de pelo largo y ceño fundido aterriza en una zona helada, bajo un cielo de hormigón, con palmeras sacudidas y desfiguradas por un viento agresivo y tenaz; atraviesa la noche entre edificios tensos que proyectan sombras amenazantes. Viene de Berlín, pero parece traer a Berlín con él: “Me interesaba atravesar el espejo, la idea del personaje enfrentándose a lo que dejó atrás, a lo que viene escapando”, dice Arauco.

    El germano se cruza con criaturas peligrosas, hasta que encuentra a una suerte de ángel solitario vestido de azul, que le da albergue en un hospital abandonado. Esa criatura es Pedro, personaje creado especialmente para ser interpretado por Pedro Dalton, nombre con el que es conocido Alejandro Fernández Borsani, pintor, escritor y, sobre todo, frontman de Buenos Muchachos, una banda de rock salvaje, magnética, sensorial. Como la película. Hernández conoció a Dalton en la filmación del clip de He never wants to see you once again, del que fue director de fotografía. Y el personaje se inspira en aquel ex adicto a la heroína que Hernández conoció en NY.

    Hay un tercer elemento: un guardia de seguridad que se ve al comienzo del filme (Lucio Hernández), casi en forma anecdótica, rompiendo un teléfono. Es la tercera criatura, que acompaña a Felix en la búsqueda de la mujer que lo dejó. Y en un camino que se abre en el trayecto final de la historia, donde el filme experimenta una importante transformación. Mucho de lo que estaba desperdigado ahora se une y se combina y cambia de forma. Y puede resultar chocante. Hay una oscura iglesia pentescostal, abuso infantil, una pandilla de héroes anónimos compuesta por tres tipos que hablan idiomas distintos y que, sin embargo, de alguna forma se entienden. 

    “Es mi primera película —comenta Hernández—, el grado de inconsciencia fue importante en todo sentido. Me inspiraba hacer un cambio de horizonte. Arrancar como un filme emparentado con un cine de autor y terminar como uno de género, con un nivel de libertad como el de Calles salvajes, de Martin Scorsese, y con la demencia de Aguirre, la ira de Dios. Creo que ese nivel de demencia venía de (Roberto) Bolaño, de Los detectives salvajes. Es una novela de 1998, la leí en 2001, Bolaño era desconocido todavía, y me golpeó mucho: esa comunidad de artistas de la novela tiene mucho de aquella en la que estaba inmerso y en el tipo de contactos que mantenía en Nueva York. Me encantó ese cambio de relato cómico sobre literatos que se transforma en una novela negra. Cuando me planteé Los enemigos del dolor no sabía que iba a culminar en eso, pero había quedado esa resonancia y se fue tornando hacia una película de género, hacia la aventura. Se rebela hacia esa zona. Y hay mucha gente que no acepta ese cambio de horizonte. No lo sabía, por supuesto, a mí me parecía una idea espectacular”.

    Es extraño. La sensación de presenciar un filme de ciencia ficción late y se agita con la música, extraordinario trabajo de Maximiliano Silveira y Manuel Rilla, que le otorga una emocionante expresividad. Hernández: “Una de las premisas fue cuál sería la película que este alemán elegiría para hablar de sí mismo. Si este personaje pudiera estar conmigo y me contara su vida, cómo lo haría, con qué música, entonces empecé con música alemana de sintetizadores de los 80. Con Kraftwerk. No supe bien por qué lo hice. Luego me di cuenta. Porque así era la música de las primeras películas que me emocionaron. Cuando empecé a entrar en el cine, las películas que me impactaban tenían sintetizadores: Blade Runner, lo que hacía Carpenter... Yo estaba apelando a esa emotividad, estaba buscando esa conjunción. Quería la grandilocuencia de Aguirre, la ira de Dios con la música de Popol Vuh”. No solo logró eso. El fotógrafo de Los enemigos del dolor es el alemán Thomas Mauch, el mismo de Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog. Para el director, “es increíble cómo se dieron las cosas”. Mauch llevó a Hernández a salir de la caja, de su zona de confort, y también proveyó al filme de puteadas que solo se decían en determinadas zonas de Berlín en determinadas épocas de 1980.

    “Hay elementos escondidos”, asegura. “La verdad, más de lo que me hubiera gustado. Pero se dieron así. Cuando el alemán está hablando por teléfono, en el subtítulo dice: ‘No estuve tan mal en la obra’. Lo que él está diciendo en realidad es ‘No estuve tan mal en Los enemigos del dolor’. Es el título de la última obra que él representó. Lo que pasó es que al subtitularlo nos dimos cuenta de que leer de nuevo el título te sacaba, de que teníamos que ocultarlo un poco, solo un poco. Termina siendo un nivel más de la película, solo apto para alemanes”, confiesa riéndose.

    Es en esta conversación telefónica donde por decirlo de algún modo, se produce parte del cambio de horizonte. Él comienza a doblarse sobre sí, yendo hacia su propio refugio ficcional. Para muchos espectadores, luego, el asunto puede complicarse. “Hay mucha gente que se irrita”, dice Hernández. “La banda sonora indica que hay algo oscuro, que algo terrible va a suceder. Sin embargo, si le sacás la música ves a unos tipos atrás de un auto y ¿qué está sucediendo? Nadie lo sabe. Y si ves Carretera perdida, por ejemplo, ves a un tipo caminando por su casa, se escucha rock pesado y, ¿qué está sucediendo? Realmente no está sucediendo nada. Es ese contexto, esa música te está anunciando algo que finalmente llegás a conocer. Caés en una espiral oscura, vas a llegar al centro de esa espiral, pero en ese camino sucede que mucha gente se baja”.  Lo aconsejable es dejarse caer, Los enemigos del dolor está hecha de puro cine.

    Los enemigos del dolor. Dirección y guión: Arauco Hernández. Con: Felix Marchand, Pedro Dalton, Lucio Hernández, Mathias Perdigón, Araya Hernández, Fabio Espósto. Estreno: hoy jueves 12 en Movie Montevideo Shopping a las 22.10 h. (se agrega trasnoches sábados y domingos) y en Grupo Cine Torre de los Profesionales, 18.30 y 22.15 h.