Crudo, pero por desidia

Crudo, pero por desidia

La columna de Andrés Danza

5 minutos Comentar

Nº 2098 - 19 al 25 de Noviembre de 2020

Saber observar es lo que hace la diferencia. Hacerlo con detenimiento, en silencio, prestando atención a lo importante y también a los detalles. No quedarse ni con la primera, ni con la segunda ni con la quinta impresión, sino sumarlas todas. Si a eso se le agrega una cuota importante de inteligencia y otra de talento para representar y transmitir lo adquirido, surgen artistas como Arotxa, uno de los más fieles retratistas de la idiosincrasia uruguaya. Justamente de eso trata su último libro, de título Crudo y de tapa celeste, bien celeste.

Mediante decenas de dibujos, que vale la pena disfrutar uno a uno, Arotxa va ayudando a armar el puzzle de lo que somos, pero alcanza con dos ejemplos como para entrar en tema. Uno es el de una bandera uruguaya, que en lugar del sol tiene a alguien en posición horizontal, distendido, como en un descanso perpetuo. Otro es el de una cantidad de pichones de aves con sus cabezas y picos alzados al cielo, esperando que le den la comida servida en la boca.

En esos pocos trazos se resume la desidia y pereza tan característica en la penillanura levemente ondulada, tanto por la inactividad de la mayoría de sus habitantes como por la necesidad que tienen de que les den todo servido. Son descripciones casi perfectas de la uruguayez más dañina, esa que parece mantener al país en una siesta eterna. Hace unas semanas fui por casualidad el encargado de presentar personalmente a Arotxa y a Carlos Tanco, autor del personaje radial Darwin Desbocatti. Al verlos intercambiar puntos de vista con la sutileza que los caracteriza, la primera imagen que se me vino fue la del espejo, la de ellos como un fiel reflejo de lo que los rodea.

Toda esta introducción artística, con anécdota incluida, sirve para detenerse en dos hechos ocurridos en las últimas semanas. Son episodios característicos de la ley del mínimo esfuerzo, de la que suele hablar Darwin y que sugiere Arotxa en su libro. La que lleva a que el país todavía esté “crudo”, pero crudo por desidia, porque mezclar sus ricos ingredientes y cocinarlos da mucho trabajo y si alguien lo intenta, hay una masa de personas alrededor que lo frena.

Por eso en estas tierras es tan difícil concebir la independencia. Lo de pensar y actuar por fuera de todos los esquemas preestablecidos y no estar atado a ningún bando, es inconcebible, produce demasiado trabajo. Da pereza ser independiente o aceptarlo de otros. Todos tienen que responder a algo porque es mucho más cómodo concebirlo o imaginarlo de esa manera.

Entonces, cuando un periodista realiza su trabajo en forma independiente y se dedica a investigar e informar sobre cuestiones que molestan a los poderosos, sean del gobierno o de la oposición, enseguida surgen las teorías conspirativas, que por lo bajo intentan atribuir intenciones oscuras. Es más fácil pensar en una campaña que procurar acercarse lo más posible que se pueda a la verdad.

Fue así que cuando Búsqueda publicó en sus últimas dos ediciones artículos periodísticos sobre el informe que elaboró el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Isaac Alfie, para que la minera Aratirí utilizara en su juicio contra el Estado uruguayo, algunos salieron presurosos a buscar conspiraciones o chantajes detrás de la noticia. La relevancia pública del hecho es obvia. Tanto Alfie como las principales autoridades del actual gobierno habían asegurado a principios de año, cuando difundió la noticia Radio Universal, que el asesoramiento había sido solo descriptivo y que no iba a la sustancia, así que era importante saber de qué se trataba lo hecho por el director de la OPP.

Pues para un militante oficialista, exembajador ante Estados Unidos, los artículos responden a una campaña de Búsqueda para procurar extorsionar al Poder Ejecutivo porque el Banco República no accedió a darle un préstamo al semanario. Una infamia digna de alguien que piensa que todos obran según sus códigos. No puede entender el mundo de otra manera y ni siquiera está bien informado, pero el problema principal no es él. El verdadero reflejo del charco turbio en el que se ha transformado una parte del Uruguay son todos los que se hicieron eco de esa estupidez.

Algo similar ocurrió unas semanas antes, cuando Búsqueda difundió las supuestas irregularidades cometidas por el exsecretario de la Presidencia Miguel Ángel Toma en sus viajes al exterior. La única diferencia es que las teorías conspirativas vinieron del otro lado. En esa oportunidad, uno de los dirigentes más cercanos al expresidente Tabaré Vázquez hizo correr el rumor de que la publicación de esos artículos fue parte de una maniobra del actual gobierno, a la que el semanario se había prestado porque el anterior, y en especial Toma, lo habían castigado con la publicidad oficial. El mismo perro con otro collar.

Ambas no dejan de ser tonterías dignas de los que las inventan con toda mala leche. Pero son escuchadas por unos cuantos, porque les facilitan la lectura de la realidad. Son como esos pajaritos bebé que dibujó Arotxa, esperando a que les den la comida ya pronta en su boca. No pueden pensar con independencia y mucho menos concebir que alguien lo haga. Por eso también se dedican a destruir en lugar de construir. Es mucho más cómodo. Al que hace se lo golpea bien fuerte como forma de que entienda que no debe esforzarse tanto. Y es mucho más fácil que tomarse el trabajo de hacerlo uno mismo.

A todos ellos, a los fieles representantes de la pereza y la desidia uruguaya, a los que ven conspiraciones ante cada movimiento periodístico, a los que todo lo ubican a la derecha o a la izquierda y no creen en la independencia, a los que esperan que rectifiquemos el rumbo, les tengo una mala noticia: todavía falta lo mejor. Estamos trabajando para lograrlo.