…hasta el pobre desconfía —dice el antiguo y verificado refrán.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa semana pasada, después del Consejo de Ministros, el pobre Danilo Astori tuvo que salir a la palestra con un grisín, y, en nombre del superior gobierno, con el medio sol desteñido ese de las presentaciones oficiales de fondo, les dijo a los jubilados (y a todos los uruguayos) que a los pobres pasivos más pobres, les iban a aumentar doscientos pesos mensuales, a cuenta del aumento del año que viene (y lo de los boletos gratis hasta fin de año, ya escribimos sobre el tema, no es cuestión de repetirlo).
El tema, como todos vimos y comprobamos, fue muy mal recibido. ¿Cómo no iba a serlo, con esa burla sangrienta de aumentarles siete pesos por día a gente que ya no sabe ni si va a llegar a fin de mes sin “emergencia alimentaria”, como han bautizado al hambre los estadígrafos y sociólogos que tratan de explicarnos lo inexplicable?
Hubo varias reuniones internas en el gobierno, onda terapia de grupo, para ver qué podía hacerse para superar el papelón, la “chambonada”, en palabras del subsecretario Ferrari, calificando así con inusual dureza el anuncio público de su propio jefe.
Hubo de todo. Propuestas de anunciar un error, y asumir que se habían equivocado, pero esto fue severamente cuestionado por el vicepresidente Sendic, quien afirma que jamás debe hacerse algo así, y si no, que vean el ejemplo que nos viene dando, desde la licenciatura hasta la gestión en Ancap.
Hubo quien propuso decir que en realidad Astori había querido decir dos mil en vez de doscientos, pero la nota que tenía delante tenía un error de imprenta, y se habían comido un cero, pero tampoco marchó esa excusa.
Hasta que llegó la sorpresa, la solución, la maravillosa lámpara del genio, frotada por Tabaré en su lucha contra el tabaquismo. Le ganamos el juicio a Philip Morris, y nos tocaban siete palos verdes de compensación. ¡Siete millones de dólares sin esperarlo, y en este preciso momento! ¡Aleluya, aleluya, alabado sea el señor! (el señor que firmó el mail en el que le comunicaron al gobierno uruguayo el resultado del fallo del Banco Mundial).
Entonces se juntaron de nuevo todos estos genios, no de la lámpara mágica sino del surrealismo económico y político, y no se les ocurrió nada mejor que decirles a los jubilados (con el mismo Astori de portavoz, para darle credibilidad al anuncio) que, además de los doscientos pesos, ahora les tocaban siete millones de dólares a todos.
Los tres primeros jubilados que fuimos a consultar a ver qué les había parecido el inesperado aviso, habían sufrido ataques al corazón, y estaban internados en estado delicado en el CTI de sus respectivas mutualistas. Afortunadamente, se recuperan de manera satisfactoria.
Los directivos de la asociación de los jubilados, esa que se llama como el ruido que uno hace con la boca antes de escupir, me refiero a la Onajpu, tomaron las cosas con más cautela.
Dijeron a la prensa que primero querían saber si Astori estaba tomando alguna pastilla euforizante para enfrentar a las cámaras cada vez que hacía un anuncio oficial en nombre del gobierno, después agregaron que sería importante saber si la expresión del ministro en la conferencia de prensa al mencionar que lo destinado a los jubilados era “parte de lo que el Uruguay recibirá como compensación” se refería al 90% o al 10%, si era en una sola vez o en 120 cuotas, en fin, algo un poco más creíble que aquella catarata de siete millones de dólares que les estaban tirando encima, que lucía en sus ojos y oídos más como la aventura argentina de los bolsos de José López en el Monasterio del Divino Resguardo, que como un anuncio de un ministro uruguayo hablando de aumentos a las jubilaciones.
Pero yo fui más lejos, y pude hablar con uno de los asesores del Ministerio de Economía, que está trabajando en algunas compensaciones adicionales, ya que el gobierno, me dijo (pidiéndome absoluta reserva) se había arrepentido del traspié de los doscientos pesos, y estaba para los siete millones, e ainda mais.
Estoy en condiciones de informarles que el gobierno destinará los dos aviones que ha comprado (la avioneta parada de ALUR que duerme en un hangar generando medio palo verde de gastos por semestre, y el jet presidencial del amigo de Tabaré que ya está empaquetado y con una moña tricolor arriba) para que los jubilados viajen en procura de solaz y esparcimiento, que tanto se merecen. La avioneta será para viajes internos, trasladando a los viejitos a las termas del litoral y a otros sitios de reposo, y el jet será para viajes internacionales. Se está organizando una primera salida con jubilados que irán a Orlando y Disneyworld, donde recibirán además vouchers para participar en los entretenimientos, las montañas rusas, y cervezas gratis en los pubs de los parques.
No conformes con estas interesantes compensaciones, el gobierno le sumará a los siete millones y a los aviones, una distribución de canastas de fin de año que contendrán caviar, champagne, paté de foie y crackers inglesas para untar el fromage-crème francés que integrará el obsequio. No es cuestión de seguir dándoles pan dulce brasilero y turrones nacionales, tan duros que sus débiles mandíbulas no pueden masticarlos.
Además el presidente Vázquez ha informado internamente a los asesores que están trabajando en el tema, que uno de los pozos de petróleo que se están por descubrir en nuestro mar territorial será destinado exclusivamente a los jubilados, a los que se les entregará un barril de petróleo mensual junto con la jubilación, para que lo vendan a su beneficio al precio que quieran.
Lo que le pregunté a mi informante fue que, si destinaban los millones de dólares del juicio a los jubilados, cómo pensaban pagarles los honorarios a los abogados norteamericanos que patrocinaron al gobierno uruguayo y ganaron el juicio.
Me contestó que el encargado de dar esa información sería el ministro Astori, y que, en principio, pensaban pagarles los honorarios en cuotas, a razón de doscientos pesos por mes.
Totalmente coherente.